Llegó el postergado y tan anhelado día en que Saxon regresó a Chile para dar una clase magistral de heavy metal clásico. La suspensión en abril caló hondo en el público, pero la espera valió totalmente la pena.
Antes del plato fuerte, Madzilla, banda con base en Estados Unidos, pero con raíces latinoamericanas, fueron los encargados de romper el silencio en el escenario de la clásica Blondie. La agrupación toma elementos de bandas como Saxon y los llena de más velocidad y agresividad, al más puro estilo de las primeras bandas thrash, pero con un toque moderno. El resultado final va totalmente a ganador, con una serie de temas que enganchan rápidamente con el público que poco a poco llega al recinto.
Madzilla presenta canciones como la adrenalínica “Vengeance”, que encantó a la audiencia, o la nueva “Your Nemesis”, de excelente ejecución, con voces punzantes y agresivas de su vocalista y guitarrista David Cabezas y del bajista Daniel Gortaire. Luis Zevallos en batería intercala arreglos que suman peso a las canciones, mientras Juan Garcés lleva la primera guitarra hasta el límite. Este último, nos contaron sobre el escenario, es chileno, recibiendo un especial aplauso de la audiencia, que también brindó bastante energía, gritos y fuertes aplausos a la propuesta de esta enérgica banda.
Así, ante un público impaciente y emocionado, aparecía la leyenda: Saxon, aquel baluarte de la NWOBHM (la nueva ola del heavy metal británico, por sus siglas en inglés) se encontraba frente a nosotros, en un acto de fortaleza único, con un pedazo de historia gigante sobre sus hombros, y listos para arremeter con todo sobre esta vibrante audiencia. El gran Peter “Biff” Byford lidera la ceremonia y “Carpe Diem (Seize The Day)”, de su último disco original “Carpe Diem”, da el vamos con una energía aplastante. Pero era solo la antesala para el tremendo despliegue de poder que trajo “Motorcycle Man”, extraída del clásico “Wheels of Steel” de 1980. Aquí el headbanging fue de la banda completa, más la audiencia que cantaba y saltaba sin parar. La fiesta ya estaba desatada.
“Age of Steam” y “Power & the Glory” continúan el desbande, y la energía apasionada parecía desbordarse. Para “Dambusters”, otra de su más reciente disco original, Biff pide que se vuelvan locos y la respuesta fue inmediata. “Dallas 1 PM” se sintió como la encarnación misma del metal, con un Nibbs Carter entregadísimo en su bajo y un desplante total sobre el escenario, un Nigel Glockler asesino en batería, más el gran Doug Scarratt en guitarra manejando a sus anchas las melodías y ataques de riffs de cada tema. Mención especial para el inmenso Brian Tatler, otro histórico, fundador de Diamond Head, quien reemplaza al convaleciente Paul Quinn, y vaya de que manera, con una presentación perfecta y una conexión con la audiencia envidiable. A su vez, Biff maneja a sus anchas el espectáculo, canta maravillosamente y se da el lujo de tomar algunos discos que le acercan los fans y firmarlos.
El set es totalmente matador, y si “Heavy Metal Thunder” suena apoteósica, “Sacrifice” no se queda atrás. Emocionan con intensas versiones de “Crusader” y “Ride Like the Wind”, original de Christopher Cross, pero que los ingleses supieron convertir en un clásico propio. “Dogs of War”, “And the Bands Played On” y “Never Surrender” antecedieron al potente cierre con “Wheels of Steel”. Por Supuesto que la cosa no quedaría ahí, pero pocos imaginaron lo que se venía, y es que un verdadero karaoke rockero se vivió con las clásicas “The Pilgrimage” y “747 (Strangers in the Night)”. La energía del público y de la banda seguía en ascenso, y un nuevo encore casi derrumba el recinto con “Denim and Leather” y “Princess of the Night”. Sublime. A esta altura la banda debía despedirse, pero ante el enardecido ambiente, regalan una última canción: “Strong Arm of the Law”. El cierre fue brutal, ya que la entrega era máxima aún en la agonía del show.
Tiempo, postergaciones y dificultades en mayor o menor medida, sólo hicieron de este evento uno aún más emotivo. Una Blondie llena, una banda en plenitud y sumamente enérgica, más un público en llamas. Cualquier tipo de deuda quedó saldada, y la sensación de estar frente a un pedazo gigante de historia nos quedará marcada a fuego.