El sol que alguna vez brilló sobre las armonías perfectas de la Costa Oeste hoy amanece más opaco. Brian Wilson, cofundador, vocalista y cerebro creativo de The Beach Boys, ha fallecido este martes a los 82 años, dejando tras de sí una estela de música inmortal y una sensibilidad que cambió para siempre la historia del rock. Según informaron fuentes cercanas a la familia, el legendario músico murió acompañado por sus seres queridos, cerrando un capítulo tan glorioso como turbulento en la historia de la música popular. Wilson fue mucho más que un cantante: fue un visionario que supo traducir la complejidad emocional del alma humana en melodías que desbordaban belleza y honestidad.
Con “Pet Sounds” como su testamento artístico más venerado, Brian Wilson rompió moldes y elevó la música pop a una categoría casi sinfónica. Donde otros veían entretenimiento liviano, él veía un lienzo para la introspección, para los anhelos juveniles, la melancolía adulta y el amor en todas sus formas. Su lucha contra las enfermedades mentales fue tan conocida como su genio compositivo. Vivió entre la luz dorada de las playas y las sombras densas de su mente, componiendo himnos eternos como “God Only Knows”, “Wouldn’t It Be Nice” y “Surf’s Up”. Su voz —a veces frágil, a veces luminosa— se convirtió en el eco de una generación que aún sueña con olas interminables, amores de verano y libertad.
Bandas de todos los estilos, desde el rock alternativo hasta el metal más introspectivo, reconocen la influencia de su obra. Brian Wilson demostró que la innovación no siempre viene del ruido, sino también de la armonía y del riesgo de abrir el corazón. Hoy, el mundo de la música se despide de un ícono que nunca buscó serlo. Un hombre que, a pesar de las tormentas, siempre volvió al piano, a los estudios, a su arte. Que reinventó la tristeza en forma de armonías celestiales.
En su honor, que suene el mar. Que suenen los Beach Boys. Y que nunca olvidemos que detrás de cada canción aparentemente simple, puede habitar un universo entero.
Descansa en paz, Brian. Y gracias por la música.
