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La Neo Cruzada: La Iglesia, el Metal y la Epopeya de la Censura

En la historia de la música popular contemporánea, pocos géneros han sido tan persistentemente combatidos, malinterpretados y demonizados como el heavy metal y el rock.

Desde los púlpitos hasta los parlamentos, desde encíclicas hasta portadas de tabloides, la Iglesia Católica —junto a otras instituciones religiosas y conservadoras— ha alzado su voz en contra de un movimiento musical que ha encarnado, en sus distintas eras, el caos, la rebeldía, la sexualidad y la búsqueda del éxtasis más allá del dogma. Pero ¿por qué tanto miedo? ¿Por qué, entre tantas formas de expresión cultural, el metal y el rock fueron (y aún son) blanco de prohibiciones, exorcismos y titulares condenatorios? Este artículo no solo recoge episodios claves en los que la censura religiosa intentó sofocar el rugido eléctrico de guitarras distorsionadas, sino que también analiza cómo estas persecuciones, lejos de exterminar a los géneros, alimentaron su fuego, haciendo de ellos rituales sonoros que hoy forman parte del imaginario rebelde colectivo. Lo haremos desde una mirada documental, pero también antropológica: como si se tratase de crónicas de una liturgia paralela.

Como todo en esta sociedad global, existe un Génesis del Miedo, relacionado al demonio que se electrifica. A mediados del siglo XX, el rock n’ roll emergió en los Estados Unidos con figuras como Elvis Presley, Little Richard y Chuck Berry. Lascivia, cuerpos en movimiento y ritmos afrodescendientes: una combinación que para la Iglesia representaba la degeneración moral del mundo moderno. En 1956, varios pastores en el sur de EE.UU. quemaron discos de Presley mientras sacerdotes católicos condenaban su “bailar como si estuviera poseído”. Pero luego con la llegada del metal en los años setenta —con Black Sabbath al frente— la iconografía cambió radicalmente y los pentagramas, cruces invertidas, letras oscuras, se tomarían el poder del simbolismo musical. “Geezer Butler tenía una Biblia negra y cosas ocultistas en su casa”, recordaría Ozzy Osbourne décadas más tarde. De inmediato, la Iglesia respondió. En 1971, el Vaticano condenó públicamente los discos de Sabbath, Uriah Heep y Led Zeppelin, señalando que promovían “el culto a lo maligno disfrazado de arte moderno”.

La censura en América Latina tuvo dos de los casos más emblemáticos en Chile, uno de ellos fue el intento de censura a Iron Maiden. Durante su gira “Fear of the Dark”, la Doncella de Hierro tenía programado un concierto en Santiago. Sin embargo, una campaña encabezada por grupos católicos conservadores (apoyados por miembros del gobierno de transición democrática) intentó impedir el show. Se alegaba que la banda promovía el satanismo y la violencia. La controversia alcanzó tal nivel que el Arzobispado de Santiago emitió una declaración en la que instaba a los fieles a “no permitir que los hijos de la luz se confundan con los sonidos del infierno”. Finalmente, el concierto no se realizó, Bruce Dickinson, en entrevista con Rock & Pop en 1993, dijo: “Nunca vi tanto miedo ante unas canciones. Fue como tocar frente a una Inquisición moderna. Pero ese miedo nos hizo aún más potentes”.
Otro de los casos en nuestro país fue el de  Deicide en 2006. La banda estadounidense, conocida por su contenido anticristiano y blasfemo, fue vetada en varias comunas del país en 2006. Alcaldes vinculados a partidos conservadores (algunos con cercanía a movimientos católicos) impidieron el uso de espacios municipales para el evento. En un reportaje de TVN de la época, un sacerdote del Opus Dei afirmaba: “No es libertad de expresión invocar al demonio en una nación consagrada al Sagrado Corazón”. Pese a la oposición, el concierto fue reubicado y se realizó en un galpón industrial en Santiago. Glen Benton, vocalista de la banda, declaró: “Chile nos dio la bienvenida con crucifijos ardientes. Perfecto”.

En el mundo se dieron los Juicios Sonoros y uno de ellos, –el más conocido–, fue la caza de Judas Priest en EE.UU. el año 1990.  Aunque no está directamente relacionada con la Iglesia Católica, el caso de Judas Priest es emblemático. Dos jóvenes de Reno, Nevada, se suicidaron en 1985 mientras escuchaban el álbum “Stained Class”. Sus padres demandaron a la banda, alegando que mensajes subliminales los incitaron. Durante el juicio, líderes religiosos testificaron sobre “la influencia del mal en la música secular”. El caso fue desestimado, pero Rob Halford testificó con la Biblia en mano. “Esto no es un juicio contra nosotros. Es contra toda una cultura que ustedes no entienden”, declaró. Ese juicio evidenció cómo el metal fue convertido en chivo expiatorio por instituciones incapaces de afrontar sus propias crisis (como el abuso clerical que estallaría una década después).

Desde una perspectiva cultural, la apropiación de la simbología religiosa católica por el metal constituye un fenómeno complejo y multifacético, trascendiendo la mera rebeldía estética para adentrarse en una profunda interacción con sistemas de significado históricamente arraigados en la psique colectiva occidental, pues los símbolos son inherentemente polisémicos, cargados de interpretaciones diversas que varían según el contexto cultural e individual, y la rica historia de arte, rituales y narrativas de la simbología católica ha permeado profundamente la cultura occidental, resonando en el imaginario colectivo incluso para los no creyentes, de manera que cuando bandas como Mercyful Fate, con su teatralidad que juega con la iconografía cristiana, o БАТЮШКА, que confronta y deconstruye directamente estos símbolos, toman estos elementos y los recontextualizan, los despojan de su significado canónico para investirlos de nuevas interpretaciones, un acto que puede entenderse como apropiación cultural, donde una subcultura (el metal) toma elementos de una cultura religiosa dominante (el catolicismo), pero que a menudo funciona como una forma de dialogar, confrontar o subvertir el poder simbólico de la religión, ya que el metal, como género históricamente ligado a la disidencia, explora temas de oscuridad y sufrimiento, encontrando en la imaginería católica un lenguaje visual y conceptual poderoso.

Bandas como Behemoth, por ejemplo, utilizan la imaginería satánica y anticristiana no como una adhesión literal, sino como una metáfora de la rebelión contra estructuras de poder y normas sociales, donde la Iglesia Católica ha tenido un papel histórico significativo, convirtiendo la inversión de símbolos sagrados en un acto de iconoclasia simbólica que desafía la autoridad tradicional, y es crucial considerar la recepción de esta simbología por la audiencia del metal, donde las interpretaciones varían desde la ofensa hasta la reflexión profunda o la simple apreciación estética, revelando el diálogo intercultural, como una confrontación con el poder simbólico religioso y una exploración de temas existenciales a través de un lenguaje visual y conceptual arraigado en la historia cultural occidental, cuyo análisis antropológico desvela las múltiples capas de significado y las dinámicas de poder subyacentes.

Entre lo que es el púlpito y el escenario podemos rescatar  una mirada antropológica a estas reacciones conservadoras, las que pueden leerse como una defensa ritual de la hegemonía simbólica. La Iglesia, al ver su monopolio narrativo amenazado por jóvenes con chaquetas de cuero y discos de vinilo, responde como toda estructura de poder y con sus artilugios como la represión, deslegitimación y censura. Pero el metal no es sólo música. Es rito, es comunidad, es expresionismo. En contextos de represión —dictaduras, transiciones frágiles, crisis económicas— el metal ha funcionado como lenguaje de resistencia. Y como todo lenguaje perseguido, ha encontrado formas de sobrevivir y mutar para ser más duro, más fuerte, más underground.

Paradójicamente, cada intento de censura impulsó la popularidad del metal. Las bandas vetadas se convirtieron en leyenda. Las letras prohibidas se copiaban a mano. Los conciertos clandestinos se transformaron en actos políticos. Hoy, mientras el Vaticano lanza declaraciones sobre inteligencia artificial y crisis climática, el metal llena estadios en países antaño reprimidos. La censura religiosa contra el metal y el rock no ha logrado —ni logrará— silenciar su poder simbólico. Al contrario, lo ha amplificado y fortalecido. Cada excomunión, cada panfleto condenatorio, cada prohibición ha sido un ladrillo más en el templo profano que miles de almas construyen cada vez que suena una guitarra distorsionada. Así, el metal no es el enemigo de la fe. Es su espejo oscuro. Y quizás, en ese reflejo, la sociedad de hoy —más diversa, más laica, más consciente— ha aprendido que la libertad no se reza. Se grita.

Censura religiosa en el rock y el metal – Episodios clave:

  1. 1956 – EE.UU. – Elvis Presley
    • Suceso: Grupos religiosos queman discos y lo acusan de promover inmoralidad.
    • Institución religiosa involucrada: Iglesias protestantes y católicas locales.
    • Resultado: Aumenta su fama; el rock se expande como símbolo de rebeldía.
  2. 1971 – Reino Unido – Black Sabbath
    • Suceso: Declaraciones del Vaticano condenan su música por referencias oscuras.
    • Institución religiosa involucrada: Iglesia Católica.
    • Resultado: Ganan notoriedad; el metal se consolida como género contracultural.
  3. 1990 – EE.UU. – Judas Priest
    • Suceso: Juicio por presuntos mensajes subliminales tras suicidios juveniles.
    • Institución religiosa involucrada: Líderes religiosos conservadores (varios credos).
    • Resultado: Absuelta la banda; se visibiliza el prejuicio contra el metal.
  4. 1992 – Chile – Iron Maiden
    • Suceso: Campaña encabezada por el obispo Jorge Medina logra suspender concierto.
    • Institución religiosa involucrada: Iglesia Católica chilena.
    • Resultado: Se cancela el show; aumenta la popularidad de la banda en Chile.
  5. 2006 – Chile – Deicide
    • Suceso: Municipios niegan permisos por contenido anticristiano.
    • Institución religiosa involucrada: Grupos católicos conservadores.
    • Resultado: El concierto se realiza en lugar alternativo con éxito.
  6. 2011 – Polonia – Behemoth
    • Suceso: Vocalista procesado por destruir una Biblia en escena.
    • Institución religiosa involucrada: Iglesia Católica polaca.
    • Resultado: Tribunal falla a favor del artista por libertad de expresión.
  7. 2014 – Colombia – Watain
    • Suceso: Concierto cancelado por “peligro a la moral pública”.
    • Institución religiosa involucrada: Arquidiócesis de Bogotá.
    • Resultado: Show vetado por autoridades; se organiza concierto clandestino.
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Editora y Creadora de Contenido en iRock. Leal servidora del Rock, el Metal y los sonidos mundanos. Conductora en "La Previa" y Co-conductora en "Rock X-Files". | Mail: litta@irock.cl

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