29 de noviembre 2016 | Teatro Nescafé de Las Artes
Nota: Freddy Veliz O. | Fotos: Pablo Fuente Selman
Teatro Nescafé de las Artes recibió la tercera visita de los norteamericanos Tortoise a nuestro país, la última vez que pisaron suelo chileno fue el 2011 justamente en el mismo recinto ubicado en Manuel Montt.
A comienzos de año la banda compuesta por Dan Bitney, John Herndon, Doug McCombs, John McEntire y Jeff Parker editaron su séptima placa de estudio titulada ‘The Catastrophist’, luego de siete años de haber publicado ‘Beacons of Ancestorship’. El álbum ha recibido opiniones encontradas entre sus fanáticos, pero como todo lo que sale de las ideas de esta agrupación, es imposible que pasen indiferentes, al igual que sus presentaciones, que tal como lo vimos ayer 29 de noviembre, fue a tablero vuelto frente a una fiel audiencia que absorbe esos complejos sonidos que para el común de los mortales no siempre es fácil de digerir.
Como invitados en la apertura, la banda nacional La Ciencia Simple, compuesta por Edgar Sandoval, Rienzi Valencia y Diego Palomino en guitarras; Tomás Cornejo en bajo y Gonzalo Valencia en batería presentaron parte de su discografía de tres álbumes de estudio, en especial enfocados en mostrar su más reciente trabajo titulado ‘II III V’ publicado en abril de este año. La agrupación explora de manera sobresaliente en los sonidos post-rock a través de una propuesta instrumental envolvente, con un trabajo de capas creadas a partir de riffs de guitarra que nos sumen en atmosferas etéreas, muy bien complementadas con la base rítmica siempre apegada a mantener una estructura algo plana, pero que se ajusta y contribuye a la tensión que se va cimentando entre cada pasaje sonoro. En lo personal, la banda fue una verdadera sorpresa, dejan claro que detrás existe un trabajo serio y profesional, apoyados por buenos resultados en cuanto al sonido y elección del set, además de contar con el respeto de un público que casi llenaba el teatro a la hora de su presentación.
Cuando Tortoise aparece en el escenario frente a un backline compuesto por dos baterías enfrentadas en el centro, teclados, marimba, etc., el ex teatro Providencia lucía con sus butacas totalmente ocupadas. Tortoise ya es una verdadera leyenda del post-rock, considerados parte de la primera línea del género, siempre cuentan con un amplio grupo de fans que han seguido su carrera por más de veinte años y otro no menor que se ha ido sumando en el tiempo. La música de los oriundos de Chicago sorprende por su alejamiento de la obviedad, por lo tanto, ya sea en estudio o en directo, ellos nos desafían a ir descifrando su propuesta, repleta de texturas, improvisaciones y ese sentimiento de constantemente estar experimentando.
Basados mayormente en su última placa de estudio, Tortoise nos invita a viajar hacia otras dimensiones musicales, por momentos podemos ir descubriendo ciertas asociaciones a diversos estilos, pero lo menos que podemos hacer, es llegar a una etiqueta concluyente, el encasillamiento no está dentro del lenguaje de Tortoise, ni siquiera en sus músicos, que constantemente van intercambiando instrumentos, contraponiéndose hacia cualquier convencionalismo.
Si bien, su última placa a tenido atisbos hacia melodías más cercanas, lo que vimos ayer fue una explosión creativa de compases, estructuras y atmósferas que sobrepasan lo que tradicionalmente conocemos como canción, su énfasis en lo instrumental, que en cierta medida rompieron en un par de temas de ‘The Catastrophist’, pero que excluye de su show en vivo, provocan que con mayor razón nos desligamos de centrarnos en cada corte y nos entreguemos simplemente a volar a través de la riqueza de sus virtudes musicales. Una que el público agradeció con una gran ovación hacia el final de la presentación, obligando a los músicos a extender su siempre penetrante y cautivadora forma de enfrentar su arte.
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