Por: @jeff.qlo
Hablar de dolor, de angustia o de la pérdida del sentido en la vida, no es fácil. En una sociedad que constantemente nos exige estar bien, mostrarnos fuertes y adaptados, hay bandas que deciden habitar el otro extremo del espectro emocional, ese rincón donde anida el vacío, la decadencia, la tristeza más corrosiva y la soledad que nadie quiere enfrentar. Forgotten Tomb es una de ellas, y su llegada a Chile este 11 de junio no es solo un concierto más, es una invitación a mirar dentro de uno mismo… y no apartar la mirada.
El filósofo Rumano Emil Cioran escribió: “No existe nadie cuya muerte, en un momento u otro, no haya deseado”. Y quizás esa frase encaje con lo que Forgotten Tomb viene gritando desde hace más de dos décadas. A través de un black metal que se arrastra con la pesadez del doom y se eleva con las melodías de una desesperanza sincera, la banda italiana ha construido un universo sonoro donde cada acorde es una herida abierta, y cada letra una confesión sin redención.
En su primera visita a nuestro país, el grupo liderado por Herr Morbid, un artista que ha sabido canalizar lo más oscuro del alma humana con una frialdad brutal, viene a presentar su último trabajo, Nightfloating, una obra que mantiene viva esa mezcla venenosa entre introspección y distorsión, sumergiendo al oyente en una atmósfera turbia que no necesita pirotecnia para doler. Pero más allá de lo nuevo, también sonarán los himnos con los que se ganaron un lugar entre los pilares del depressive black metal: Disheartenment o Alone son más que canciones; son espejos en los que se refleja el colapso emocional de cualquiera que alguna vez se haya sentido al borde de éste.
Forgotten Tomb no escribe sobre el suicidio para romantizarlo. Lo hace para enfrentarlo, para exhibir sin pudor cómo puede sentirse alguien que ha sido reducido al mínimo por el mundo. Sus letras no son un grito de auxilio, sino una especie de diario de campo escrito desde el fondo del abismo. En ese sentido, el show que se vivirá próximamente será una comunión con todos esos sentimientos que normalmente ocultamos bajo la alfombra del día a día.
Porque cuando Herr Morbid y compañía tocan, no se limitan a sonar, te contagian. Te arrastran con guitarras ahogadas en melancolía, te invitan a no temerle a tu parte más oscura. Sus voces desgarradas no solo cuentan lo que duele, sino que te dan el permiso para doler también. En sus canciones, la desesperanza no es un callejón sin salida, sino un camino que hay que recorrer hasta que duela menos. La aceptación de que estar roto no te convierte en menos humano, sino en alguien que simplemente ha visto demasiado.
La importancia de tener a Forgotten Tomb en Chile va más allá de lo musical. Es abrir un espacio para el duelo, para lo incómodo, para lo real. En un mundo lleno de filtros, lo suyo es crudeza sin anestesia. Y eso, por extraño que parezca, puede ser profundamente liberador. No se trata de glorificar el sufrimiento, sino de reconocerlo. De habitarlo. De entender que a veces el dolor también une.
Este 11 de junio no será una noche para levantar los puños, sino para bajar la cabeza y escuchar lo que retumba en el alma. Forgotten Tomb no viene a entretener, viene a recordarnos que la oscuridad también es parte de nosotros. Que quizás, por una vez, no está mal dejarse consumir por ella, aunque sea solo para saber cómo suena por dentro.
Produce Spider Prod; las entradas las encuentras aquí.
