Por Litta
Lo vivido este lunes en las catacumbas de Blondie fue un culto absoluto al tecnicismo y al swing, hecho que solo el doom metal nos puede regalar en una sola pasada. Los suecos de Candlemass llegaron no solo para brindar un íntimo recorrido de su trayectoria y legado musical a través de esta presentación, también vinieron a demostrar que el tiempo ha servido como aliado en el sonido de su última producción, el álbum Sweet Evil Sun, razón principal por la que estuvieron de visita en nuestro país. Si bien es cierto que lo atractivo de bandas como esta es la longevidad de sus integrantes, en muchos casos es la causa de sus disoluciones, pero aquí tenemos a una agrupación que ha sabido prevalecer con una deliciosa línea sonora que ha sabido potenciarse con el paso del tiempo, la cita se dio con dos teloneros nacionales, Blackflow y Capilla Ardiente, ambas grandes agrupaciones que pertenecen a la selecta oscuridad de nuestras tierras, en las que además podemos encontrar integrantes de bandas legendarias de la escena.
Era difícil antes ver teloneros tener un show de calidad y esto no lo digo respecto a lo musical, sino que muchas veces en el pasado éramos testigos del vacío en los recintos, sin publico era muy difícil decir que eran legítimamente teloneros o bandas de prueba de sonido. Hoy el panorama cambió y de esto hemos venido dándonos cuenta hace mucho tiempo, en esta oportunidad la puntualidad de Blackflow y la productora Atenea dieron en el clavo junto con la anérgica respuesta de los asistentes, lo que hizo del inicio de esta jornada una atmosfera perfecta para emprender el ritual sonoro. La segunda agrupación, Capilla Ardiente, condensaron los sonidos a un punto sin retorno, dicha densidad con la que expresan su música es irrefutablemente consecuencia de la trayectoria de sus integrantes, con un setlist modesto que profundizó en la relevancia de tener un telonero a la altura del tecnicismo que Candlesmass nos derrocharía.
El día anterior varios veníamos despertando del agotamiento y la emoción de haber vivido un Metal Fest, estábamos prácticamente dispuestos a presenciar un espectáculo grácil y lúgubre, quizás con expectativas poco ambiciosas pero, nos encontramos de frentón con una muralla acorzada de cabezales y sonido análogo de la vieja escuela que no solo eran parte de la escenografía, estos realmente dispararon un parejo sonido que no varió en ningún momento, el carraspeo de las cuerdas y la sutileza con la que el bajo nos cimentaba el espacio para los solos de guitarra, fueron parte de los magnánimos momento que estos antiguos dioses del doom nos regalaron, con una solemnidad que ni en el mismísimo Metal Fest habíamos vivenciado y como no, si dentro de la alineación tenían hasta como figura invitada al capo Fredrik Åkesson (Opeth).
Un setlist inteligente y armonioso, que nos dio un magistral recorrido por todo el sonido, las elegidas para la primera etapa de este litúrgico e inmundo suceso fueron; Mirror Mirror, la ochentera rítmica de Bewitched, la crudeza de las cuerdas de Under the Oak, The Bells of Acheron, los engendros del Nightfall, Dark Are the Veils of Death y Samarithan, más el debut de su más reciente single Sweet Evil Sun, para finalmente arremeter con dos clásicos del ochentero legado de las maravillosas liricas de estos titanes, Bearer of Pain y Crystal Ball. Luego de un pequeño descanso, iniciaban la parte final con un encore preciso, con tres emblemas de su clásico y perfecto doom, The Well of Souls, A Sorcerer’s Pledge y Solitude, con los que sellaron el veredicto y nos hicieron difícil la tarea de dimensionar que Johan Langquist nos brindó acceso a otro plano con sus voces, absolutamente nadie se resistió al encanto de la oscuridad este lunes con sabor a muerte.
iRockers, en definitiva, fuimos testigos de un concierto perfecto sin precedentes, que demoró 7 años en volver a arribar en nuestro territorio pero que valió cada maldito momento de espera, porque sin estos regalos sonoros del oscuro mundo del doom y sus antiguos seres, la vida sucumbiendo a la muerte no tendría orquesta.
