14 de septiembre | Teatro Nescafé de Las Artes
Nota: Freddy Veliz | Foto: Cristian Carrasco
Este jueves 14 de septiembre, mientras miles de personas peregrinaban hacia el Estadio Monumental para reencontrarse con una de las estrellas más mediáticas del rock de los últimos 35 años, en Teatro Nescafé de las Artes se reunía una buena cantidad de seguidores de del metal y el post rock. El debut en nuestro país de los islandeses de Sólstafir no pasó indiferente entre los que buscan nuevos lenguajes musicales dentro de un género que se ha ido reinventando durante los años. Islandia es un país que ha proveído al mundo de la música aires renovados, muy arraigados a su cultura y a expandir de cierta forma su manera de sentir su tierra. The Sugarcubes, Björk o Sigur Rós, son los primeros nombres con los que asociamos la música de ese gélido rincón del planeta, y Sólstafir ha ido sumándose desde su línea musical, qua atrae de manera transvesal por su apertura desde el metal a encausarnos por caminos que nos trasladan a un imaginario viaje por la historia y paisajes de su país natal.
Desde la introducción envasada con “Náttfari”, proveniente de su álbum 2005 ‘Masterpiece of Bitterness’, que se inspira en un histórico y enigmático personaje que llegó a Islandia durante su colonización junto al explorador vikingo Gardar Svavarsson, nos sumimos en un estado de entrega total a lo que se venía en segundos, el conjunto aparece en el escenario en medio de un caluroso recibimiento para iniciar su debut con dos cortes de Berdreyminn, su última placa de estudio publicada hace algunos meses. “Silfur-Refur” e “Isafold” inmediatamente comienzan a envolvernos en atmósferas hipnóticas, a través de arreglos instrumentales que forman un muro de guitarras y sensaciones indescriptibles en palabras, es gratificante el hecho de que una banda desde el primer minuto suene a la perfección. Los músicos se concentran en ir hilvanando un show bastante robusto en términos técnicos y musicales, creando cierta distancia con la audiencia, que celebraba cada corte que nos iban presentando, en un recorrido por gran parte de su discografía. El bajista Svavar “Svabbi” Austmann, se roba la atención desde su impronta estética ha su talento en las cuerdas graves, impregna de constante densidad a la base de la banda que deambula por los sonidos duros provenientes del metal o el hard rock para entrelazarse con pasajes psicodélicos y melodías luminosas, que de alguna forma dibujan vivencias geográficas propias de su territorio originario, “Ótta” es una magnífica obra maestra, que ejemplifica lo dicho anteriormente, se extrañan en vivo los violines de estudio, pero la esencia del tema se mantiene para que viajemos por sus distintas texturas sonoras, encauzados con los matices vocales de Aðalbjörn “Addi” Tryggvason.
“Náttmál” nos sumerge por sonidos cercanos al doom, momentos de introspección en medio de riffs arrastrados que nos envuelven en claustrofóbicas sensaciones de las que no queremos escapar. Con “Necrologue” nos introducen en ‘Köld’ del 2009, catártico, compases lentos que nos tumban al suelo. La experiencia en vivo de estos islandeses se transforma en una verdadera compenetración de estímulos auditivos y de estados mentales que se traslapan con lo etéreo, realmente sobrepasaron las expectativas que personalmente tenía de ellos, siendo que eran altas, así vamos siendo abducidos en cortes como “She Destroys Again” , la aplaudida perfección de “Fjara” y “Svatir Sandar”, que finalmente dan paso al encore, momento en que el público se pone de pie para agolparse más cerca de la banda. Tryggvason, rompe el hielo en medio de “Goddess of the Ages” para acercarse al público y pararse en el pequeño muro que separa la primera línea de butacas con el escenario, recibió apretones de mano, y celulares con los que no dudó en tomarse selfies con el público, la frialdad de los islandeses logró temperarse con la calidez nacional para un final portentoso y distendido, cero ínfulas de rock star, para un concierto de variadas emociones, que una vez más nos confirma que la música y las propuestas que se expanden fuera de lo genérico, logran exponernos renovaciones sonoras que sepultan toda opinión con respecto a la falta de creatividad en el rock actual. Sólstafir de alguna manera nos advierte que miremos más allá de la industria tradicional concentrada en Estados Unidos o Inglaterra, hay vida más allá de esas fronteras, y de esos fuimos privilegiados testigos.
[gm album=758 module=photobox]