22 d octubre 2017 | Club Blondie
Nota: Litta | Fotos: Lilian Fernández
Desde los vestigios del antiguo Imperio y las ruinas de la oscura Grecia, grandes estandartes del Death Metal Técnico y Sinfónico consideraron nuestra tierra como punto de encuentro para entregar una noche debut de supremo nivel, con una magnánima fusión de sonidos que deleitaron incluso los tímpanos más escépticos, coronando así la noche de un domingo cualquiera, como una verdadera velada neoclásica de majestuosidad y brutalidad.
Con una soberbia presentación, los nacionales de Homicide fueron los dueños de la primera parte de la jornada, la tarea de calentar los músculos auditivos fue todo un éxito, en donde pusieron gran énfasis en su último producto, el técnico y bestial, The Sosh Guar, con el que lucieron conjuntamente un repertorio tremendo, ostentando infernales riffs y dinámicos cortes, con los que se pudo una vez más constatar el nivel que posee nuestra escena local.
Con la puntualidad por la que se caracterizan en todos sus shows, los italianos de Fleshgod Apocalypse ascendieron a las alturas del inframundo de Blondie a las ocho en punto de la noche, con sus características vestimentas y maquillajes entregaron todo un abanico de tecnicismo y pulcritud, acompañados de la colosal soprano, Veronica Bordacchini, quien asaltó la acústica del lugar con una proyección vocal sublime.
El año pasado, cuando comenzaron los rumores de su visita a Chile, el público selecto que sigue a estos genios del apogeo del metal se mantenía completamente ansioso, y no es para menos ya que el trabajo que les precede además de su última placa, King, hacen de su setlist uno que oscila la perfección y peculiaridad dentro del estilo, con nuevas piezas como In Aeternum y Healing Through War, solidifican toda una década de trayectoria, mientras que con himnos como, The Violation, posicionan su innegable popularidad en la nueva ola de genios del metal.
Tras una hora imparable de dantesca performance, los amenos y cercanos descendientes imperial prometieron estupefactos su retorno a nuestro país, con una clamorosa y enérgica despedida que terminó con Fabio Bartoletti sobre el mar de manos, cerraron el segundo acto de la noche.
Una pausa considerable para el montaje del tercer acto, detrás de unas imponentes columnas de humo rojo, el arte del Codex Omega, se abría paso hacia las miradas inquietas de la planicie del subterráneo, por fin el apocalíptico y denso sonido de los griegos, Septicflesh, entraba en escena. Era entonces la blasfema, War In Heaven, la primera sinfonía, que junto a Pyramid God y Martyr colisionan como un bigbang los oídos de los asistentes, con ese gran gutural que posee una tonalidad casi infrahumana, transforman la atmósfera en un infernal paraje.
Quienes hemos naufragado por el Estigia de estos mismísimos primogénitos de Caronte, somos testigos de la evolución que han manifestado a lo largo de su existencia, tanto así que aquella mortífera energía fue la que propició el retorno al reino de Hades, junto a la prodigiosa mente de Christos Antoniou, han producido verdaderas obras de arte del género.
Un implacable, el austriaco Kerim (Krimh) Lechner reproducía desde el fondo letales golpes, realmente destacable la perfección del metrónomo, pues es una poderosa historia la que sustenta la gran carga del heredero del trono del gran Vitek, en Decapitated hasta el 2012.
Finalmente, la clásica Unbeliever, daba aviso de un remate bárbaro y mortal, que junto a Persepolis, teloneaban a la esperada y solicitada Anubis, con la que cimentaron un cierre colosal, con su última sinfonía, ornamentada con apabullantes coros infantiles y guturales que se funden en un mefistofélico Prometheus, que sirve como tema cierre.
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