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Live Review Internacional

The Damned en Chile: El Apocalipsis Punk que Esperamos Toda una Vida

Fotos Créditos: Jacqueline Riveros

Treinta, cuarenta, cincuenta años de espera. Para algunos, toda una existencia viendo cómo otras latitudes vibraban con la furia indómita de The Damned, mientras aquí, en este rincón del sur del mundo, la impaciencia se transformaba en leyenda. Pero la noche del 13 de marzo de 2025, la Blondie se convirtió en un santuario profano: las luces se atenuaron, un murmullo eléctrico recorrió la multitud, y la batería de Rat Scabies, como el retumbar de un trueno en el firmamento del punk, dio inicio a la misa negra que soñamos toda una vida.

Antes del apocalipsis sonoro de The Damned, la noche fue inaugurada por Mono Modo, una banda que, lejos de ser un mero aperitivo, se adueñó del escenario con una energía avasalladora. Desde el primer acorde, dejaron en claro que estaban allí para incendiar el recinto. Su sonido, una amalgama de post-punk visceral y garage oscuro, llenó el aire de tensión eléctrica. Los riffs afilados se entrelazaban con una sección rítmica implacable, mientras la voz, rasposa y desafiante, evocaba ecos de un Santiago subterráneo, de calles húmedas y rebeldía latente. Cada tema era un golpe directo a la médula, con letras que navegaban entre la alienación urbana y la desesperanza convertida en furia. El público, inicialmente expectante, se rindió rápidamente ante la intensidad de Mono Modo, transformando la pista en un hervidero de cuerpos convulsos.

El telón sonoro se abrió con “The Man With the Golden Arm”, un arranque cinematográfico que nos arrastró a una espiral de ansiedad y delirio. Y entonces, sin más preámbulos, “Love Song” estalló como un latigazo directo al corazón. Dave Vanian, un espectro de elegancia oscura, escupió las líneas con esa voz que desafía al tiempo, mientras Captain Sensible desgranaba riffs que parecían escritos con fuego.

La artillería continuó sin respiro: “Machine Gun Etiquette” nos recordó por qué The Damned no es solo una banda, sino una institución del caos organizado. “Wait for the Blackout” convirtió el recinto en un aquelarre de sombras danzantes, y “Lively Arts” nos regaló una ironía melódica que sonó más fresca que nunca. “The History of the World (Part 1)” nos envolvió en su melancolía distorsionada, una pausa casi cinematográfica antes de que “Plan 9 Channel 7” nos abriera una brecha en el espacio-tiempo.

El frenesí continuó con “Stranger on the Town”, himno de los solitarios urbanos, seguido por “Gun Fury (of Riot Forces)”, que rebotó como una bala perdida en el alma de la audiencia. “I Just Can’t Be Happy Today” fue coreada como una plegaria nihilista, y “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” nos sumergió en la teatralidad de un punk que nunca temió ser grandioso. La dedicatoria a Brian James en “Fan Club” hizo temblar hasta los huesos de los más veteranos, y “Eloise”, en su inconfundible grandilocuencia, se alzó como el himno romántico para los hijos del desorden.

Pero la violencia sónica no se detuvo ahí. “Born to Kill” rugió como un relámpago en la noche santiaguina, seguida de “Noise Noise Noise” y su furia tribal. “Ignite” incendió los últimos resquicios de cordura, y “Neat Neat Neat” nos lanzó a la locura definitiva, un remolino de pogo y gritos desaforados que convirtieron la sala en un infierno encantado.

Y entonces, el bis. “Curtain Call” fue un lamento épico, una despedida envuelta en ecos fantasmales. Luego, el caos absoluto: un solo de batería de Rat Scabies que reafirmó por qué es una deidad del ritmo salvaje. “New Rose” cayó como un golpe seco en la mandíbula, el big bang del punk británico, la semilla de todo lo que vino después. Y para el cierre, el doble golpe mortal: “Smash It Up (Part 1)” y “Smash It Up (Part 2)”, la declaración definitiva de que The Damned no solo sobrevivió al tiempo, sino que lo desafió con una sonrisa burlona. El público quedó exhausto, eufórico, con el alma remecida y la certeza de haber sido testigo de algo irrepetible. The Damned, al fin en Chile. La espera valió cada segundo, cada año, cada década. El punk, queridos míos, no solo está vivo: anoche, en Santiago, devoró el mundo.

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Noticia publicada por el área editorial.

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