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Ginny & Georgia T3: No todo acto de maldad proviene de una personalidad malévola

La nueva temporada de Ginny & Georgia establece matices para dejar de entender a las personas desde el todo o nada.

Todas mis reseñas son libres de spoilers. :)

La serie estrenada en 2021 por el gigante de streaming Netflix, parte de la premisa de no ser una típica historia de adolescentes con problemas amorosos, ir a fiestas y pasar por cambios y emociones difíciles de abordar, aunque evidentemente incluye estos tópicos para poder sostener su línea argumentativa, el verdadero trasfondo es mostrar a una madre que está dispuesta a cruzar los límites de lo permitido con tal de cuidar y proteger a sus hijos, y cómo sus acciones impactan en éstos.

Desde ahí, ya marca una diferencia respecto al resto de símiles que existen en el amplio catálogo de la plataforma. Las temporadas 1 y 2 caminan por un hilo tenso que va extendiéndose hacia atrás y hacia delante, conectando pasado con presente y anticipando lo que se vendrá hacia el futuro, pero se mantiene con un tono que no deja de ser humorístico y repleto de drama adolescente. Originalmente creada por Sarah Lampert y Debra J. Fisher, esta última abandonó el proyecto tras el término de la temporada 2, y la nueva entrega de Ginny & Georgia permite teorizar el motivo de su salida.

La temporada 3 es densa, una clase magistral de giros y arcos de personajes que se ve escasamente en producciones televisivas, como fue el caso de Breaking Bad. Naturalmente, poco tiene que ver con manejar un negocio de metanfetamina, pero comparte la misma línea estructural que provoca el efecto de no ser una tonta serie adolescente más: existe un personaje principal en el cual sus motivaciones, y por consecuente sus acciones, están movilizadas por una pérdida progresiva de la moralidad y donde su humanidad se ve constantemente puesta en jaque por las situaciones que enfrenta. Una batalla constante de antagonismo por parte de la vida misma que van llevando al personaje hacia un punto de inflexión sin retorno, y que tal como se ve en la narrativa de Breaking Bad, arrastran y hunden a todos quienes les rodean junto a ellos.

Si la propuesta ya era intensa, la salida de Fisher pudo haber significado la expansión de una historia trágica a una verdadera historia de terror. Cada capítulo se va poniendo progresivamente más complicado, enredado y caótico. Está diseñado para sentir la misma incertidumbre que siente el personaje principal, Georgia, y a su vez, la desesperación de no saber qué más podría continuar saliendo mal. A partir del tercer capítulo, estar al borde de la silla comiéndose las uñas deja de ser una opción y pasa a ser la única forma de poder continuar observando la caída de Georgia Miller y los personajes que están atrapados en su red de mentiras y engaños.

En esta ocasión, no se trata solo de Ginny ni de Georgia. La construcción dramática del guion permite, de forma impecable y a diferencia de las temporadas que le preceden, profundizar en las historias de personajes cuya historia solo se conocía superficialmente, restándole importancia a sus batallas internas. Ahora, al espectador se le permite aprender las dificultades que han estado experimentado las amigas de Ginny, los amigos de Georgia, y la carga emocional que sostienen sobre sus hombros sus hijos. Ya no se trata de simplemente mencionar temas como la depresión, la bulimia, el abuso, la violencia o la adicción, sino de adentrarse en ellos, saber cómo actúan, desde dónde se originan, y los patrones a los que, como amigos o familiares, se debería estar atento para saber cuándo intervenir.

Pero si hay algo que necesita ser destacado con creces en esta tercera parte, es el tratamiento con una perspectiva de género como protagonista, que es, sin lugar a duda, el punto fuerte a través del cual la historia consigue tocar fibras ocultas y volverse una de las temporadas más sensibles y dolorosas de toda la serie. La trama se desenvuelve en el juicio que enfrenta Georgia Miller por el asesinato de Tom Fuller, cliffhanger que dejó el término de la segunda temporada, y por el cual es duramente juzgada por la opinión pública, junto a eso, su cruda historia de vida es tomada como una parafernalia, viendo cómo es revictimizada en múltiples ocasiones por los medios televisivos y de prensa. Todos hablan de la historia de Georgia como si fuese la suya, excepto quien la vivió en carne propia. Es una crítica evidente al pésimo y mediático manejo social de las víctimas de violencia de género, y plasma a la perfección lo desesperante que se torna el no sentir control sobre tus propias vivencias que generaron un profundo trauma en tu desarrollo.

La perspectiva de género es un personaje más dentro del relato, y va adquiriendo mayor fuerza y protagonismo a medida que el personaje principal va decayendo. Es una crítica social que nos invita a reflexionar, a tener cuidado con la cultura de la cancelación, y a no pensar en extremos sino más bien en matices, nos invita a cuestionarnos ¿realmente puedo juzgar a una persona por sus acciones si no conozco las situaciones que la llevaron a ser de la forma que es hoy? ¿y si toda falta moral viene necesariamente acompañada de una falla sistemática a un niño que nunca pudo sentirse a salvo?; no busca justificar ni hacer exenta de consecuencias a las decisiones que se toman como niño y que se mantienen tomando como adulto, por el contrario, expresa de forma clara que todo lo que hacemos tiene consecuencias, pero no justifica ser apedreados públicamente cuando no todo acto de maldad proviene de una personalidad malévola. Extiende el relato básico y sencillo de “hacemos cosas malas porque somos malos” y lo lleva a uno que entrega matices, explicaciones, vivencias y, por sobre todo, carencias.

Inclusive, es capaz de ahondar en las consecuencias graves que puede llegar a generar el sentirse a salvo, para una persona que nunca lo había experimentado. Georgia jamás conoció la estabilidad, la seguridad ni la paz, vivió y actuó toda su vida en un estado de lucha o huida, un sistema nervioso desbalanceado que no le permitía sentir ni actuar de manera vulnerable, todo era por y para su supervivencia, y la de sus amados hijos. Sin embargo, todos los fatídicos errores que Georgia comete los realiza cuando se siente lo suficientemente segura como para mostrar humanidad. Cada falta que la va hundiendo fue cometida cuando se permitió confiar y querer ayudar a otros. De ahí que Georgia toda su vida estableció la vulnerabilidad como una debilidad, ello, refuerza la narrativa de por qué este personaje no puede conocer otra forma de actuar que no sea desde la supervivencia.

A pesar de toda esta maravillosa y contundente construcción y trabajo de tratamiento narrativo, el final se siente vacío, de rápida resolución, e inconcluso. No hace falta pensarlo con demasiada profundidad, debido a que la cuarta temporada de Ginny & Georgia está confirmada, resultaba evidente que el final debería dejar más dudas que respuestas, más piezas que faltan por sobre un puzzle resuelto.

Dicho esto, la tercera temporada de Ginny & Georgia supera con creces sus antecesoras, demostrando que no buscan ser una historia típica de adolescentes, sino una historia realista, porque sí, no todos los adolescentes y adultos tienen como máximo problema una ruptura amorosa, un amor no correspondido o mal rendimiento académico. La gran mayoría sí enfrenta problemas graves, maltrato, abuso, adicción, depresión severa, errores imperdonables, decisiones que no tienen reparo, y un sinfín de realidades que son profundas, densas, dolorosas, agobiantes y estresantes. Es una renovación de narrativas, de propuestas cinematográficas y televisivas, una actualización de las temáticas que ahogan en el presente a los consumidores, niños, adolescentes y adultos, todos compartiendo la necesidad de ser representados y visibilizados con las complejidades de las distintas realidades que enfrentamos como seres humanos. Así, se transforma en una serie representativa del trauma y la resiliencia, con errores incluidos.


Written By

Audiovisual, amante del metalcore y las emociones humanas. Me gusta retratar en mis escritos lo que sienten las personas en los conciertos y analizar el metal desde el desarrollo personal de los artistas ♡

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