Por Javiera Aguilar / Fotos @javiajerap
La jornada de este lunes, 26 de mayo, todas aquellas almas nostálgicas conquistadas por Lacrimosa se reunieron en el Teatro Cariola para presenciar la personificación del arte gótico en la música.
La noche comenzó con la presentación de Dead Christine, banda nacional invitada por la propia voz principal de Lacrimosa. Quien, con su propuesta intensa y ceremonial, preparó el ambiente para el show principal.
Con un manto de lluvia cubriendo Santiago, Lacrimosa una vez más demostró ser un ícono del romanticismo oscuro y la melancolía hecha música. Bajo luces tenues y una atmósfera que simulaba la niebla, Tilo Wolff y Anne Nurmi ofrecieron un concierto que fue, más que un show, una ceremonia para almas errantes.
De hecho, los asistentes- muchos de ellos envueltos en encajes, terciopelo y cuero, cuál vampiros de literatura- respondieron con fervor, en una comunión devota con la música de Tilo Wolff y Anne Nurmi.
Por otro lado, debemos recordar que la banda, en esta ocasión, presentó temas de su nuevo álbum “Lament”. Canciones que intercalaron con clásicos eternos como “Liebe über Leben”, “Alleine zu zweit” y “Lichtgestalt” generando un vaivén emocional entre la nostalgia y el presente.
La voz grave y teatral de Tilo, acompañada de vez en cuando por su guitarra, trompeta o piano, generaron un ambiente cargado de magnetismo. No obstante, también permitía el espacio para que la presencia enigmática de Anne conquistará con su voz el escenario.
De hecho, su voz, que combina la ópera clásica con el rock gótico que les caracteriza, conquistó con melodías como “Celebrate the Darkness”, “Daughter of Coldness” y “Memoria”.
Tilo, con su habitual presencia imponente y voz profunda, conquistó al público hablando en español entre canción y canción, mientras Anne aportaba el equilibrio perfecto con su mística calma y teclados envolventes. La forma en la que ambos se apoderaron del espacio les permitió crear momentos de verdadero recogimiento gótico. Instancia donde el dolor, el amor y la soledad se fundieron en cada acorde.
El cierre con “Copycat” desató la euforia final de una audiencia que no quería dejar ir esa conexión intensa y casi ritual que se tiene con Lacrimosa. El encuentro marcó una noche para los amantes de las sombras, donde la emoción se sintió tan real como la música que atravesó a cada uno de los asistentes.
