Por Felipe Canales - Fotos: @crisrock_photography
Una nueva jornada de metal se acercaba en el Club Blondie, y el entusiasmo se podía sentir desde temprano, en una jornada que presentaba toda la oscuridad y emotividad del metal de avanzada de parte de los estadounidenses Deafheaven.
El show comienza con Loud a eso de las 19:30, con un show sólido la banda de la quinta región logró conquistar a los asistentes que seguían llegando al recinto, de forma lenta por las calles cortadas en el centro de Santiago. La banda mostró parte de su discografía con una presentación de 30 minutos, calentando los motores para lo que se venía al final.
A eso de las 20:15 comenzaban los sonidos introductorios, anticipando el comienzo del show de Sectarian, encargados de abrir la jornada, y quienes se lanzaron en picada con una potencia arrolladora y una energía contagiosa, manifestada sobre todo por su bajista “Vicho” y su vocalista Fabián. Con la técnica brutal de Alejandro en baterías y los riffs y melodías de Sergio y Patricio, se lleva a cabo un show envolvente.
El comienzo demoledor es con “Through Out Weakness” y después de “Labyrinth”, se llevan una gran ovación del público, ya bastante numeroso. Anuncian “Reborn”, tema de su EP “The Core”, en donde muestran grandes recursos técnicos al servicio de una gran canción, con un final lleno de feeling. Luego, azotan con “Hipocrisy”, gran tema nuevo de la banda, para finalizar con “Clarity”, regalando discos y llevándose un aplauso sincero y muy caluroso.
Exactamente a las 21:15, Deafheaven sube al escenario mientras suena una intro. Los cuatro instrumentistas parecen cualquier hijo de vecino, algo nerds y con cero vanidad. Al final, George Clarke, vestido completamente de negro, es el encargado de imponer presencia y seducir al público con su voz y sus gritos capaces de desgarrar el alma.
La tromba parte con “Black Brick”, de una potencia atronadora y una emoción palpable y deslumbrante. El ambiente se va tornando tan pesado como emotivo, en un tema que te lleva de viaje por distintos estados durante 7 minutos y medio. “Sunbather” del disco del mismo nombre, mantiene el alerta, pero con una carga emocional y melancólica de niveles altísimos. Lamentablemente, a ratos se perdió la voz en este tema, pero cuando no se escuchó el canto, el público estuvo ahí para poner sus gritos y líricas en un acto de comunión con la banda envidiable. Cuando vuelve la voz, George sigue penetrando con toda su visceralidad, justo antes de unos arpegios celestiales que dan paso a un nuevo soundtrack de locura y pasión.
La emoción se desborda, el show es tremendamente catártico y se nota en todo el recinto. Hay un saludo de rigor, anunciando canciones del último disco de la banda, “Infinite Granite”, del cual se desprenden “Shellstar” e “In Blue”. Con la primera, llegamos a las capas de guitarras con delay en una construcción entre indie y post rock que le permite al vocalista dar rienda suelta a otro tipo de interpretación, más limpia y melosa, que también es parte de su sello. Y es que Deafheaven tiene características propias, personalidad, pero todo con una libertad creativa e interpretativa capaz de moverse y movernos entre distintos estados.
“Great Mass of Color” provoca un éxtasis total, un coro a todo pulmón de parte de la gente, que salta y se desvive por ser parte de esta experiencia. Kerry McCoy en guitarra va de frente al público, junto a un muy feliz y expresivo Chris Johnson en bajo y segunda voz. Shiv Mehra está un poco más escondido, pero pegando fuerte junto a su guitarra y teclados, mientras Daniel Tracy es un motor a toda prueba con su potente batería.
“Canary Yellow” va de corazón a corazón sin escalas, en un ritual apoteósico y con un público que parece a punto de explotar, con un asomo catártico y furibundo. Luego de “Mombasa”, se van, cuando ha pasado 1 hora de show, volando y disfrutado. Obviamente regresan, con un encore que luce a “Brought to the Water”, un tema que fácilmente podría estar en cualquier disco de black metal, y que no dejó a nadie indiferente con su enérgico vendaval. El final llega con “Dream House”, la cual causa una locura mayúscula y las mayores manifestaciones de éxtasis de la noche, en donde la gente lo dio todo y más.
La complicidad entre banda y audiencia fue total, con un muy buen sonido y una interpretación de temas que ingresaron y apretaron el alma de cada uno de los asistentes, quienes parecían liberar sus preocupaciones en cada salto, grito y emoción, que los dejó más livianos y plenos gracias a una de las mejores presentaciones en vivo en lo que va del año. Maravilla de show.