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Live Review | Depeche Mode: “Transitar en la sinfonía del Under-género”

Foto: Eugenia Fuentes (AgendaMusical)

Foto: Kena Luppichini (AgendaMusical)

21 de marzo 2018 | Estadio Nacional

Nota: Litta

 

Depeche Mode, formado en 1980, siempre se ha sentido y mostrado de forma vital, nunca imaginarías que fueron en una gira banda soporte en los ochenta junto a Living in a Box, porque su esencia jamás ha sido estar ocultos, a pesar de que dominan a destajo el submundo de la sociedad. Su último álbum, Spirit (producido por Simian Mobile Disco’s James Ford), es una pieza salvaje, de rabia omnipresente y crudeza metafórica, una música que se desespera ante nuestros líderes y deseos.

El show que vivimos ayer, miércoles 21  de marzo, en el imponente Estadio Nacional, fue una liberación sensorial en todas sus aristas, en donde quienes criamos a nuestro apetito adolescente junto a las melodías de Depeche Mode nos transportaron a esa época de los deseos mundanos decorados con atmósferas de oscuridad absoluta, porque el sonido que predomina en esta alineación, son aquellas melodías que le cantan a la solemnidad visceral de las emociones, los deseos y los impulsos. Antes de lo esperado, este quinteto abrió su presentación con un sample de “Revolution” de The Beatles, y así entrar de lleno con “Going Backwards”, sencillo perteneciente al “Spirit”, álbum responsable de la gira “Global spirit tour” que los ha tenido por un año viajando alrededor del globo.

El setlist que mostraron fue un deleite, compuesto por éxitos noventeros como, It’s No Good, una de las mejores piezas del Ultra y que sirvió como advertencia para todo lo que vendría. La profundidad de los bajos junto a una versión de Barrel of a Gun con una pincelada de The Message de Grandmaster Flash, para luego lanzarnos un “exquisite” mix de A Pain That I’m Used To. La sexual y cárnica, Useless, llegaba para disparar un sonido transversal a cargo de la guitarra de Martin Gore y así proseguir con Precious, World in My Eyes, Cover Me y la maravillosa performance acústica de Insight, interpretada por Gore. Home e In Your Room, condensaron el sonido hasta la misericordia de Fletcher, quien expulsó al desgarrador bajo hasta el último tímpano del recinto. El momento del final se acercaba y la trilogía que cargaba esta noticia era, el sensual Stripped, la magnánima obertura del silencio, Enjoy the Silence y el clamor hecho canción de Never Let Me Down Again. 

Un cierre que no cesó ante la insaciable garganta de la audiencia, quienes se negaron rotundamente a dejar ir a estos mensajeros de la execración humana, quienes se rindieron ante el gorjeo de las más de 47 mil almas. Con su retorno al escenario también sería el turno de abrir las puertas al clímax, el primer disparo fue a través del acústico Strangelove, interpretado por la mente maestra Martin Gore, para luego avanzar de lleno a uno de los momentos más significativos de la velada, acompañados de un vídeo que enrostraba una realidad latente de la mano de la letra del manifiesto a la liberación, Walking in My Shoes. Nadie puede negar que Depeche Mode es un canto a la diversidad, pero no a cualquiera, sino que a esa que descansa impaciente en los antros mas oscuros de nuestra cotidianidad y no es menor el detalle del Bar en el final de la muestra gráfica que decoró este acto. Astutamente, disparar una fiesta de caldeo ambiental magistral con A Question of Time, para así culminar con la opera prima, Personal Jesus, con la que dejamos escapar a todos nuestros demonios en un salto infinito a la blasfemia, la paradoja musical del género.

Un verdadero show, que mostró a un honesto Dave Gahan, que se pavoneó sin mesura ante todo un mar de gente que celebró su libertinaje a través de sus movimientos de cadera y apertura de brazos, quien pedía sin descanso expresión corporal del público, lamentable fue que en muchas ocasiones estas peticiones fueron directo a la nada por parte de la cancha VIP, quienes se mostraron hasta estáticos en éxitos que son conocidos por su exuberante respuesta, mientras que la zona de cancha y galerías se dejaba dominar por sus emociones y mostraba lo que buscaba el cantante. Una noche que nos marcó, sin un despliegue escenográfico gigantesco, que supo a pesar de algunas fallas en el sonido y el audio de la voz, mostrar a todo pulmón lo que es vivir en la cúspide del submundo musical y brillar con la oscuridad de las notas bajas.

 

 

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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