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Live Review | Red Hot Chili Peppers: Una noche ardiente

17 de marzo 2018 | Lollapalooza Chile 

Nota: Freddy Veliz | Fotos: Carlos Müller (Lotus)

 

La segunda jornada de Lollapalooza tuvo como principal headliner a la banda norteamericana Red Hot Chili Peppers, quienes se habían presentado en el mismo festival el año 2014, no con muy buenos comentarios al respecto. Este año se repitieron el plato, y las expectativas de que esto superaría su anterior pasada, se hacían sentir entre los que habían tenido la oportunidad de verlos aquella vez. Al parecer, el conjunto logró superar las falencias en el sonido que habían acusado el 2014, y eso fue un punto a favor, desde que Flea , Chad Smith y el guitarrista Josh Klinghoffer nos introducen en una catártica jam antes de iniciar el set con “Can’t Stop”, el probado éxito del álbum By the Way del 2002. Chad Smith detona un pequeño solo de batería, mientras  Flea grita frases como “Mucho amor Chile, mucho amor por siempre”, antes de proseguir con “Dani California” y “Scar Tissue”. Hasta ahí, todo se desarrolla perfecto dentro de lo esperable, a pesar de la por momentos fallida ejecución de Josh, quien nunca logra empoderarse por completo de los clásicos que alguna vez hizo magistralmente John Fruciante.

Desde ese momento, y como una espesa bruma, el show comienza a entrar en un estado agobiante, ¿Dónde quedó esa banda explosiva y creativa de los noventa?, al parecer desapareció con el tiempo, debido a esa obsesiva forma de repetir una fórmula ligada a cadencias que llegan al borde del letargo. Entendemos que los años pasan, y que muchas veces las ideas se agotan, la energía de la juventud también, pero Red Hot Chili Peppers dejaron una marca registrada que no han sabido mantener, en una presentación sin dinamismo, con muchos espacios dejados al silencio entre canción y canción, lagunas que podrían ser aprovechadas por último para conectar con el público, pero no, la banda se embarca en un repertorio que nunca llega a reventar en cuanto a respuesta de este.

Los pocos momentos que nos auguran un levantamiento del espectáculo, están más bien dirigidos al tremendo trabajo interpretativo de Chad Smith y Flea, dos monstruos en sus instrumentos. Flea, en varias ocasiones improvisa con el bajo y atisba en crear ciertos quiebres en el show para darle mayores matices, pero no es totalmente fructífero su intento, debido a que el set armado continúa enfrascado en la parsimonia de temas como “Strip My Mind” o “Dark Necessities”, esta última, del disco The Getaway del 2016, la más reciente placa de la agrupación.

Anthony Kiedis, mantiene un gran estado físico, salta y corre a través del escenario, pero su voz está desgastada y se notan los esfuerzos que hace por intentar llegar a notas altas, debiendo conformarse con bajar el tono. El cantante se ahorra las palabras, y prácticamente no se comunica con el público, lo que genera una distancia que quita complicidad entre las partes, a diferencia por ejemplo, a lo que ocurrió el día anterior con Pearl Jam.

El cover de “I Wanna Be Your Dog”, original de los legendarios The Stooges, logra romper por un momento el hielo, una versión que se une a “Right on Time” impregnando un poco de la furia del punk rock, furia que el conjunto deja rápidamente para seguir con “Go Robot” de su último álbum, y seguimos embarcados en un mar sin olas, calmo y sin amenazas. “Californication” es uno de sus grandes hits, incluido en el álbum del mismo nombre, y que marcó el regreso de Frusciante terminando el siglo XX. Josh Klinghoffer lamentablemente no le hace justicia a lo hecho por el ex guitarrista, y destruye uno de los solos más representativos de esa era. El concierto mantiene la tónica hasta recién provocar al público que canta y salta en masa con “Suck My Kiss”, clásico del emblemático “Blood Sugar Sex Magik”, bajando nuevamente las revoluciones con “Soul to Squeeze” y pisar un poco el acelerador con “By The Way”, estimulando a la fanaticada que parecía estar dormida en las puertas de un encore, que en lugar de retribuir con energía, aparece Klinghoffer con guitarra en mano para tributar al desaparecido cantautor Jeff Buckley con la introspectiva “Love You Should’ve Come Over”, recibiendo a la banda de vuelta para despacharse “Goodbye Angels”, un corte que sigue la línea cadenciosa y sin novedad que nos ofrecen desde hace ya bastante tiempo. Para el final, “Give it Away”, el éxito que los catapultó a la fama mundial en 1991, como una banda atrevida e irreverente, con energía y un cúmulo de ideas que conquistaban al planeta en una de las apuestas más originales de la década.

Lo que presenciamos ayer fue un show discreto, sin mayores sorpresas con una banda que entendemos no vive del pasado, pero que su actual momento creativo no impresiona, y este se proyecta en un concierto que pierde peso y sustancia. El conjunto tiene una nutrida lista de temas clásicos que bien podrían introducir para otorgar mayor dinamismo a su show, en cambio optan por canciones que claramente no inquietan. El sello que los hizo romper esquemas, dio paso a creaciones inofensivas, que terminan por agobiar a una parte del público que comienza a retirarse antes de que termine la presentación, una señal de que daba lo mismo esperar los fuegos artificiales al termino del show, lo único que de alguna forma le dio calor a un espectáculo frío, bastante alejados de lo que su mismo nombre nos indica.

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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