Cuando Oasis lanzó “Stop Crying Your Heart Out” en 2002 como parte del álbum Heathen Chemistry, se convirtió rápidamente en un himno de consuelo y resiliencia. La suave melodía acústica y la voz casi paternal de Liam Gallagher que acompañan durante cinco minutos evocan una sensación de acompañamiento emocional para el que sufre.
Pero no fue hasta dos años después, en 2004 y en las manos de los cineastas Eric Bress y J. Mackye Gruber, con The Butterfly Effect, que esta canción se convirtió en un ícono del desapego. El filme es uno de los más crudos en la historia del cine, no por mostrar imágenes explícitas, sino más bien por el contraste que plasma entre la falta de amor –propio, de los padres y de los pares– ejemplificado a través del abuso, y entre la máxima muestra de éste: el sacrificio.
Esta yuxtaposición de abuso/sacrificio, los dos extremos de la falta de amor y la presencia de éste, es el núcleo emocional de la película. En uno de los finales –pues cuenta con más de uno–, el personaje principal decide dejar ir a la mujer que ama, jugando con el tiempo y los recuerdos para hacer como si nunca se hubiesen conocido, sin embargo, en algún punto se encuentran, y aunque su cerebro no tiene la memoria de una conexión que nunca pasó, sus almas se reconocen inmediatamente, pero continúan su camino en direcciones opuestas, todo mientras la canción de Oasis suena de fondo.
Así, Stop Crying Your Heart Out se volvió un eco resonante del sacrificio por amor, dejar ir cuando sabes que tu presencia causará más mal que bien. Pero la emocionalidad de la canción y la lírica va más allá de solo eso, también se trata de entender y aceptar que todo lo que pasa, aunque no sea de nuestra preferencia, ocurre por un motivo superior. No es primera vez que Oasis utiliza sus canciones para establecer esta idea, –anteriormente ya analizamos “The Masterplan” en nuestro instagram–, pues parece ser que los hermanos Gallagher, independiente de sus problemas y diferencias, siempre han tenido claro que la mayoría de lo que sucede en nuestra vida está fuera de nuestro control.
En el cine, las historias no terminan con el rodaje, es en la post producción donde todas las piezas cobran sentido. En ese aspecto, la decisión de utilizar esta canción de Oasis durante esa escena es crucial para generar el impacto emocional que se busca. En ocasiones, las escenas se plantean y se graban sin tener claridad de qué música le terminará de dar forma en post, pero suele ocurrir que simplemente llega esa melodía que pareciera ser que estuvo escrita estrictamente para lo que uno buscaba plantear. De esta forma, “deja de hacer llorar a tu corazón” parece ser que se gestó años antes y conectó con la película a través de un cordón umbilical que no pudo ser cortado hasta que logró nacer y desarrollarse –ver final alternativo para entender la alegoría–.
Más allá del filme que tal vez hoy pasa desapercibido por las nuevas generaciones pero que en algún momento fue de las más impactantes y elaboradas, el tema de la banda británica nos invita a soltar, a no temer, a abrazar y darle espacio al dolor pero sin permitir que nos consuma, a resistir y a comprender que es necesario para continuar el camino de la vida. Nos invita a no querer cambiar el pasado, a estar presentes, y a continuar brillando, porque desvanecerse es inevitable y todo lo que nos queda es ir por nuestro camino sin sufrirlo demasiado.
Este y otros éxitos estarán presentes el próximo miércoles 19 de noviembre, cuanso Oasis regrese a nuestro país y se presente en el Estadio Nacional en un show completamente agotado.
Produce: DG Medios
