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Conciertos

Live Review | Jean-Michel Jarre: La grandeza del espectáculo

Por Freddy Véliz

Electronica World Tour 2018 – 27 de Marzo, Movistar Arena

Al fin se concretó la visita del francés Jean-Michel Jarre a nuestro país, los años de espera terminaron, luego de la postergación del Electronica World Tour, que en un principio se realizaría en noviembre del año recién pasado, y por problemas contractuales se reagendó para este 27 de marzo, un martes en que los fanáticos casi no controlaban sus ansias, por ser testigos de un espectáculo esquivo por muchos años con este lado del planeta.

El músico, pionero de la electrónica, se caracteriza por la disciplina y pulcritud con que enfrenta cada uno de sus shows, nada deja al azar, por eso muchos meses antes, visitó personalmente Sudamérica para conocer y coordinar cada detalle en los recintos donde se presentaría. Todo eso queda claramente graficado al ver un espectáculo  al borde de la perfección.

Un Movistar Arena copado al máximo recibió al galo, que en la década del setenta, impuso un estilo que lo catapultó como uno de los músicos más innovadores de la escena mundial, logró posibilidades inéditas con una propuesta instrumental basada en el uso de tecnología de última generación, rayos láser y sintetizadores. Si en Alemania, conjuntos como Kraftwerk o Tangerine Dream exploraban cada uno de los recursos electrónicos desde una perspectiva menos masiva, que en esa época, la tecnología iba aportando a la creación musical. Jarre, por su parte, llevó sus experimentos a las grandes masas, generando espectáculos gigantescos, siempre acompañado de escenarios dispuestos en lugares estratégicos y de connotación histórica.

La inmensidad de sus espectáculos, dificultó la realización de largas giras, por lo complejo que significaba trasladar las toneladas de equipos necesarias para montar dichos shows, por lo que se había limitado hasta ahora, a realizar tours solo por Europa. Jarre con el Electronica World Tour, propone un espectáculo de menor envergadura comparado con sus grandes e históricas presentaciones, pero no pierde un ápice de esencia en lo visual y magnificencia sonora. Desde que se apagan las luces del recinto ubicado en el Parque O’Higgins, y se nos presentan unos cubos luminosos, cuyo efecto de tridimensionalidad nos introducen en una atmósfera, que nos envuelve bajo una explosión de imágenes que surcan nuestros sentidos, vislumbramos la grandilocuencia de lo expuesto. Jean-Michel aparece entre un muro de luces y en medio de sus instrumentos, su cocina, como él mismo define su lugar donde prepara verdaderas mezclas sonoras, siendo ovacionado por los  cerca de 12.000 espectadores, incrédulos de estar por fin viviendo la experiencia que significa un concierto del creador de obras, que están insertas en la memoria de por lo menos cuatro generaciones.

Acompañado de Claude Samar y Stephane Gervais que lo asisten con sintetizadores, percusión y vocoder, Jarre nos entrega un espectáculo mágico, que si bien, para los más puristas, su adaptación a los tiempos no siempre es bien recibido, por su incursión relacionada con el chill out, el dance, el dubstep, y la utilización de Plug In, pro tools, etc, que da una connotación alejada de lo análogo de su época clásica, debemos entender que la curiosidad innata por experimentar y buscar un lenguaje afín a los tiempos, lo hace uno  de los hombres que más ha desarrollado el uso de tecnologías en el ámbito musical, por eso su música es un paseo constante por distintas etapas de la electrónica. El uso de samplings y efectos delay, le aportan texturas sonoras que intensifican su sonido, el que se transforma en un muro implacable, complementado con el bombardeo de láseres y formas abstractas en constante movimiento. La utilización de cortinas  led, dispuestas en estratégicas posiciones, le da profundidad a la puesta en escena, creando una percepción tridimensional a lo expuesto.

Pero la música de Jarre, no es solo un ir y venir de imágenes efectistas y pomposas, detrás de todo hay mensajes asociados al cuidado medioambiental, como también sobre la invasión a la privacidad, que estamos expuestos actualmente, lo que se manifiesta directamente cuando interpreta “Exit” de su álbum ‘Electronica 2: The Heart of Noise’ del 2016, pieza compuesta junto al ex analista informático de la Cia. Edward Snowden, quien aparece en pantalla entregando un mensaje relacionado con el control que ejerce el poder, por medio de los datos, y la urgencia de luchar por valores comunes, antes de los individuales. Un corte intenso que invita al público a levantarse de sus asientos, y dejarse llevar por el rave, que se vive también cuando Jarre presenta “Brick England”, corte en sociedad con Pet Shop Boys, quienes prestan su voz en los samplers.

Imprescindibles son los clásicos como Équinoxe u Oxigène en sus distintas evoluciones desde la legendaria parte IV, donde el músico invita al público a encender las linternas de sus celulares, un acto que el mismo dice es poco ecológico (contraponiéndose al concepto de la pieza), pero que aporta un ambiente lleno de emotividad. Sus más actuales versiones, cosechan divisiones entre sus seguidores, pero ante esta esperada presentación, todo se vuelca en favor del francés, que va hilando algunas palabras en inglés y español, entre tema y tema, haciendo más cercana su presencia frente a la audiencia, quienes celebran en especial sus obras más reconocibles e históricas. El músico pronto a cumplir 70 años, demuestra una envidiable forma física, llena de vitalidad, y esto también se refleja en la capacidad de mantenerse al día con el sonido que él mismo impulsó hace más de cuarenta años. Fácilmente puede hacer bailar a los asiduos a las raves más actuales, o mantener hipnóticos a los que se entregan a este sonido de características espaciales y futuristas. Uno de esos momentos que sorprenden, aunque ya conozcamos que es uno de los más esperados, es cuando desde el centro del escenario aparece el famoso arpa láser, con el músico ejecutando “Time Machine”, en un high light que nos traslada a otra dimensión musical.

Una verdadera leyenda que hacia el final, y luego de retirarse por unos minutos del escenario, vuelve y pide que el publico deje sus celulares a un lado y participe con las palmas para disfrutar de Chronologie IV y el himno dedicado a las víctimas de la explosión del transbordador Challenger en 1986, “Rendez-Vois IV”, un momento sublime, repleto de sentido emocional y de celebración, con algunos fallos en el sonido en algunos pasajes, pero que no ensombrecen un espectáculo único, de esos que quedan impregnados en la memoria de cada asistente, quienes cumplieron el sueño de embarcarse en un viaje por la obra de uno de los artistas más reconocidos de la historia, de esos que logran traspasar gustos personales y estilos, amparado en la grandeza de su creación artística.

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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