11 de octubre 2016 | Teatro Nescafé de las artes
Nota: Freddy Veliz | Fotos: Fernanda Rodriguez
Julia Holter en nuestro país es un nombre prácticamente desconocido, y quizás eso derivó a que su debut en Chile no se haya destacado como uno de alta convocatoria. La cantante, compositora y multi instrumentista que es considerada toda una revelación en la escena indie de Estados Unidos en lo que va de este segundo decenio del siglo XXI, cruzó Los Andes en medio de un marco no muy alentador. Es lamentable puesto que su trabajo, que ya comprende cuatro discos de estudio, no exentos de elogios, la hacían una excelente alternativa musical para esta corta semana.
Desde Argentina llegó a Santiago acompañada de los marplatenses ALTOCAMET, quienes serían el número de apertura de la californiana. La banda trasandina regresaba a nuestro país luego de hace más de una década, y lo hizo demostrando su alta calidad en vivo, creando un ambiente de envolventes atmósferas, producidas por las capas sonoras que surgen de esas guitarras con efectos shoegaze en complemento a un teclado que acompaña en una base etérea produciendo un trance hipnótico. Adrián Canu en la voz y las seis cuerdas nos rememora al fallecido Gustavo Cerati, del que se vislumbra una influencia tácita en la propuesta musical de ALTOCAMET, un show sólido y bastante acertado para ir calentando el ambiente, a pesar de la baja presencia de público que se esparcía entre las butacas del primer nivel del recinto.
Siendo las 22:00 horas exactas la delicada figura de Julia Holter se acerca al teclado junto a Corey Fogel en batería, Devin Hoff en contrabajo y Dina Maccabee en violín y viola, para iniciar con “In the Green Wild” (Loud City Song- 2013) y llevarnos a una experiencia sónica que se expande por el teatro, cautivando a los asistentes desde las primeras intervenciones vocales de la Holter, que además va hilvanando una intensa gama de sonidos desde las teclas. Los haces de luz que apuntan a cada uno de los integrantes potencian la introspección de un acto hipnótico. Rock, Pop, experimentación y música de cámara son las fuentes desde donde la artista de la Costa Oeste se alimenta para elaborar su alabado trabajo.
El 2015 la estadounidense publicó ‘Have You in My Wilderness’ su última placa de estudio, y de esta se basó principalmente su set, “Lucette Stranded on the Island” y “How Long?” comprenden los primeros enlaces a ese álbum que ha sido elogiado por numerosos medios especializados. Como “una ciudad hermosa” se refiere a Santiago, y nos recuerda que esta es la primera vez que llega a nuestro país, agradeciendo a la vez por la asistencia al show. Asistencia que bordeó las 400 personas, lo que obligó a la producción a reducir el aforo solo a la parte baja del teatro.
Julia luce tranquila sobre el escenario, está dotada de un talento vocal y creativo que la ha emparentado con grandes exponentes como Laurie Anderson o Kate Bush, y queda bastante al desnudo esa asociación cuando la vemos en vivo al percatarnos en directo de su amplio registro, que me lleva a recordar también a Tori Amos o incluso a la legendaria Joni Mitchell, claro está que logra con ese abanico de influencias, desarrollar su propio estilo. No escatima en dar vuelcos y reinterpretar su obra con improvisaciones y mantener la tensión con silencios y cambios rítmicos que pasan de lo formal a lo experimental en cualquier segundo, incluso sumiéndonos en un trip psicodélico en más de una ocasión con efectos de delay que doblegan esas sonoridades inyectando etéreas emociones.
Cortes como “Feel Good” o en el encoré con “Goddes Eyes” fueron las que el público conectó con mayor efusividad, que en realidad no sé si catalogarla de esa manera, puesto que el recibimiento general fue bastante tibio en cerca de una hora y veinte minutos de presentación. Lamentable tratándose de una artista que renueva actualmente el pop alternativo con una incuestionable calidad, tuvimos la sorpresiva oportunidad de apreciarla en directo, finalmente se transformó en un privilegio solo para unos pocos.
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