Nota: Freddy Véliz Fotos: Cristian Carrasco
Dream Theater en Movistar Arena 15 de diciembre 2019. Santiago – Chile
Este 15 de diciembre, los norteamericanos Dream Theater volvieron a Chile, esta vez para conmemorar el aniversario número 20 del lanzamiento de su máxima obra, el conceptual ‘Metropolis Pt2: Scenes from a Memory’. Una presentación soñada por los seguidores de la banda, muchos de los cuales crecieron estudiando la historia de la regresión de Nicholas, el protagonista de esta narración que elevó a Dream Theater a lo más alto del podio del metal progresivo de los últimos treinta años.
Frente a un Movistar Arena atestado de fanáticos, se dio inicio al concierto pasadas las 20:00 hrs., con la banda siendo ovacionada cuando aparece, para entregarnos una primera parte cargada a su última placa ‘Distance Over Time’ (2019), que ha tenido un buen recibimiento por su fiel público, entremezclada con cortes de ‘Black Clouds & Silver Linings’ (2009) y ‘Systematic Chaos’(2007) con “A Nightmare to Remember” e “In the Presence of Enemies, Part I” respectivamente.
Una primera parte que muestra a una agrupación compenetrada, sólida y sonando a una potencia que muchos de los asistentes cuestionaron, por pasajes en donde se hacía complejo definir detalles, que se cubrían con el papel protagónico de John Petrucci, quien fue constantemente aplaudido por su perfecta ejecución en la guitarra, un músico que aplica con obsesión cada uno de sus recursos, sin embargo también puede ganarse el odio o las críticas de algunos, al extremar su técnica a tal punto de perder esa sustancia esencial en pos de la música, y transformarse en un gran expositor de malabares académicos. Su complemento en el escenario se divide entre el siempre carismático y portentoso tecladista Jordan Ruddes y John Myung, que caracterizado por mantener un bajo perfil, siempre roba miradas con su inefable genialidad ante las cuerdas graves.
James LaBrie por su lado, se vio con bastantes problemas vocales, un fantasma constante en cada concierto. Su actuación estuvo mermada por no estar al 100% en su estado de salud, pero convengamos que el cantante nunca ha logrado recuperar su voz, y lo que vimos en el inicio fue preocupante para lo que se venía. Sin embargo, el frontman demuestra contar con una actitud insoslayable, tomando el control y haciendo frente con un temple que lo hacen un indispensable en la banda, y logró reponerse con creces para ofrecer un acto memorable al momento de presentarnos una segunda parte monumental.
Cuando ‘Metropolis Pt2: Scenes from a Memory” salió al mercado en 1999, Dream Theater estaba encumbrada como la banda que hizo renacer y masificar los sonidos progresivos en los noventa, con discos como Images and Words, Awake o Falling Into Infinity, se posicionaron como una digna heredera de leyendas como Yes, Rush, Genesis, Pink Floyd, Queen o Journey, con aderezos de sonidos más ligados al metal como Metallica o Iron Maiden. Un riesgo que tomaron en tiempos en que el llamado rock alternativo invadía el mundo y las discográficas apostaban por ello. Al momento de aparecer esta obra conceptual, nos encontramos con un conjunto que había perfeccionado su trabajo, y desarrollado una madurez admirable, un disco al que muchos catalogaron como el nuevo The Wall, que exagerado o no, había bastante certeza de que este se convertiría en un referente tanto de la banda como del género. Lo de anoche simplemente ratificó esas certezas, y además nos hace reflexionar sobre el camino tomado posteriormente por la banda, al contrastarse con las piezas más actuales.
Vivir la experiencia en vivo de la obra íntegra, fue sumergirnos en ese provocador ambiente que genera la historia de Nicholas, y su regresión vi hipnosis, una reflexión sobre la vida y la muerte, la trascendencia del alma y el poder de la mente humana. El conjunto en su totalidad conmueve con la interpretación plagada de texturas, atmósferas y emociones con las que está construido este intenso álbum. A pesar de que no contamos con una figura esencial como Mike Portnoy, el talento de Mike Mangini en sus zapatos, alcanza los niveles esperados, manteniéndose lo más fiel posible, con sus obvios agregados personales, a la obra original. Mis reparos, como opinión personal, los tengo con Finally Free, en donde el baterista abusó en demasía de sus golpes, desconectándose absurdamente de la base de la canción, sonando como si estuviese ejecutando un solo aparte, mientras los demás músicos continuaban con el patrón de la pieza original, ahí, sin querer caer en la agotadora comparación, se extrañó inevitablemente a Portnoy.
Si bien cada una de las partes de “Scenes…”, se vivieron con intensidad, con un aforo que acompañó en coros a la banda desde la primera nota, el momento de mayor emotividad se desató con The Spirit Carries On, una pieza magnánima, y que demuestra que Dream Theater no es solo una máquina expositora de técnica, sino que también puede conectar con el lado más sensible del corazón. Ver un recinto con quince mil almas iluminando con sus linternas y coreando, mientras LaBrie desgarra su garganta en el escenario y Petrucci saca a relucir ese feeling que se extraña en sus posteriores composiciones, fue una experiencia que a varios sacó lágrimas.
El quinteto cierra con una ovación ensordecedora antes de volver con el golpe final interpretando At Wit’s End, de su última placa, pieza extensa, que de alguna manera define el momento actual de la banda, encarcelados en una fórmula agotada de ideas, y que difícilmente llegue a trascender como el disco que nos invitaron a celebrar. En mi opinión, un cierre innecesario, luego de la espectacular experiencia de oír en vivo su obra cumbre, una que vemos casi imposible vuelvan a replicar, a no ser que se sometan a una profunda regresión para retomar el camino perdido.
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