Por: @jeff.qlo
Kerry King, el histórico guitarrista de Slayer, regresa a nuestro país con su nueva banda solista como headliner absoluto del Metal Fest 2025. Para muchos, Slayer era el fin de una era. Pero para King, era solo el cierre de un capítulo. Lo dejó claro desde el principio: “No tenía ninguna intención de dejar de hacer música”.
Junto a él se alza un verdadero ejército de veteranos del metal. En la batería, su compañero de mil batallas Paul Bostaph, con quien compartió los años más brutales de Slayer. En la voz, el desquiciado Mark Osegueda de Death Angel, quien aporta una intensidad hiriente y salvaje, capaz de canalizar el odio con cada verso. Completan la formación el guitarrista Phil Demmel, ex-Machine Head y Vio-lence, maestro de los riffs entrecortados y afilados, y el bajista Kyle Sanders, de Hellyeah, que entrega la base densa y poderosa que hace vibrar las entrañas.
Su primer álbum, From Hell I Rise, es todo lo que un fan de Slayer y del thrash metal más directo y violento podría esperar. No se anda con rodeos. Es rápido, feroz, con riffs que parecen salidos de un volcán y solos endemoniados que solo King puede entregar con tanta identidad. El disco no pretende cambiar las reglas del metal ni ofrecer fórmulas nuevas. Pero ahí está el punto: no necesita hacerlo. Es una descarga sincera, visceral, hecha por músicos que llevan décadas viviendo, respirando y sangrando metal.
La producción suena como si Slayer nunca se hubiese ido, pero con un nuevo fuego, una energía de reinicio. Las vocales de Osegueda no son un reemplazo, son una evolución: más salvajes, más filosas. El álbum tiene una crudeza que evoca los años más oscuros de Reign in Blood o God Hates Us All, pero también algo más sucio, más carnal, como si estuviera diseñado específicamente para provocar destrucción en vivo.
En una entrevista reciente, King confesó que muchas de las guitarras de este disco las grabó con la misma BC Rich Warlock que usó en los años ’80, decorada con cruces invertidas que él mismo quemó a mano con un soldador. Sí, lo artesanal sigue presente, y eso se siente en cada riff: hay historia, hay odio, hay mística.
¿Cómo será la recepción del público chileno? Siendo Chile uno de los lugares más intensos para el metal en todo el planeta y con una fanaticada que aún recuerda los shows de Slayer como rituales de sangre, lo más probable es que el caos sea absoluto. Este disco fue hecho para el escenario. Para romper cuellos. Para que los mosh pits se abran como la boca del infierno y nadie salga ileso. Golpes, sudor, cabezas girando, zapatillas volando: la esencia pura del metal en su estado más salvaje.
The Metal Fest se llevará a cabo este 11 de Mayo en Movistar Arena y aún quedan entradas disponibles a través de PuntoTicket.
