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El Poncho del Diablo|Que lejos se sienten los 90’s

los tres 90s

Por Pablo Rojahelis

Mi encuentro con la música ocurrió en los 90´s, fue en ese entonces que viví todo el proceso de ser un niño y convertirme en adulto, aprendí a valorar la música y a entender la vida.

Por ese entonces que te gustara la música no era tan simple como navegar por las plataformas y redes sociales actuales para conseguir material, los interesados nos pasabamos cassettes piratas de amigo a amigo, grababamos temas de la radio, conseguiamos revistas, cancioneros, y cuanto poster existiera en ferias artesanales, si alguno tenía suerte contaba con un hermano mayor con buen gusto que le mostraba clásicos que luego compartía con nosotros, la más absoluta piratería, porque no existía dinero para pagar discos a los 12 años, y no era fácil conseguirlos tampoco, al menos no los “buenos”

Luego vino la etapa de consumir lo que transmitía la TV , canciones que aparecían en películas, interminables “festivales de viña”, y de no perderse “Sábado Taquilla” y “Mas Música” para estar informados de alguna manera, fue en ese entonces cuando conocí a “Guns N´Roses”, ahí explotó todo, me volví fanático, mi habitación se llenó de imágenes de la banda, y escuchaba sus discos todos lo días. Estamos hablando de un niño de 12 años que intentaba vestirse como “Rockero”, conseguir poleras, o robarle ropa al papá.

A sumarse a toda esa obsesión por la banda y por la música estaba el hecho de que mi padre tocaba guitarra y cantaba algunos de los temas que me gustaban, y el año 92´ me llevó a ver en vivo a “GNR” al estadio nacional, ese día supe que si algo iba a hacer con mi vida era tocar guitarra, estuve seguro de que yo iba a ser músico.

 En los años siguientes tuve un vecino que tenía una guitarra eléctrica, cosa que no era tan común en esa época, y era la reencarnación de “Slash”, o así lo veía yo a mis ya 14 años, e inmediatamente me hice amigo de él para que me enseñara todo lo que sabía, tocabamos en las escaleras de Valpo y en cuanto rincón encontrabamos, me hizo aprenderme todas las guitarras posibles de Izzy Stradlin, y además me enseñó a hacer segundas voces. Luego descubrí el “Rock Chileno” y fue otro punto importante en mi desarollo como “fan” de la música y como futuro músico.

La primera vez que escuché “No sabes que desperdicio tengo en el alma” de “Los Tres” aluciné, era una banda chilena que no sonaba plástica y que más encima tenía un riff de guitarra que me hacía recordar a “Paradise City”, con eso vino todo el ímpetu de conseguir todos los discos, sacar los temas, tocarlos en los recreos del colegio con guitarra de palo, e ir a todos los conciertos que fuera posible siendo menor de edad, en definitiva mi idea era estar ahí, resistir junto al artista, me sentía parte de un movimiento que tenía que ver con la música directamente, era mi aporte el hacer esfuerzos para conseguir ir a un concierto, juntar peso a peso ahorrando la plata de la micro o la colación para comprar el disco nuevo, seguir sus proyectos paralelos, apoyarlos también, y darlo todo para que siguieran haciendo música.

¡Que lejos se sienten los 90´s!.

Hoy en cambio, a mi parecer, la “música chilena” o el “Rock chileno” vive una época de desorientación, de espacios confusos, y de glorias empaquetadas.Todo viene desde la base, ahí es donde se generó la ruptura, el problema que hace que hayamos convertido a los fans en robots, y a nuestros propios músicos y artistas en relegados.

Desde hace un par de generaciones una persona que vive la etapa en que descubrimos la música lo hace de una manera muy diferente, y su acercamiento a ella viene por otro medio, en muchos casos los video juegos, y más tarde a través de internet, propiciando el consumo en segundo plano y dejando de lado el proceso de maravillarse sólo con sonidos, analizar la letra, y entender el contexto, eso nos hacía identificarnos con la banda y valorar el trabajo, hoy todo eso parace una complicación innecesaria para ellos.

El fan de hoy se ha vuelto frío, son pocos los fieles, pero esos están hechos a la antigüa. Los fanáticos de hoy consumen música como un virus, hace años que dejaron de descubrirla, son capaces de estar en un concierto de espaldas a la banda reclamando porque la cerveza es muy cara, o sentarse frente al escenario en “lote” a reir a carcajadas y estar en otro planeta mientras la banda trata de hacer su show y los verdaderos fans intentan abstraerse de ellos y disfrutar de las canciones, es así, de esta manera lo aprendieron, la música está en segundo plano, tan simple como minimizar una ventana en el computador, no sienten el valor de lo que está ocurriendo, no hay noción del esfuerzo de la banda ni del verdadero fanático, para ellos la música se consigue fácil y por cero peso, y esto trajo consigo que los locales y productores comenzaran a ver la música desde la misma perspectiva, algo menospreciada, como un adorno necesario, y por supuesto el “si tiene lucas la hace” Con todo esto parece que mataron la música, o por lo menos la dejaron en la UTI.

Nadie se dio cuenta, no hasta hace algún tiempo, de lo que le hicimos a la música, pero reitero que es algo que tiene que ver con el “fan”, su excesiva comodidad y su pasión por lo rápido y desechable, pero también tiene que ver con el músico de la misma generación que se acostumbró al menosprecio, al espacio “solidario”, a las tocatas de 8 bandas por luca, a tocar en condiciones técnicas nefastas, y a permitir que les paguen con cervezas y completos, porque ellos siempre ven la música como un pasatiempo, y para un hobbie eso no está nada mal.

La música chilena tiene un valor inmenso, es reconocida fuera de nuestros límites territoriales, pero acá se vuelve “importante” cuando la banda aparece en un festival agringado, donde el fan puede ir a tomarse una selfie para sazonar su vida en redes sociales, donde las luces del escenario son más importantes que la música, total una imágen vale más que mil palabras, y nos acostumbramos a que la radio y la TV son quienes dictan los éxitos que debemos escuchar y cantar.

La música vive y ocurre gracias a la comunicación entre el artista y los fans, somos nosotros los que hacemos la música y la escena, y si hoy la cosa está mal es el simple reflejo de nuestra propia actitud frente a ella, el exceso de comodidad nos volvió un público lejano para nuestros propios artistas, y los artistas se acostumbraron a comprar seguidores, likes, y espacios como si eso le hiciera bien a todo el mundo, o quizás intentando salvar algo de lo invertido.

¿Quieres ser un verdadero fan? Entonces sal a conseguir los álbumes, no faltes a los conciertos, corre la voz, llena los bares, carga música chilena en tu playlist, identificate con nuestras realidades y el mensaje en la música chilena, hoy es mucho más cómodo que antes ir a un concierto, es mucho más fácil conseguir la música, paga por ella, eso hace crecer a todos los músicos, mejora las producciones, los espacios para la música en vivo, y permite que las bandas sigan haciendo las canciones que te gustan, en Chile hace rato que los músicos dejaron de jugar a ser Rockstars de cartón, sólo falta que los fans den vuelta la página, dejen de jugar con su música, y comiencen a tener un mismo sentimiento junto al artista.

La música está ahí, en mejores condiciones que antes, y si los fans se mueven, los medios no tendrán otra opción que alinearse con ellos, y los músicos no tendrán otro camino que hacer cada vez mejores discos y shows para ustedes. Hay que perder la comodidad, tenemos el sartén por el mango.

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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