2 de marzo 2017 | Espacio San Diego
Nota: Freddy Veliz | Fotos: Pablo Fuente
Uno de los encuentros más esperados por los amantes del sonido vintage, que recoge lo más crudo de la psicodelia sesentera, por fin se concretaba en Santiago. La banda alemana Samsara Blues Experiment, por fin debutaba en nuestro país este 2 de marzo con un lleno total en Espacio San Diego, recinto que paulatinamente se está abriendo como una buena alternativa para los sonidos duros del rock en vivo.
Como invitados a abrir el ansiado show de los germanos, la banda chilena Dejalosangrar fue la escogida por la productora. Un real acierto como aperitivo, que el trío compuesto por Rodrigo Robles en bajo, Hernán Polanco en guitarra y Jorge Habach en batería supo aprovechar al máximo, presentando un show redondo, donde parte de su breve producción discográfica fue revisada y puesta al servicio de los oídos del público, para viajar a través de sonoridades que atrapan. La banda propone música que, más allá de definirla a través de un título especial, fluye con la determinación de provocar estímulos sensoriales en sus oyentes, de una oscuridad que inevitablemente nos evoca algunos de los pasajes más abismales de Black Sabbath a lo más experimental con bastante determinación.
El toque narrativo (Introducción / Colofón) a cargo de Manuela Reyes invitada con el ukelele, nutrió de una fuerte carga emocional el comienzo y final de la presentación de los chilenos, quienes además, tal como en su disco Vol.2 se hacen acompañar en el track #28/27, por los hermanos Ayelén e Inti Berríos en piano y saxo respectivamente, demostrando la convergencia de matices que trabaja el conjunto para enriquecer su musicalidad.
Aires de improvisación, búsqueda y provocación sensorial definen un show que dejó el ambiente encumbrado en una nube lisérgica para recibir a Samsara Blues Experiment.
Siendo las 22:00 horas el recinto ya se veía colmado y el calor reinante comenzaba a empoderarse del sofocante ambiente, el trío alemán sube al escenario y el público se agolpa para enfrentarse a una densa capa de riffs que nos trasladan en una máquina del tiempo a los años en que la psicodelia irrumpía en el planeta. Sí, porque Samsara Blues Experiment no han inventado la rueda ni mucho menos, su música más bien trae de vuelta lo que hace alrededor de cinco décadas desarrollaron grandes exponentes como Jimi Hendrix, Family , 13th Floor Elevators o Black Merda por nombrar solo algunos.
Avalados por diez años de carrera, tres álbumes de estudio, un ep y un disco en vivo Samsara nos llevó en un amplio recorrido por parte de su historia, además de adelantarnos algo de lo que se viene en un próximo álbum. Desde el comienzo con “Singata Mystic Queen” de su álbum debut titulado ‘Long Distance Trip’ editado el 2010, el público se dejó cubrir por un manto de densas cadencias y ácidas características. El olor a cannabis se adueñaba del escaso aire en el interior del recinto, creando la atmósfera precisa para embarcarse en el viaje lisérgico de los teutones.
Christian Peters (voz y guitarra); Hans Eiselt (bajo) y Thomas Vedder (batería) logran, desde la crudeza de su sonido, crear una mezcla apabullante de sensaciones, alineadas en esta suerte de jam constante, temas extensos que se van transformando en ritmos hipnóticos, los que por instantes nos mantiene atentos y estáticos, y sin previo aviso nos estimula a mover nuestras cabezas o a levantar los puños. Peters no puede disimular su emoción y agradece el apasionado recibimiento de los cientos de seguidores que llegaron al local de calle San Diego.
Cortes como “Into the Black”, “Fort he Lost Souls”, el adelanto “One With the Universe”, “Shringara” o “Double Freedom” fueron parte de este trip musical en donde confluyen elementos asociados a la experimentación, sutiles inspiraciones en lo oriental, la densidad del stoner rock, la utilización de una amplia gama de efectos de distorsión que aportan esa sensación catártica propia de la psicodelia, son parte esencial en el sonido global del trío que recibía una efusiva arenga de los asistentes hacia el final del concierto.
Los músicos se despiden pero el público, haciendo caso omiso continuó largos minutos solicitando su regreso al escenario, sin mayores resultados, solo quedó resignarse y salir en medio de la sensación de haber experimentado en manos de esta novel agrupación, un viaje a las bases más desprolijas y crudas del rock, ese que no se rinde ante el paso del tiempo ni a las nuevas tecnologías y prefiere mantener la esencia de un sonido más honesto y evocador.
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