12 de octubre, Teatro Caupolicán
Nota: Freddy Veliz – Fotos: Andie Borie – Fotos The Fallacy: Cristian Carrasco
En 1978, el cantante y compositor Peter Murphy, junto al guitarrista Daniel Ash, el baterista Kevin Haskin y el bajista David Jay, se unirían para formar una de las bandas más oscuras nacidas por entonces, Bauhaus creó todo un mundo de emociones claustrofóbicas, un imaginario que fue emulado rápidamente por artistas posteriores, conformando así el nacimiento del gothic rock junto a agrupaciones como Siouxsie & the Banshees, The Cure o Joy Division. La banda perduró solo hasta 1983, año en que sus miembros deciden tomar distintos caminos, dejando solo cuatro discos de estudio, pero una influencia y cantidad de clásicos suficientes para convertirlos en referentes obligados del género.
Peter Murphy continuó una existosa carrera solista, mientras el resto de los integrantes formaron Love and Rockets, y así la actividad de estos influyentes músicos se expandiría por la década de los ochentas, dejando a un buen séquito de seguidores esperando por una reunión que finalmente se concretó el 2005, para una presentación especial en Coachella, que los llevó además a editar un quinto disco, como despedida definitiva.
Han pasado 40 años desde la formación de la oscura banda británica, y Peter Murphy, como su principal compositor se propuso celebrarlos con una gira internacional, tal como lo hizo el 2013, cuando ofreció un memorable concierto en el Teatro Caupolicán celebrando el aniversario 35 de su recordada banda. Este año regresó por quinta vez a nuestro país, y lo hizo junto al bajista David J, su antiguo compañero en Bauhaus, para realizar dos conciertos, uno en el club El Huevo de Valparaíso, y otro en el emblemático teatro de calle San Diego en Santiago.
Lo de Valparaíso fue un concierto con varios problemas técnicos e internos, que terminó abruptamente dejando un halo de frustración en los asistentes, se habían creado grandes expectativas, que fuera de toda responsabilidad por parte de la producción, no pudieron ser cumplidas. Este hecho nos mantuvo cautos con lo que ocurriría en el Teatro Caupolicán, donde además tendrían como invitados de teloneros a la banda chilena The Fallacy, quienes puntualmente subieron al escenario, para entregar parte de un trabajo que vienen ejerciendo desde hace una década.
El dúo conformado por Angeline Bernini y Marco Cusato (Warpath), quienes comparten voces y guitarra, junto a Pablo Stagnaro como baterista invitado, debido a que Felipe Cortés (baterista habitual) está de gira por Europa junto al guitarrista Benjamín Lechuga, ofrecieron un breve set, muy bien recibido por los asistentes que iban haciendo ingreso al recinto.
A las 21:00 horas, el británico hacía ingreso con su banda, recibido con la ovación de un teatro a medio llenar entre cancha y plateas, con cientos de fans de vestiduras negras y alusivas al imaginario gótico, quienes a los primeros golpes de Marc Slutsky en la batería, reconocía el clásico “Double Dare”, que abre justamente el álbum debut de Bauhaus ‘In the Flat Field’. La delgada figura de Murphy iluminada por un halo de luz, nos convoca a una ceremonia donde él es el anfitrión absoluto, secundado por su antiguo compañero.
Con un sonido que fue mejorando con el correr de los minutos, los oscuros pasajes sonoros nos envuelven en melodías y ritmos que detienen el tiempo, y seducidos por la estampa vampiresca del británico, el público salta, baila y corea esos clásicos inmortales que marcaron a toda una generación, y han sobrevivido a los años con una frescura y grandeza que se mantienen vigentes para seguir conquistando a las nuevas generaciones.
Mark Gemini Thwaite, experimentado guitarrista que ha trabajado con infinidad de artistas entre los que destacamos a The Mission, Tricky, Al Jourgensen, Gary Numan, etc., mantiene cierta distancia, pero siempre ejecutando con fidelidad las creaciones de la ex banda de su “jefe”, riffs sucios y ejecutados con fuerza, ambientando las tinieblas provocativas de “Stigmata Martyr”, que nos sume en los terrenos más oscuros que banda alguna ha transitado. Murphy con su rostro iluminado se transforma en un vampiro que nos persuade a seguirlo en su macabra propuesta, distorsionando su guitarra al punto de generar un estado de locura sónica indescriptible, a estas alturas los cerca de dos mil personas solo accedían a rendirse ante la galantería vampírica del padre del gothic rock.
Una jornada donde no faltaron himnos esenciales como “Bela Lugosi’s Dead”, “She’s in Parties” o “Dark Entries”, con el aforo coreando, dirigidos como cual director de orquesta por Mr. Murphy, quien a pesar de verse menos activo en el escenario que en sus años gloriosos, se las arregla para entregarnos una performance elegante, con movimientos cuya ambigüedad genera un magnetismo que solo encontramos en nombres como David Bowie o Nick Cave.
Para la parte final, nos entrega una triada de homenajes, partiendo por “Severance” original de los australianos Dead Can Dance, siguiendo en un segundo encore con el clásico de T. Rex, “Telegram Sam” y “Ziggy Stardust” de David Bowie, claramente la máxima influencia del ex líder de Bauhaus. El cantante, mantiene un estado vocal envidiable, y logra evocarnos al Duque Blanco con un registro muy similar, emocionando con su interpretación a todos los asistentes que ovacionaron este reencuentro, con uno de los máximos iconos de un género que se mantiene vivo, en cientos de bandas que han tomado la posta en los años posteriores, creando distintas vertientes que han tocado incluso los extremos del metal. Si la mítica leyenda del vampiro alguna vez existió, seguramente está reencarnado en la figura icónica de Peter Murphy.
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