25 de septiembre 2016 | Teatro Nescafé de las Artes
Nota: Freddy Veliz O. | Fotos: Cristian Carrasco
A tan solo un año de su debut en Chile, el ex Deep Purple Glenn Hughes regresó a nuestro país para continuar fascinándonos con su retrospectiva artística. Nuevamente el Teatro Nescafé de las Artes fue testigo de esa impronta señera de La Voz del Rock, esta vez la convocatoria fue menor que la del año pasado, pero no por eso menos prendida.
Desde que el bajista y cantante aparece junto al guitarrista danés Søren Andersen (que sustituyó a Doug Aldrich) y al baterista sueco Pontus Engborg para encender la noche con el clásico de Trapeze “Way Back to the Bone”, el público se levantó de sus asientos, y varios se instalaron a orillas del escenario, para disfrutar de una verdadera velada de puro rock and roll.
Un set que tuvo algunas variaciones con respecto a su visita anterior, incluyendo temas como “Muscle and Blood” y “First Step of Love” de su proyecto de 1982 junto al guitarrista Pat Thrall, que funcionaron a la perfección por sus intensos grooves, y obviando cortes como “Sail Away” y “Mistreated” de Deep Purple o “Good to be Bad” de Whitesnake entre otros cambios, que aunque muchos extrañaron, sobretodo Mistreated, son decisiones respetables por la cercanía temporal entre sus dos visitas, y la necesidad de ampliar un tanto el espectro musical del músico.
En Chile finalizaba el tramo sudamericano de la gira, para lo que me hubiese gustado un lleno total, sin embargo Glenn se veía satisfecho, contento y cercano, saludando a cada uno de los que se apostaban frente a él y estiraban sus manos para llamar la atención de la leyenda. Hughes repetía incansable el manoseado “I Love you Chile, I Love you Santiago”, y entretanto continuaba golpeando nuestros oídos con la gravedad de sus cuerdas, que se distinguían fuerte por sobre la guitarra de Andersen, que poco se lució, extrañándose por ese lado al tremendo Doug Aldrich. Ese punto en el sonido en mi opinión fue el detalle que no me dejó del todo conforme, el danés cumplió pero no destacó como lo hiciera el ex guitarrista de Ronnie James Dio en agosto del 2015. Además que le jugó en contra el incontrolable protagonismo del bajo de Hughes.
El paso del británico por la superbanda Black Country Comunion fue revisado con el single “One Last Soul” y en el encore con la fabulosa “Black Country”, ante un público rendido con su calidad vocal, cuyo punto más alto y conmovedor llegaría con la interpretación de “You Keep on Moving” el que nos regala una desgarradora vocalización, donde funde el soul con el poder de su voz rockera, segundos realmente escalofriantes, a pesar de que podríamos deducir que existe algún apoyo tecnológico detrás, así y todo su voz se escucha impecable con 65 años de edad.
El público corea la enganchadora “Soul Mover” y aplaude cada gesto de Hughes que se despide con ese verdadero himno de su paso por Deep Purple llamado “Burn”, coronando esta nueva visita con el público ovacionándolo de pie.
Un show correcto, con la energía y dinámica necesaria para catalogarlo como una sólida actuación, reviviendo clásicos con la grandeza de una leyenda, que no olvidó homenajear a su ex compañero Jon Lord antes de una intensa versión de “Stormbringer” cuando el concierto avanzaba en su primera media hora.
No cabe duda de que Glenn Hughes es uno de los cantantes mejor catalogados de la historia del rock, además de un virtuoso bajista. Como frontman conoce los códigos a la perfección y los aplica para entregar una presentación que no decae, sustentando un buen nivel por una hora y media, rockero, intenso y con un energía de la que pocos a su edad se pueden jactar.
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