Nota: Marcerla Cubillos - Fotos: @crisrock_photography
Anoche se vivió la segunda y épica presentación en Santiago del icónico guitarrista sueco Yngwie Malmsteen, después de un fulminante sold out de entradas para este sábado 22 de octubre luego de su anuncio en Chile (razones por las que se agendó una segunda fecha para el viernes 21), lo que nos muestra que los dioses de la guitarra siguen encendiendo la llama en los fanáticos de siempre y sumando a nuevas generaciones que comienzan a descubrir con el mismo asombro que nosotros en los 80s a este héroe inmortal de la guitarra que es, por supuesto, la mayor influencia del subgénero del Metal Neoclásico e icono del shredding.
La responsabilidad de abrir esta noche estuvo a cargo del talentoso guitarrista nacional Claudio Cordero junto a Plasma Band, la que está conformada por grandes músicos como Elías Martínez en teclado y guitarra, Atilio Sánchez en batería y Rainer Hemmelmann en bajo. Cabe destacar que Claudio Cordero ganó el premio a mejor artista metal con su disco “Quasar” en Pulsar 2017.
El ambiente entusiasta y enardecido ya se asomaba entre los asistentes cuando en la prueba de sonido de Claudio Cordero junto a Plasma se lanzaron con todo dando la impresión de que el show había comenzado, donde se generó una atmósfera cálida de bienvenida mutua (luego de la pandemia) y una expectación de comenzar el headbanging. En pocos minutos se dio por iniciada la presentación con un sonido atronador de guitarras y percusiones progresivas que envolvían todo el Teatro Cariola. Finalmente obtuvimos una presentación sólida, brutal, virtuosa donde la relación con el público se tradujo en una afectuosa admiración que Claudio se ha ganado gracias a su tremendo trabajo, que también ha sido admirado por otros públicos como el mexicano, con el que tiene una gran conexión.
Pasando las 21:00 horas por unos minutos, se oyen los primeros acordes de lo que será el comienzo de lo que todos estábamos esperando, hasta que en la sombra se recorta la figura de Yngwie Malmsteen para dar inicio con “Rising Force” que rompió la espera en una explosión de sonido y fuerza que inflamó de inmediato el ánimo de los asistentes en un estallido de fuego y virtuosismo.
A lo largo del espectáculo no se dejó caer la intensidad (más allá de los pequeños break) la guitarra de Yngwie voló por los aires, se deslizó por su boca e hizo gala de la acrobacia con una técnica incorruptible, pasamos por distintas canciones de su basta discografía, con el disco Rising Force (5 canciones) Parabellum , lanzado el 2021 y que es la razón de su gira (3) por supuesto, el Concerto suite for electric guitar and orchestra in e- flat minor, op.1 (2), the seventh sign (2), facing the animal (1), entre otros. Además de covers geniales de Paganini a Bohemian Rhapsody y Deep Purple.
Jornada musicalmente redonda, donde si bien existe el fantasma de la personalidad de Yngwie, el deseo de que se conecte más con la banda y la audiencia más allá de la exhibición acrobática de velocidad y virtuosismo, debemos destacar la calidad y la historia, los artistas no son lo que nosotros queremos y por ello logran la genialidad, la personalidad de un dios no se crea de la noche a la mañana y sabemos que la divinidad pagana tiene luces y sombras, sombras que se pueden disipar cuando puedes hacer hablar en mil idiomas a una clásica Fender Stratocaster.