Por Felipe Canales – Fotos: Miguel Fuentes (The fanlab)
La tarde santiaguina recibía algo fresca a los asistentes al Cariola, pero una vez dentro, el calor humano y la fuerza del metal, se encargarían de acogernos y subir la temperatura.
La jornada contaba con el regreso de Destruction a Santiago (sumando fechas en Puerto Montt, Coquimbo y Concepción) junto a una selección de potentes bandas de metal chilenas, que desde temprano entregarían sus sonidos y azotes.
El turno de abrir, fue para Nefastor, banda muy jóven que entró a escena con todo, comenzando a las 18:10 con una intro demoniaca, para luego dar rienda suelta a un death metal asesino, lleno de velocidad y guturales graves y agudos, en garganta de Necrohate, un vocalista entregado y provocativo, que buscaba la reacción del público, con aún cerca de un cuarto de la capacidad del recinto, pero muy efusivo y haciendo los primeros mosh de la jornada. Las canciones vomitan odio hacia instituciones como la iglesia y el estado, en temas como “Calls From Beyond”, que abrió los fuegos, y otros como “Serpent”, “Hate in the Night” o “Ritual of Shadows”, de su EP “Hate Yourself”.
A las 19:00 en punto, suena una intro de guitarras limpias y comienza el show de Dominio, desde el valle del Aconcagua, quienes cultivan un metal más clásico, que a ratos sonó extraño después del death de Nefastor, pero que llenó el gusto de un público que no sólo era extremo, sino que también amante de lo más heavy metal del estilo. La voz y el bajo se van definiendo mejor luego de un par de canciones, y la gente se prende junto al ritmo marcial, atrapante y preciso de Dominio, en un recinto que de a poco comienza a llenarse. Canciones como “Tu Ser”, “Voces que Atormentan” y el cierre enorme con “Bestia Nocturna” deleitaron a los asistentes, muchos de los cuales preguntaban el nombre de la banda, para buscar más de estos riffs contagiosos en las redes.
A las 19:50, con un público casi llenando el Cariola y coreando efusivamente los clásicos de Anthrax o Accept que sonaban por los parlantes, sube a escena Disaster, quienes llegaban precedidos de 20 años de carrera, y vaya como se nota el oficio y la experiencia. Los riffs de “Almas Negras” primero te atrapan con su groove, para luego machacarte y obligarte al headbanging. El thrash de Disaster da origen a enormes mosh y momentos de euforia, que dan gusto ver en shows de bandas nacionales. El sonido es apretado y furioso, y llega al peak en “Motosierra del Infierno”, cuando el vocalista Alejandro Alfaro saca una motosierra con la que aviva al público ante los riffs asesinos de sus compañeros, que han entregado todo sobre el escenario. El cierre con “Thrash Metal” es en grande, el público se vuelve loco y queda a full, esperando el plato fuerte de la noche.
Y se llenó. El Cariola luce completo al mirarlo, lleno de chaquetas de cuero, mezclillas, parches y todo lo que rememore la época de oro del thrash metal, que ha pasado por todo y ha re emergido, tal como nos comentaba el gran Schmier cuando lo entrevistamos hace unos días atrás. Son las 21:00 hrs en punto y la intro emociona a todos en el público, que lucen felices a nada de comenzar el show de estas leyendas del género. Destruction sale con todo y “Diabolical” suena demoledor, presentando lo último de los alemanes de forma magistral. Y el mosh enorme que se armó, fue un espectáculo aparte. Un torbellino que se comía gran parte de la cancha, desfilando al ritmo de los riffs de locura, que siguieron su marcha con “Death Trap”. Y enseguida, cuando veíamos intensidad, pero pensamos que subirían de a poco, anuncian la ya clásica “Nailed to the Cross”, del disco “The Antichrist” del 2001. La euforia era palpable, y en “Born to Perish” el mosh se transformó en algo enfermizo y espectacular. La gente no paraba de responder y ni de aumentar en emotividad, el sonido estaba cada vez más definido y podíamos apreciar todo lo que emanaba de los grandes instrumentistas que son.
La conexión con el público siempre fue muy fuerte, con muchas miradas cómplices, risas, headbanging, y la mención de Schmier a Santiago, que es uno de los lugares donde más han tocado en sus giras. ¿Abusos de distintpo tipo en la iglesia? “Repent Your Sins” está dedicada a este cáncer, diseminado por todos lados. Luego, Randy Black azota su batería, azuzando al público y dando el vamos a “Tormentor”. Damir Eskic en guitarra también tiene su momento de deleite a solas con el público, que responde siempre y sin dudas, de manera enfervorizada. Damir y Martín Furia hacen una dupla genial, que se conecta musical y personalmente, entre ellos y con la audiencia, en una complicidad que retroalimenta la experiencia. “Tormented Soul” inicia arrastrado y va enganchando al público nuevamente, que no dará señales de cansancio en toda la jornada. Tremendo. Y con “Total Desaster”, de su EP debut “Sentence of Death”, el caos se desata y se despiden en grande. Pero, obviamente, sólo por un momento.
Es increíble como la gente sigue gritando y saltando hasta el final del show, y que todo se retribuya por parte de la banda lo hace una experiencia muy completa. El encore va con “Curse the Gods”, la esperada y muy coreada “Thrash Till Death”, que desata muestras de locura que se mantienen hasta el verdadero final, con “Bestial Invasion”. Schmier agradece muy sentido, y lanza que este es el mejor público de metal del mundo. Una frase muy repetida y que siempre suena a recurso, pero la verdad, viendo la demostración de energía total de esta noche, se llega a pensar que da para decirlo de forma sincera, y desde lo más profundo del alma.
