24 de octubre 2017 | Teatro Cariola
Nota: Litta | Fotos: Cristian Carrasco
Con una demora de tan solo 10 minutos y 8 años, esta titánica agrupación Sueca por fin se dejaba caer nuevamente por nuestro país. El ambiente previo a estas visitas fue muy similar al de Sepultura, mucha crítica, mucha tensión y resistencia por parte de algunos fans, aquellos que aún no aceptan los cambios del equipo y el sonido, pero que tarde o temprano deben recapacitar; entre unirse o derechamente soltar el pasado.
Al igual que lo que llevan de gira, el setlist fue exactamente el mismo de los shows anteriores en Brasil, para nada una presentación extensa, para un Cariola casi repleto, creo que In Flames merecía tener un set un poco más largo para exhibir su estilo musical de casi 26 años, sé que es parte de una logística preconcebida, pero hubiera sido un gran regalo contar con un encore o alguna sorpresa. Fue un concierto parejo, que al iniciar tuvo una disidencia entre los agudos y los graves que hacían de la voz de Anders Fridén un tanto nasal, pero que ya para Everything’s Gone, se había solidificado en una potente proyección acústica.
Tremenda conjugación en las cuerdas, destacable pulcritud en las percusiones y gran entrega en la voz, momentos altos fueron los solos del gigante, Björn, como siempre profanando a su clásica Gibson Les Paul, la intrépida y enérgica dinámica de Niklas, que más allá de alegrarnos nos regaló también cómicos momentos, sobre todo cuando colocó la bandera chilena en su cuello simulando una capa, mientras que tomando descansos de la música, Anders habló a la multitud de una manera casual, como ponerse al día con viejos amigos, en una instancia incluso subió a un pequeño amigo, Máximo, quién se robó los aplausos al decir su nombre con presentación bilingüe, y es aquí donde todo lo que hacen en su nuevo sonido cobra sentido, hoy están tocando para estas nuevas generaciones y sí, eso coloca en palestra que no pretenden convertirse en una banda clásica de la “vieja escuela”, sino que desean ser realmente figuras del constante apogeo.
Es verdad, hace ya más de una década que los suecos abandonaron al género del death melódico para transmutar hacia un plano musical totalmente distinto, conformes y transitando actualmente en una ola de groove metal alternativo que converge en diversos estilos, los de Gothenburg nos muestran su último trabajo en esta gira, un tanto más superficial, diverso y trivial de cuantos han compuesto hasta la fecha, nada que ver con el plano extremo-gutural de su primera época, pero que domina a cabalidad esta nueva era del sonido, claramente mantienen una gran técnica que los convierte en pilares de este nuevo metal.
Atrás quedaron temas como Colony, Episode 666, Cloud Connected y Paralyzed, pero la presencia escénica de In Flames es verdaderamente un tremendo y pulido acto, pero no solo por las ejecuciones; el nivel de espectacularidad liderado por el grupo principal de Anders, Björn y Niclas solo puede lograrse a través del paso del tiempo y junto a esa energía que siempre sabemos desplegar como público, se convirtió en una jornada de alto impacto. Casi parece que la banda está en su elemento natural, cómodos y confortables, como si hubieran nacido para llevar el metal al reino de los hombres mortales y tengan como misión hacer una procesión a través de la dirección de cada época.
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