9 de Marzo 2018 | GREZ blues & jazz bar
Nota: Litta
Carlos Elliot, Jr., se aventuró desde su ciudad natal de Pereira, Colombia, en el delta del Mississippi hace unos años para aprender a tocar el blues de los creadores del género. Él absorbió las lecciones que le enseñaron personas como R. L. Boyce, T-Model Ford, Big Jack Johnson, Little Joe Ayers y Robert Bilbo Walker. Carlos encontró un hogar musical en el infame Big Red’s en Clarksdale y se unió a la banda The Cornlickers: Bobby Gentilo en guitarras y voces, Tony Ryder en el bajo y Dale Wise en la batería. Después de haber sido la banda de apoyo de Big Jack Johnson hasta su fallecimiento en 2011, The Cornlickers tenía todas las virtudes que Carlos necesitaba para desarrollar su propia marca del blues.
El pasado viernes tuvimos algunos la maravillosa oportunidad de compartir junto a su singular y honesto Blues, uno que revindica el canto a la cotidianidad y que nos hace cercanos sin siquiera conocernos, esa esencia que en algunos pasajes del genero en la actualidad yace completamente adormecida, pero que a través de las letras y el carisma de este cantante y sus músicos podemos volver a sentir en cada estrofa.
El conocido Grez Bar fue el responsable de recibir a este virtuoso músico y compañía en su primera parada en el país, quienes con extremo cariño conectaron su blues con la audiencia chilena. Lo que llamó la atención fue como esos tres personajes en el escenario llenaron cada espacio sonoro, con la instrumentalización tan sencilla que portaban, es admirable como la proyección del sonido se sintió de manera pulcra hasta el último rincón del bar, incluso sin contar con un bajo, el apañe absoluto de las notas graves se percibió de forma precisa.
No todo fue música, el trasandino Rubén Vaneske, quien acompaña a Carlos en esta gira se dio unos minutos para hacer referencia de un tema incluso olvidado por nosotros mismos y dedicó sus palabras a la problemática actual con la industria semillera y la implacable monopolización de este recurso, también el cantautor cedió sus intermedios para hablar sobre la hermandad entre personas, mostrando su completo rechazo al racismo y exponiendo su amor por la tierra, las costumbres y todo aquello que nos vuelve mas humanos pero que hoy está cada vez más lejos de nuestras realidades.
Una noche de blues consciente, de ese que no escuchábamos hace mucho pero que nos dejó a todos con ánimos de seguir escuchando ese tan añorado canto a la vida, a la gente y a la realidad.
