Nota: Litta | Fotos: Sebastián Domínguez
Tras la cancelación de CL.Rock, la esperanza de ver a Satyricon en Chile parecía desvanecerse. Sin embargo, gracias a la gestión de productoras como Atenea, la banda noruega finalmente pudo presentarse en nuestro país. El concierto en solitario, sin teloneros, permitió apreciar en su totalidad la potencia y la belleza sonora de Satyricon durante dos intensas horas. La audiencia se vio dividida entre la euforia del mosh y la admiración contemplativa, demostrando la versatilidad y el impacto de la banda en el público chileno. Un aroma a azufre y una atmósfera cargada de energía oscura envolvieron el Club Chocolate. La presentación de Satyricon fue una experiencia sobrenatural que nos sumergió en las profundidades del infierno. El sonido, preciso y demoledor, se adentró en nuestros cuerpos, generando una conexión visceral con la música. Incluso los trabajadores del local, que inicialmente podían ser escépticos, quedaron atrapados por la magia de la noche.
Personalmente, considero que el formato festival no siempre es el ideal para bandas que ofrecen espectáculos tan elaborados y con un alto nivel de detalle como Satyricon. Un concierto en un espacio más íntimo permite apreciar mejor la calidad de su performance y la potencia de su sonido. En un festival como CL.Rock, probablemente hubiéramos tenido un tiempo limitado para disfrutar de su show y la acústica del lugar abierto podría no haber sido la más adecuada para su propuesta.
El setlist fue cuidadosamente seleccionado para ofrecer una experiencia completa a los fans. Desde los himnos más antiguos hasta las canciones de sus últimos álbumes, Satyricon nos regaló un recorrido por su rica historia musical. La primera parte del concierto, dominada por temas como ‘To Your Brethren in the Dark’ y ‘Forhekset’, nos preparó para lo que vendría. Satyr, con su carisma característico, resaltó la importancia de transmitir su legado a las nuevas generaciones de metaleros, a través de un discurso que apuntó de lleno a destacar la presencia de más jóvenes. La intensidad del show escaló aún más cuando Satyricon desató una ráfaga de clásicos como ‘Du Som Hater Gud’ y ‘Hvite Krists død’. La emoción se palpaba en el aire cuando Satyr anunció ‘The Pentagram Burns’, uno de los momentos más esperados de la noche. Y como un regalo especial para el público chileno y su tierra montañosa, la banda interpretó ‘To the Mountains’.
Lamento profundamente que quienes no pudieron asistir se hayan perdido uno de los mejores conciertos del año. La combinación de la calidad musical de Satyricon, la excelente acústica del recinto y la respetuosa audiencia creó una atmósfera única. Frost nos sumergió en un viaje sonoro hipnótico con su batería, mientras las poderosas guitarras y la voz inconfundible de Satyr nos transportaron a un infierno musical. Estas dos horas de música fueron una inversión que valió cada centavo, todo segundo de este concierto fue un regalo para los oídos. Ninguna palabra puede describir la intensidad de la experiencia.Se sintio como si el infierno se hubiera abierto en el Club Chocolate y Satyricon nos hubiera llevado de la mano a sus profundidades, junto al mismísimo Satanás para impartir una clase magistral de black metal.
Al final del concierto, ya no había nada más que hacer que rendirnos ante himnos como ‘Fuel for Hatred’, ‘Walk the Path of Sorrow’ y el poderoso ‘Mother North’. La noche culminó con la impactante ‘K.I.N.G.’, una verdadera declaración de principios. La noche del concierto de Satyricon fue una celebración del black metal y de todo lo que este género representa, con este show tan impactante, han dejado el listón muy alto para futuras presentaciones en Chile. Esperamos que su regreso no se haga esperar demasiado y que podamos volver a vivir una experiencia musical tan intensa. La banda noruega, con su sonido característico y su puesta en escena imponente, demostró que la música extrema sigue siendo una fuerza a tener en cuenta. Su legado perdurará por muchos años más, inspirando a nuevas generaciones de músicos y fans.