Nota: Felipe Canales | Fotos: Andie Borie
El gran Eric Martin, insigne voz de Mr Big, ícono del hard rock norteamericano, regresaba a Chile en el marco de una gira que lo ha llevado por latinoamérica, entonando los grandes clásicos de la banda que lo llevó al número 1 de los charts y a la consiguiente fama. Todo esto en compañía de una banda de excelentes músicos chilenos, que lo hicieron jugar de local. Pero vamos por parte.
A eso de las 21:45 sube al escenario del Club Chocolate la banda, con Eric al final, desatando la ovación del recinto, dando el vamos con “Daddy, brother, lover, little boy (the electric drill song)”. El sonido es potente y preciso, la voz de Eric se escucha clarísima, apreciando su calidad vocal impresionante, donde, a pesar de los años (61) se luce, con un tono de voz que obviamente ha cambiado con el tiempo, y algunos agudos sonando forzados, pero lo mínimo. Eric es un gran artista, con una voz privilegiada y un oído preciso. En su show solista anterior en Chile (en 2007) lo vi corregir a sus músicos en medio de un tema por un tempo impreciso. Aquí no fue el caso, pero si pidió varias veces correcciones en el monitoreo y en algunos efectos de su guitarra. A pesar de aquello, la música salía de gran manera hacia la audiencia, con algunos acoples que irritaban al cantante, pero que de ningún modo lograron empañar el show.
El repertorio de Mr Big copaba una jornada cargada de buenas vibras, con “Alive and kickin”, “Gotta love the ride”, “Superfantastic” y el clásico de Cat Stevens “Wild world” que los californianos versionaron y revitalizaron en 1993. Con este clásico, la gente participó cantando muy fuerte, a pedido del vocalista. Mucha nostalgia y euforia con los clásicos hard rockeros de los 80′ y 90′, como la mencionada “Alive and kickin” del disco “Lean into it” de 1991, muy disfrutada. Pero también preguntó si habían tanto fans del Mr Big antiguo como del más nuevo, y se lanzó con “Shine”, de 2001, época en que el guitarrista de la banda fue Richie Kotzen.
Por supuesto, debemos mencionar a su banda soporte, la banda que lo acompañó por toda su gira latinoamericana, compuesta sólo por músicos chilenos: Ignacio Torres en guitarra, artista Ibanez y participante en diversas bandas nacionales. Felipe Cortés en batería, encargado de los tarros en Crisálida, y Joaquín “Yakls” Quezada, bajista de Sobernot y Catoni. La presentación de ellos fue tremenda, calzando de manera asombrosa con la performance de Mr Big, banda siempre denominada como supergrupo debido a la experiencia y sorprendentes habilidades de todos sus músicos, tanto Eric, como Billy Sheehan, Pat Torpey y Paul Gilbert, y así mismo lo ha dicho el propio Eric Martin, que no se cansa de alabarlos, por ejemplo, diciendo que Ignacio es como la segunda venida de Paul Gilbert, pero también aprovechando de bromear con ellos, aludiendo a algunas costumbres “fumetas” de Yakls, o diciendo que ya sentía a Felipe como a un hijo más. La banda se ha hecho llamar “Los cóndores”, generando una especial presentación que incluye gestos y onomatopeyas “pajarísticas” que causan mucha gracia, y que permiten al tremendamente simpático vocalista, bromear y lanzar frases y tallas que causaron carcajadas en todos los presentes. Un lujo de banda, que en esta ocasión también incluyó en coros a Boris Cid, vocalista de Ten Richter, muy destacado en la escena nacional, y que demostró mejor sus habilidades en las voces del hit “To be with you”.
“Promise her the moon” llenó corazones y gargantas, para después anunciar “Temperamental” pidiendo al público que aun estaba sentado que se pusiera de pie. “¡Vamos! ¿acaso trajeron a sus bebés?” instó para terminar de consolidar la fiesta. Baquetas al aire y goce total de todos dentro del Club Chocolate. Cuando llega el momento de “Take cover”, se suma a los coros César Vigoroux, vocalista de Sobernot, invitado por el mismo Eric para interpretar una especial versión. Notable momento con otro más de los grandes músicos que tenemos por acá.
Hacia el final, la mencionada “To be with you”, que le dió a Mr Big su primer número 1 y una fama mundial que se merecían. “Addicted to that rush” es realmente pura adrenalina, muy esperada y donde se lucen todos, siendo imposible apartar la mirada de los músicos. “Dancin’ with my devils” es puro éxtasis, incluyendo un solo de batería descomunal de Felipe, un final con todo, y el cierre con la tremenda “Colorado bulldog”, haciendo justicia a la historia que arrastra el gran Eric Martin, llenando el local de nostalgia, de hard rock con onda y de primera calidad, de un carisma sin igual, y de una banda que nos enorgulleció como compatriotas. Un lujo de aquellos.
