El regreso de Molchat Doma a Chile se llenó de expectativa, con un público numeroso que repletó el Basel Venue ante una banda que nació de culto y ha crecido de forma insospechada.
La jornada la abrió Deshabitado, quienes lanzaron hace poco su segundo EP “Dejen Tranquilo el Sector!” y llenaron el escenario de ímpetu y adrenalina, con un post-punk que levantó al público y encantó con su propuesta y consignas. El sonido acompañó, la interpretación también, y la energía hizo que su forma de disfrutar contagie y obtengan una recepción calurosa.
El recinto se repletó y se respiraba una oscura alegría. Las almas presentes saben perfecto a lo que van y lo disfrutan. Se apagan las luces, la banda aparece y la euforia se desata al ritmo de los músicos de Minsk. Baile, misterio y emotividad son elementos esenciales para establecer una conexión única en una fulgurante noche de eléctrico sudor.
La figura de Egor Shkutko se planta firme junto a su micrófono y sus movimientos hipnotizan a un público que abrazó el trance desde el comienzo con “Колесом” (Kolesom), y así hasta el final, en una comunión que se volvió un vendaval de emociones. El lanzamiento “Белая Полоса” (Belaya Polosa), su disco del 2024, se convirtió en la excusa perfecta para volver, y la presencia del mencionado tema que abrió el recital, más la excelente “Ты Же Не Знаешь Кто Я” (Ty Zhe Ne Znaesh Kto Ya) y “III” completaron un comienzo perfecto al ritmo de su más reciente trabajo, con fuerte presencia de sintetizadores en la composición. “Дома Молчат” (Doma Molchat), de su disco debut en 2017, causa un revuelo feroz y ya no hay vuelta atrás. “Не Вдвоём” (Ne Vdvoem), “Белая Полоса” (Belaya Polosa) y “Сон” (Son) complementan la presentación de su último trabajo, dejando para el tramo final la oscura y enorme “Безнадежный Вальс” (Beznadezhniy Waltz).
La fiesta es constante, y temas como “дискoтэка” (Discoteque) lo confirman, pero también hay tiempo para la más introspectiva y magnética “Oбрeчeн” (Obrechen), del disco “Monument”. La mezcla de sensaciones nos recorre y alimenta un alma gótica que no se resiste a estos ritmos nacidos al otro lado del mundo. La sección final se vive con religioso fervor, desde el clamor multitudinario por “Клетка” (Kletka), pasando por la atrapante “Тоска” (Toska) y la fascinante “Танцевать” (Tancevat), todas del disco “Этажи“, que consolidó el culto a la banda bielorrusa. El final con “Cyдно” (Sudno), del mismo disco, se vivió con locura, con esa fascinación asombrosa que encantó a la banda desde la primera vez que pisaron este suelo. No hay nadie pegado al piso, porque es simplemente imposible no vivirlo en movimiento. Una verdadera fraternidad en que la banda, su música y el público se amalgaman en un solo ser.
Se cierra una noche de profunda conexión, de miradas cómplices y de mucho baile al ritmo de una deslumbrante banda que vino a cautivar y que sólo sabe de crecimiento. Desde ya, y con la energía a tope, se está esperando un nuevo regreso.
