Anoche, cuatro bandas de renombre nacional e internacional se reunieron para ofrecer un concierto de revancha a los fans que se quedaron con las ganas de verlos en el cancelado festival CL.ROCK. A pesar de los setlists cortos, la calidad y la potencia de las presentaciones dejaron un sabor dulce, pero también un anhelo de más.
La banda chilena Undercroft fue la encargada de abrir la noche con su característico death metal técnico y agresivo. Su presencia escénica demostró por qué son una de las bandas más respetadas en la escena nacional. La conexión con la audiencia fue instantánea, y su energía contagiosa preparó el terreno para las bandas que seguirían. El público no sólo mostró disfrute con sus brutales voces y riffs, sino que además se comportaron con sumo respeto y apoyo a los intérpretes de Danza Macabra.
La banda sueca Grá hizo su debut en Chile con un show impecable. A pesar de problemas técnicos que generaron un retraso de 40 minutos, la banda no se dejó intimidar y presentó un ritual blasfemo que transportó al público a un mundo de oscuridad y misterio. Su sonido fue excelente, y su compromiso con la música fue evidente. Si bien muchos artistas se molestan y desquitan con el público cuando este tipo de problemas se presentan, no fue el caso de los suecos, que se pararon sobre el escenario derramando más que cera de velas, generando un verdadero ritual en el que la energía se tornó oscura pero denotó excelencia, profesionalismo y manejo técnico de situaciones imprevistas. El debut de Grá deja a los fanáticos envueltos en un trance que se hace insuficiente para saciar la sed, marcando así un exitoso primer encuentro con el público chileno.
Infected Rain también debutó en Chile y demostró su calidad musical. La vocalista Lena impresionó con su extensivo rango vocal, y aunque el público no los conocía tanto, recibieron una cálida bienvenida. Su fusión de metalcore y death metal creó un sonido pesado y melódico que cautivó a la audiencia. Esta presentación resultó más brutal, pero también más cruda e íntima. Infected Rain transforma todo todo su dolor en energía con un show que logró resonar hasta en lo más profundo con quienes los oían.
Finalmente, Hypocrisy, con su experiencia y potencia, cerró la noche. Sin embargo, su show fue extremadamente corto para haber sido los Headliners, y el vocalista Peter Dolving se mostró molesto por un incidente con una zapatilla lanzada al escenario. A pesar de esto, la banda demostró su habilidad para conectar con la audiencia. Evidentemente eran los más esperados, pues al momento de su presentación el recinto de la Sala Metrónomo estaba repleto y en conjunto cada uno de los presentes alzó sus brazos, moshearon y corearon los éxitos de la banda.
En resumen, el concierto fue un éxito, pero dejó con ganas de más. Las bandas demostraron calidad, potencia y brutalidad, y el público respondió con entusiasmo. La organización del evento, pese a los problemas técnicos que dejaron este sabor agridulce, merece un reconocimiento por habérselas jugado con rescatar a estas bandas que tal vez hubiesen pasado al olvido.
Sin duda una revancha dulce pero amarga. Todos los artistas que se pararon sobre ese pequeño escenario en Metrónomo demostraron tres cosas: primero, les quedó chico para tanta calidad; segundo, lograron establecer una fanaticada que seguramente les será fiel de aquí para adelante; y tercero, queda al debe la revancha de la revancha, una instancia donde puedan presentarse para tocar setlists más largos y saciar la sed que dejaron en la boca de todos.
