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The post: La libertad de prensa como arma de doble filo

Por María José Sandoval.

 

Siguiendo con una gran lista de largometrajes, y en la previa a los premios Oscar, nos encontramos con una cartelera en donde gran parte de los filmes están siendo nominados.

The post, es una obra que sumerge en la trama e incluso recuerda a la pasada película de Tom McCarthy, Spotlight, que reencarna la labor de los periodistas en la sociedad, y cuyo filme se robó merecidamente el Oscar del año 2015 a mejor película.

Coincidencia o no, la película, también nominada a la misma categoría para este año, relata la experiencia del The Washington Post y del New York Times, en los años 70, habla sobre como ambos medios reaccionaron al tener en las manos los papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam y sobre cómo se ocultó información sobre Estados Unidos y su manera de interceder en esta.

Sin embargo, el filme de Steven Spielberg indaga en aristas un poco más allá de la investigación, y nos muestra escenas limpias, llenas de patriotismo, de superación y dramas personales, que desembocan en un hecho histórico.

 

La mujer en los negocios

En un principio, no se logra comprender cómo encajará Meryl Streep en esta obra, sobre todo luego de ver escenas sobre la guerra y la labor de los reporteros en ella, y menos después de ver aquella oficina abarrotada de papeles y de dedos rápidos que logran escribir frases adornadas, liderada por Ben Bradlee (Tom Hanks).

Pero no, la pregunta no era “quien es Meryl Streep” aquí. Una vez avanzado el largometraje, te das cuenta que la pregunta va ligada a “qué hará” Katherine Graham (Streep), en esta historia.

Y es que “Kay”, es un personaje de gran complejidad e importancia para el Washington  Post.

Amiga de grandes políticos, adinerada e hija del ex dueño de la “empresa” del Post, demuestra el papel insignificante de la mujer en el mundo de los hombres (los negocios), liderado por un hombre (Nixon, en este entonces) en Estados Unidos.

El Washington Post va a la baja, y necesita dinero y lectores fieles en los cuales sostenerse, y por otro lado tenemos a la nueva dueña, Katherine Graham, cuya empresa no la habría heredado ella, sino que su padre se la habría cedido a su esposo, y que luego del suicidio de este, Graham quedaría como nueva figura líder del diario.

Sin embargo, ¿Se ve como una líder?

La pregunta queda al aire y fácilmente respondida en las primeras escenas de Streep, en donde se le ve como una mujer pasada a llevar por las palabras de los inversionistas, en una gran mesa de una oficina, y sin ser escuchada, a pesar de su conocimiento en la economía de la empresa.

“Piénsalo, por algo su padre le dejó la empresa a su marido”. Más de una de estas frases dejan en claro que la figura de la mujer es vista con debilidad, además de la evidente inseguridad que estas situaciones le causan al personaje, sobre todo a la hora de tomar decisiones cruciales para el diario.

Allí es cuando Graham deja de ver al Post como “empresa”, cuando se da cuenta que su labor más allá de sí misma, y de “decepcionar” a los demás. Es cuando el Post, debe pasar de cubrir bodas, a denunciar la verdad, aunque eso pueda implicar que nuestra personaje pierda todo.

Pero también, es cuando debe tomarse en cuenta la fuerza de una mujer que debe convencerse a sí misma primero, y no ante la sociedad masculina, de que es capaz de desafiar incluso al estado por la verdad para la sociedad.

 

El arma de doble filo

Denuncias e ilegalidades. “Para los medios es fácil hablar de las errores de otros”, o eso pueden pensar algunos.

No. Hablar de lo ilegal, de “los más oscuros secretos de Estado” tiene un precio, y es que también puede ser ilegal, al menos así lo demuestra un Estados Unidos en los años 20.

El primero en pagar ese precio, resulta ser el New York Times, y aquí es cuando se introduce otro elemento en nuestra historia, y es la labor periodística en el mercado.

“El NYT nos ha ganado”, “¿Qué estamos cubriendo?”. El shock de la revelación de los secretos estadounidenses también requiere que sean la premisa, lo más leído, y los primeros en obtener el “notición” del año.

Aquí es cuando vemos la desesperación del medio de Washington por obtener el mismo estudio del Pentágono, de negociar con los márgenes de las ilegalidades, y de cómo algunos deben dejar de ver al gobierno como una autoridad para sobrepasar los límites de lo “correcto” y descubrir en el gobierno al enemigo.

Los papeles del Pentágono se convierten lo suficientemente deseables como repudiables, para convertirlos en la primera plana.

Spielberg utiliza elementos ya vistos como los teléfonos intervenidos, las llamadas secretas para dar la información, y escenas donde escuchamos al verdadero Nixon (en archivos de llamadas) y a su vez, vemos al ex presidente de espaldas, desde una ventana de la Casa Blanca, pero ayudan a contextualizar la época.

 

Para los gobernados

El personaje de Tom Hanks, Ben Bradlee, es otro que debe marcar la línea en medio de esta situación, ya que es el editor en jefe y quien debe a su vez, convencer a Graham sobre arriesgarse y continuar con la idea de publicar esta historia.

Además de esto, Bradlee es también quien trata de impulsar el medio escrito, en donde el NYT impera en el momento, y es quien crea la disyuntiva de denunciar el hecho, y correr el riesgo de que incluso los inversionistas de las empresas corran ante las posibles represalias, o quedarse cómodamente como espectador de una situación social critica.

Es interesante porque el personaje de Bradlee saca a la luz, bajo cuestionamientos personales y con sus compañeros, el escaso respaldo legal bajo la palabra “libertad de prensa”, y cómo el ventilar las situaciones que aquejan a la sociedad, pueden terminar en cárcel.

Sin entrar en más detalles sobre la película, Spielberg recrea el descontento social estadounidense de los años 70 y materializado en el primero de los escándalos del presidente Richard Nixon, una versión muy digerible, entretenida a momentos y materializada en una cómica comparación, a momentos, con Donald Trump y sus constantes vetos a la prensa en el país democrático, y que muchos críticos han hecho hincapié en esta similitud.

Dejando de lado lo último, una muy buena opción para buscar en tu cartelera debe ser “The Post” y que además de ser nominada a mejor película y como mejor actriz para Meryl Streep, está catalogada como una de las 10 mejores películas del año, y como la mejor película de 2017, dejando como sello una de las frases finales “…Servimos a los gobernados y no a los gobernantes”.

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Noticia publicada por el área editorial.

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