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The Aristocrats en Chile: la alegría de disfrutar la maestría

Una noche cargada de virtuosismo se vivió en el Club Chocolate. Hoy es el segundo concierto.

Llegó el día de ver a The Aristocrats en Chile, debutando con show propio, luego de su gran presentación teloneando a Adrian Belew en 2016. Y la expectativa era alta, tanto que debieron agregar una fecha nueva ante el lleno total de su primer anuncio.

El Club Chocolate recibió primero a dos de los mejores instrumentistas que el rock tiene por estos lados: Koke Benavides y América Paz, esta última, de hecho, recibió el premio a instrumentista del año en los últimos Pulsar. Un dúo excelente, con gran variedad de técnicas, algo de djent pero también mucho funk merced al groove que ponen y a ese bajo de tonos medios marcados que ofrece América. Presentan su EP “Encrypted Frequency” con bases grabadas de apoyo, dejando grandes canciones y solos muy sentidos y penetrantes, con una tremenda recepción del público.

Llega el momento del genial trío The Aristocrats. A las 20:45 bajan las luces, se ubican en posiciones Marco Minnemann, Guthrie Govan y Bryan Beller ante la correspondiente ovación y comienzan a sumarse a la divertida intro sutilmente. Bryan da un efusivo “¡Buenas noches Santiago, cómo están!” y presenta a los integrantes de inmediato. La buena vibra y simpatía se perciben y reciben inmediatamente, y esa alegría contagiosa se mantendrá toda la velada como marca registrada del trío. Riffs envolventes llenos de groove suenan en “Hey, Where’s My Drink Package?”, mientras Bryan da instrucciones pidiendo arreglos en el monitoreo, pero aún así, no pierde un ápice de onda y mucho menos de tempo. Tuve la oportunidad de hablar con el técnico que trabajó con él en el show, y mencionaba que el tipo tiene un oído increíble, por lo que constantemente buscaba la mejora en el sonido de una manera precisa como nadie.

Este es el primer show de la banda en sudamérica en 9 años, por lo que manifiestan entusiasmo y dan el vamos a “Aristoclub”. Los recursos interpretativos parecen ser infinitos, y todo eso sin ocupar exceso de efectos o pirotecnia. Bryan pide que suban un poco las luces para compartir, “No somos Pink Floyd, no es necesario tanta oscuridad”. Genial. Guthrie comienza a hablar acerca del policía pingüino, que apareció hace un década aproximadamente , muestra un peluche y pide que se lo imaginen más grande tratando de mantener el orden en la Antártica. Alucinante, divertido y bizarro. La siguiente es su canción: “Sgt. Rockhopper”, poniendo una fuerza potente como un vendaval, sin perder nada de onda. Llega el turno de hablar de Marco, muy vitoreado, quien menciona que tienen bastante funk y jazz pero también metal. Agradece y comienza un solo de batería monumental con instantes de brillante locura. Un genio en su instrumento, que transmite alegría con un carisma único. Un espectáculo completo siempre.

Viene el turno de “The Ballad of Bonnie and Clyde”, adrenalínica y en constante tensión. Un merecido salud con cerveza Kross y la interpretación llena de sentimiento, que fue la que más llevó a la calma en la noche: “Flatland”, dando paso a otra entretenida historia a cargo de Guthrie acerca de una ocasión en que sólo escuchaba ruidos de construcción en su edificio, inspirándolo a escribir “Here Comes the Builders”, que interpretan con fascinante precisión, entregándose siempre a la locura. Continúan con una que fue hecha con una violinista de Moldavia que toca con Guthrie, pero como ella no está acá, Bryan menciona que Guthrie hará el sonido de los violines, y presenta el divertido nombre del tema: “This Is Not Scrotum”. Notable y digno de este festivo show. 

Momento del último saludo, agradecimientos y mención a las poleras geniales que han visto, señalando a un fan con polera de Kraftwerk, quien vivió su momento rockstar gracias a Marco. Y ahora sí, invitan a cantar con una hipnótica “Get It Like That”, con la participación interactiva del cerdo “Oink” y el pollo “Clyde”, los famosos muñecos de goma, constantes en los shows de la banda, que entregan un nuevo momento de diversión y risas. Una genialidad realmente, que no cualquiera está dispuesto a entregar, muchas veces buscando parecer muy serios sobre el escenario. Es que estos tipos no tienen nada que probar, y se dedican constantemente a contagiar su energía. El encore llega con “Desert Tornado” y una energía interpretativa realmente tremenda, para cerrar un show redondo.

Notable jornada, con tremendos teloneros y una banda estelar asombrosa, musicalmente perfecta, pero que se dedica a transmitir emociones en vez de mostrar lo que pueden hacer como suele pasar en un show instrumental. La alegría y sonrisa de nuestros rostros no se borrará en mucho tiempo. Un imperdible que se repetirá esta noche en un show que promete estar aún más aceitado, y a tablero vuelto.

Written By

Veterinario de profesión, músico y periodista de corazón. Amante del rock y metal, me apasiona leer sobre música, escribir sobre música, escuchar y tocar. Bajista de la banda Bismuto. | Mail: felipe@irock.cl

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