Por: @jeff.qlo
La noche más oscura del año llegó un día antes con el estruendo de la maquinaria sonora de Marduk. Celebrando los 35 años de Panzer Division Marduk, los suecos descargaron una tormenta bélica cargada de un sonido devastador, preciso y más fuerte que nunca.
Antes del asalto principal, el escenario fue preparado por dos poderosos batallones nacionales: Profanator y Undertaker of the Damned, quienes ofrecieron un ataque frontal de death metal con tintes black. Profanator abrió con una descarga intensa, llena de violencia rítmica y riffs afilados, desatando el primer temblor entre las murallas del Cariola. Undertaker of the Damned continuó la ofensiva con una oscuridad más densa, una mezcla de brutalidad y frialdad que puso en trance a la multitud. Ambas bandas demostraron la fuerza y calidad del metal extremo chileno, mostrando que en esta tierra los soldados del ruido no se rinden.
El público fue tan diverso como devoto, algunos vestidos con chaquetas militares, cascos y parches de guerra; otros, recién salidos de la oficina, aún con la corbata suelta sobre la camisa, pero con la misma determinación. Todos reunidos por el mismo propósito de ver a una de las bandas más importantes y longevas del black metal mundial. Lo que los movía no era la moda ni la nostalgia, sino el compromiso con una forma de arte que se mantiene pura, violenta y blasfema.
Marduk pisa el escenario completamente a oscuras, sin introducciones ni preámbulos, solo siluetas negras entre el humo y el ruido. Esa frialdad fue parte de la puesta en escena de una ejecución militar, una operación al estilo Blitzkrieg, donde la sorpresa y la velocidad garantizan la victoria. Desde el primer acorde, el sonido fue tan nítido y brutal que se sintió como una ráfaga de fuego cruzado.
El set dedicado a Panzer Division Marduk fue una marcha bélica en toda regla. Cada canción sonó como una explosión calibrada, un impacto que no dejaba respiro. La batería golpeaba como un tanque ligero en movimiento, el bajo rugía con tono mecánico, las guitarras eran cuchillas que cortaban el aire, y la voz comandaba la destrucción con la autoridad de una avalancha implacable que barrió con todo a su paso.
“Baptism by Fire” marcó uno de los momentos más intensos, donde el primer enfrentamiento de un soldado con el fuego enemigo se volvió literal. El público fue ese soldado, expuesto al primer impacto, al ruido, al miedo, al éxtasis. Esa mezcla de caos y admiración, de violencia y entrega, definió toda la experiencia.
Marduk no vino a celebrar con nostalgia, se pararon sobre el escenario con la trinchera ganada y la postura clara de por qué su nombre sigue siendo sinónimo de guerra, blasfemia y disciplina sonora. Su desplante fue el de un ejército veterano listo para llegar, ejecutar y vencer. El Panzer Division fue una campaña militar sonora que recordó a todos por qué este disco marcó a fuego a toda una generación del black metal mundial.
