Hace casi dos décadas, Quentin Tarantino quería que Metallica apareciera en el soundtrack de la película del 2003, Kill Bill; pero cuando Lars Ulrich leyó el libreto, no pudo entender la historia y por lo tanto se negó a participar. El baterista comentó que ese momento se convirtió en uno de sus errores favoritos.
Ulrich reveló que Tarantino había hecho las coreografías de las escenas de pelea, para coordinarlas con las canciones “Enter Sandman” y “Sad But True”.
El baterista explicó como ocurrió la conversación con el director de cine, en una cena para contarle con lujo de detalles el proyecto.
“Han sido los 30 minutos más surrealistas que he vivido, con Quentin Tarantino a seis pulgadas de mi cara, con sus ojos danzantes, intensamente animado, explicando con detalles minuciosos la forma en que había escrito y coreografiado las dos escenas principales de la pelea. Así que la magia del cine de Tarantino se casó con la música de Metallica convirtiéndose en un 11”, comentó.
Tan detallada fue la explicación del cineasta que Ulrich se imaginó a si mismo viendo la película que estaría terminada en 18 meses, disfrutando de “la mayor unión entre la música y el cine que el mundo jamás había visto”.
Pero la magia se desvaneció cuando Tarantino le envió después el libreto de 180 páginas. “Página por página, me di cuenta de que la mayoría fue escrito en un lenguaje que estaba fuera de mi ámbito de la comprensión”, recuerda Ulrich.
“Yo nunca había leído un relato como éste, en conjunto, para mí, una cultura muy ajena de las artes marciales y los mitos asiáticos. No pude entender a través de mi terca cabeza danesa a Kill Bill. Fui incapaz de apreciar su brillo”.
Como resultado de ello, el músico hizo caso omiso de su instinto, y en vez de dar permiso a Tarantino para que usara las canciones, simplemente ignoró la oferta.
“Al final nunca lo volví a ver”, admite Ulrich. “Así que probablemente ha sido el error más grande que he hecho.”, concluye el baterista.
