La carne del mundo está podrida desde hace siglos. No es una metáfora, es historia viva, es política en descomposición, es el amor entre verdugos. Pero pocos tienen el coraje de mostrarlo sin maquillaje. Pungent Stench lo hizo, y no con discursos, sino con un beso entre cadáveres.
En 1991, el trío austriaco Pungent Stench lanzó uno de los discos más infames, ambiguos y viscerales del death metal europeo, y en lo personal uno de los mejores productos liricos y sonoros de la historia del género. Hablo del Been Caught Buttering. Pero no fue solo la brutalidad de los riffs ni la lírica necroerótica lo que convierten a este engendro en una joya de la historia en la música extrema. Ees en realidad su carátula, la gran obra dentro de la obra la que le brindó un lugar en el pasillo de la muerte. Una imagen que todavía hoy provoca arcadas, desconcierto y debates estéticos. Se trata de una composición de dos cabezas humanas reales, seccionadas y enfrentadas, unidas por un beso grotesco en la muerte. Esa carátula es una fotografía tomada por el provocador fotógrafo neoyorquino Joel-Peter Witkin, conocido por su trabajo con restos humanos, cadáveres, y su estética barroca de la podredumbre. Lejos de ser simple shock visual, la imagen funciona como una alegoría devastadora. Europa, tras la caída del Muro de Berlín, celebraba su aparente reunificación y victoria ideológica sobre el bloque socialista, mientras bajo la superficie el cadáver de la historia reciente seguía respirando, escondido bajo capas de maquillaje político.
La imagen del beso entre muertos se conecta directamente con otro beso que marcó el imaginario colectivo en la sociedad occidental, hablo del “mural del beso” en Berlín, ubicado en la East Side Gallery, donde se retrata a Leonid Brézhnev y Erich Honecker sellando un beso comunista entre labios endurecidos por el dogma. Esa imagen, basada en una fotografía real de 1979, que fue pintada por Dmitri Vrúbel en 1990 con la frase “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”. Más que una sátira o una burla, el mural se convirtió en un símbolo de la contradicción interna del sistema y en cómo la política se transforma en un verdadero teatro de lo infame, mientras que la ideología se prostituye como un afecto forzado e hipócrita. Pungent Stench reformó esta histórica visual y en su búsqueda por llevarla al extremo literal creó una de las portadas más brutales del Metal. En vez de un mural colorido y simbólico, colocaron sobre la mesa dos cabezas reales, besándose con las encías. Si Brézhnev y Honecker simbolizaban el abrazo incómodo entre sistemas en declive, Witkin mostraba lo que pasa después, cuando la representación muere y solo queda la carne.

En Austria, patria de nacimiento de Hitler y país atrapado históricamente entre la neutralidad forzada y la complicidad tácita, esta imagen no fue una casualidad. No se trataba de provocar por provocar o jugar a ser los jóvenes rebeldes. Era un gesto lúcido y brutal, cargado de un sentido sociopolítico real y que deseaba con todo su esplendor desafiar. La fotografía es el testamento de una Europa que no solo no se ha redimido, sino que ha aprendido a ornamentar su decadencia. El título del álbum, Been Caught Buttering, juega con la ambigüedad sexual y culinaria, evocando la preparación del cuerpo, el embellecimiento de la muerte, el ungüento que disfraza la descomposición para que otros sigan perpetuando sus papeles dentro del poder, enaltecidos por los horrores de la especie humana. Europa ha sido sorprendida untando mantequilla sobre un cadáver, no para rendirle homenaje, sino para volverlo digerible. Y treinta años después, la historia parece repetirse, pero con nuevas máscaras.
En plena crisis global marcada por el genocidio en Gaza y la normalización del ultranacionalismo, aparece un nuevo hito del arte político, el mural que representa a Adolf Hitler y Benjamin Netanyahu abrazados o fusionados. Aunque ficticio o aún en el margen de la polémica, esta imagen recoge la misma tradición del beso grotesco. La historia ya no se representa con héroes, sino con monstruos. La línea entre dictadores y demócratas se difumina. El gesto íntimo se vuelve crimen simbólico. Este arte no busca consuelo ni enseñanza. No se dirige a la razón sino al sistema nervioso. Así como Witkin usó cadáveres reales para componer su barroco necrofílico, así también estos nuevos muralistas invocan la memoria del horror para desmantelar el presente. El abrazo entre Hitler y Netanyahu no es una afirmación literal, sino una disyunción ética, una pregunta abierta a todos. ¿Dónde comienza el totalitarismo moderno? ¿En qué momento los crímenes del presente se nos vuelven familiares?
El arte político del siglo XXI no tiene la tarea de reconciliar ni de ornamentar, eso está claro. Su verdadera labor es hacer visible la herida que la historia se empeña en ocultar como un eje constante en la línea de tiempo universal. La carátula de Been Caught Buttering ya lo advertía en su momento. Su beso no es solo escandaloso, es también un espejo. La sociedad besando su reflejo, la carne fundiéndose con la carne, la memoria con el olvido. No hay redención posible en la estética de la putrefacción, solo lucidez. Mientras la hipocresía se instaura como actor omnipresente en las cabezas de todos los líderes mundiales, independiente de donde provengan sus ideologías, los humanos corrientes seguimos viniendo a un mundo deformado y fracturado. Como dice “Sick Bizarre Defaced Creation”:
“From flesh and bones and blood and parts,
a human creature from insane arts.
Sick, bizarre, defaced creation —
a victim of civilization.”
El mural del beso en Berlín fue celebrado como gesto de ironía y reconciliación. Pero la reconciliación también puede ser un espectáculo. La portada de Pungent Stench arranca esa sonrisa y la transforma en mueca. Nos recuerda que debajo del abrazo histórico se esconde la autopsia, y que mientras se besan los muertos, los vivos seguirán cayendo.
Te recordamos adempas que este 6 y 7 de diciembre, la muerte abrazará a Santiago. En el marco del Chile Terrorfest, aterriza en nuestras tierras, Schirenc Plays Pungent Stench, el proyecto del vocalista y guitarrista original de la banda, Martin Schirenc, que traerá a la vida en Teatro Caupolicán el mítico Been Caught Buttering en su totalidad. Será una oportunidad irrepetible de presenciar en carne viva uno de los discos más perturbadores y trascendentes del death metal europeo, ejecutado con la misma irreverencia y teatralidad que lo convirtieron en culto. No te pierdas esta ceremonia fúnebre de cuerpos, riffs, política y arte degenerado. Que no te lo cuenten, adquiere tu entrada y ven a escuchar a la muerte en directo.
