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Sexo, Drogas y Rock & Roll: Bong, Sex and Violence

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Soy el típico nombre que eligieron mis padres como en un acto desesperado por conservar su joven y volátil identidad en un crío, soy producto del carrete, del mundo punk, del destierro familiar y la ira de los 80’s.

Soy Salvador Cadenas, apellidos Verdugo de la Hoz, si, así como lo leen, soy como el salvador y el anticristo a la vez, nací en una casa ocupa ubicada en el puerto de Valparaíso, mi padre apodado “El Verdugo” me concibió junto a mi madre “La Flaca Cadenas” en una tocata de los Fiskales, aprovecharon el alboroto para causar todo su escándalo sexual.

Cuando escucho Fiskales no puedo parar de imaginar a mi padre metiéndosela a mi madre hasta engendrarme, según ellos con amor, ¿pero qué clase de amor “delicado” puede nacer en una tocata punk, en plena dictadura en un clandestino de Valparaíso? Me cuesta bastante reconocer mi origen, y más aún mi crianza, entre hippies y punkys de la época, siempre drogados y amables, dispuestos a enseñarme como podía llegar a ser si les imitaba.

Estoy contándole ahora esta historia a la loca que me gusta, una caderona rapada que me tiene al borde del colapso cada vez que la veo, y si, no funcionó mucho la terapia de shock, porque estoy en este preciso momento tan drogado que salgo a cazar las teclas en éste tecnológico papel, hace tiempo que no me daba el tiempo de relatar mi biografía, que es bastante pintoresca. Tengo 26 años y no hice nada productivo por la vida, más que tocar batería en una conocida banda stoner acá en España, si, lejos de Chile, porque me pudrió ese país cuando coloqué la primera molotov en el pedagógico, supe que para ser libre tendría que emigrar.

Loreto (como se llama ésta anarquista que me tiene de los testículos) me preguntó cómo había perdido la virginidad, es más pendeja que yo, por ende le atraen los detalles de la sexualidad del otro, a mí ya me importa un bledo saber la antesala sexual de lo que me quiero comer, pero como me fascina soy capaz hasta de dibujarle un comic de lo que quiera saber de mí.

Veamos, tengo 15 años y es verano del 2004, había una tocata de Machuca a la que quería ir, mi vieja que ya poco o nada de punky le quedaba, no me quería dar permiso porque había repetido primero medio, pero como buen rebelde desde la matriz me arranqué, Camilo (un punky loco de 22 años y uno de mis mejores amigos) me estaba esperando a la vuelta en su Daihatsu Charmant celeste, con los Misfits a todo volumen y una nube de humo que se alcanzaba a sentir desde el pórtico de mi casa, corrí y me subí antes de que mi mamá pudiera reaccionar, porque me había tirado del segundo piso y claramente metí más bulla que la cresta. Al llegar, la tocata había terminado, porque los vecinos llamaron a los pacos, así que unas locas que evidentemente le tenían hambre al Camilo, nos invitaron a un after en Santa Rosa, era la casa de una de ellas, cuando llegamos había una banda hardcore tocando en el living y como 30 personas, entre drogados y borrachos escuchando, mientras se sacaban la mierda a combos y patadas, entonces pasa una flaca de pelo rojo, mucho mayor que yo, me convida unas fumadas de su bong –fuma con calma cabro chico que no es agua lo del fondo, me dijo.

Yo entusiasmado por ponerme a tono con el entorno ni pesqué la advertencia, pasaron los minutos y todo empezó a dar vueltas, me habían dicho que si le ponías bueno al bong te podías ir a la cresta, pero yo la verdad jamás pensé que fuera así de fuerte, subí a duras penas al segundo piso de la casona, buscando un lugar donde anclarme, en eso encontré un sillón cama, bien rancio pero en ese momento fue para mí como el pesebre del “niño Jesús” ja,ja,ja, me eché y cuando estaba por fin por pegar la pestaña, siento que alguien se acuesta a mi lado, estaba todo oscuro así que no caché si era hombre o mujer, pero como me sentía tan para la cagá me hice el hueón y seguí en mi intento por bajar, en eso siento que me meten la mano por debajo de la polera, y empiezan a acariciarme, me asusté porque pensé que era un hombre, entonces me dicen –calma cabro chico, soy yo nomas. Y claro, era la culpable de mi estado, la misma que me había dado la sentencia de apagón de tele  una hora antes con el bong, entusiasta y atrevida se confía del momento y de un zarpazo baja a mi miembro, que a pesar de mi estado, independiente,  él se activa.

Tenía manos mágicas, hizo que un muerto reviviera como si adrenalina le hubieran inyectado, me di vuelta y empecé a besarla atarantadamente, ella sin ningún problema se subió la falda y me llevo la mano a su entrepierna, húmeda y caliente, nunca había sentido tal cosa.

Entonces la banda para de tocar y empieza a sonar a todo volumen The Exploited con  Sex and Violence, ella se sube sobre mí, se corre la pantaleta para el lado e introduce mi pene hasta el fondo, empieza a moverse al son del bombo de Dru Stix y a gemir como maniática, cuando la batería comienza a  ponerse más lenta le aviso que estoy por irme, se levanta y me toma de las manos, colocándose en cuatro –acaba aquí, apuntando su culo. Acabamos, ambos y no es mentira, ella se da vuelta me pregunta si me gustó, yo con cara de pollo le digo que sí, se levanta y me deja ahí con toda mi humanidad al descubierto. Lejos ha sido la mejor experiencia de sexo que he tenido, aún no la han superado.

Al terminar de contarle esta historia a Loreto, me deja en visto y me elimina de Facebook, la volví a ver pero no me saluda, ahí caché que lo anarquista y extrema era solo una pantalla.

Flaca, si pudiera volver a verte te pediría matrimonio, y a nuestro hijo le pondría “Bong”.

Por K.O.

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Noticia publicada por el área editorial.

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