6 de noviembre 2017 | BackStage
Nota: Litta | Fotos: Cristian Carrasco
Una vez más tuvimos él placer de presenciar el sonido crudo de De La Tierra, después de varios cambios de lugar al fin tuvimos certeza absoluta de las coordenadas. Un poco distópico con el estilo y el mensaje que disparan este conjunto latinoamericano, el lugar, una locación engendrada en las mismas faldas del libre mercado, lamentablemente era el encargado de albergar el potente mensaje de estos antinómicos del metal hispano.
Mientras la politiquería exhibía un paupérrimo show de contenido social por la televisión chilena, quiénes asistieron a este lunes de irreverencia se empaparon de aprendizajes sonoros, con letras potentes que representan al espíritu disidente de la actualidad. Con el poder de Puya, Maná, A.N.I.M.A.L y Sepultura, este tremendo cuarteto nos brindó una cátedra de sonido, honestidad, política y humildad, en una noche que pintaba para modesta, que se salió de control consciente.
Con un retraso de casi una hora, Andrés Giménez, Alex González y la guitarra de Andreas Kisser, junto a Harold Hopkins, el nuevo bajista reemplazando a Flavio Cianciarulo, arremetían con “Señales”, “Maldita Historia”, “Rostros” y el emblemático “San Asesino”, que marcó junto a la carismática cercanía entre la banda y el público, uno de los momentos más memorables, incluso pausas que permitieron un recreo humorístico respecto al fútbol, mostrando esa deliciosa cotidianidad tan amistosa con la que se referían a nuestro pueblo, incluso manifestando el descontento con la realidad que viven nuestros pueblos mapuches, tanto en Chile como en Argentina.
A pesar de los enérgicos intentos por algunos de sacar adelante un reducido mosh, los inagotables “camarógrafos” de celulares que no se cansaban de grabar, -sin tener en cuenta que es una práctica además de molesta totalmente irrisoria-, provocaban un quiebre en la audiencia, en vez de mostrar un completo desorden aprovechando la intimidad del show, no se dignaron en empatizar en ningún momento con la locura de los entusiastas.
A pesar de ese pequeño y molesto detalle, los cantos a coro no cesaron y temas como, “Somos Uno”, calaron en el romanticismo violento de cada alma, para luego sublevar la combatiente arista de cada uno con “Ciénagas de Odio”y “Fome”. Finalmente coronando una subversiva carga de metal sudamericano con, “Sangramos al Resistir” y “Cosmonauta Quechua”.
A pesar de la notoria cuna de Sepultura y A.N.I.M.A.L en la ejecución de las cuerdas y la percusión, el contenido reforzado en historia y realidad hacen del producto de De La Tierra, un ejemplar criollo que oscila las cosmovisiones del siglo pasado, junto a las revoluciones que quedaron plasmadas en la historia y el papel de los libros, pero que a través de la música de estos cuatro combatientes componen un verdadero manifiesto de nuestro continente, idioma y raíces.
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