Por Freddy Veliz
A dos años de recibir elogios con Fuego en Los Andes, que incluso lo llevaron a recibir un Altazor, Angelo Pierattini nos vuelve a sorprender, esta vez con BAILA DIOS, su nueva placa que llega para consolidar un trabajo en constante ascenso.
Un disco con un empuje rockero que desde el comienzo fluye a través de los enganchadores primeros golpes de la batería con “Baila Dios” tema que cuenta con la colaboración del músico mexicano Paco Mastuerzo de la legendaria banda Botellita de Jerez en los coros. La canción, que da título a este nuevo trabajo, es un claro apronte de lo que se viene en los siguientes nueve cortes que lo comprenden. Rock de una crudeza muy bien controlada, en donde las melodías vocales abundan con una claridad de ideas por parte de Angelo que sorprenden.
El aporte de su antiguo compañero de rutas en Weichafe el bajista Marcelo Da Venezia es incuestionable, las cuerdas graves están presentes a lo largo de todo el disco, armándose varios espacios de protagonismo, en medio de los intensos muros de riff que Pierattini va construyendo. “Salva el Dolor” es un claro ejemplo de esos agudos y reconfortantes guitarreos, que han sido el sello del músico a través de su carrera, el que se mantiene con el peso de “Tierra Andina”.
La guitarra acústica nos abre el camino a una variante de elementos que se funden en “Opio Juventud”, un coro que da paso al teclado de Felipe Silva, que a la vez se alterna con una poderosa línea de bajo, para que Angelo vuelva a entrar y terminen en un explosivo engranaje sonoro.
Da Venezia junto a Ormazábal son los encargados de abrir paso a “Más Lento”, a partir de una línea de bajo a medio tiempo se va estructurando la canción y prepara la entrada de Angelo con precisos rasgueos que terminan tomando protagonismo hacia el final de esta monumental composición, que antecede a “Ella y Yo”, el primer single, una balada que cuenta con el destacado músico y productor chileno-estadounidenseAlain Johannes como invitado para acompañar en las voces, dando un cariz distinto con su timbre, complementado de manera perfecta a la vocalización de Pierattini. Más allá de eso Johannes no tuvo mayor influencia en un tema que se sostiene en la visible evolución de Angelo, que ha ido creciendo en cada una de sus obras, hasta llegar a adquirir una sobresaliente capacidad para componer buenas canciones.
El disco se va trazando en medio de líneas vocales y una guitarra protagónica pero que siempre deja espacio para que cada uno de los instrumentos vayan construyendo infinidad de detalles, que ayudan a ir descubriendo y redescubriendo el álbum en cada escucha. “Vida Infierno” es una obra en constante movimiento, vamos sobre plácidas olas que por momentos se encuentran con rocosas y rutilantes guitarras. Los compases se vuelven a relajar en “Sureño Altiro” , Diego Ormazábal con un marcado golpe de caja mantiene el pulso, mientras Angelo va cantando al límite del susurro otorgándole un carácter emocional a la canción.
Para finalizar somos recibidos con un coro a cargo de los integrantes de la destacada compañía Teatro de Ocasión, una composición de mucho color, con momentos de intensa luminosidad y matices sonoros siempre ensalzados por el enérgico riff de la guitarra acústica de Pierattini.
Caso aparte es el arte de la carátula, con un formato de 20 x 20 centímetros, simula los sobres de los antiguos discos de 7”, el diseño estuvo a cargo de Jorge Catoni, en este se destaca la figura de un conocido personaje que baila por las calles santiaguinas, sobre un fondo celeste, queda en evidencia una clara influencia en la estética kitch. El personaje popular, con sus coloridas vestimentas de mujer potencia el concepto visual de la portada.
Esta última producción discográfica de Angelo Pierattini nos deja la sensación de un trabajo que llega para avalar el gran momento creativo que vive actualmente, su talento no solo se centra en sus canciones, sino que además en la manera que logra hilar a cada una, hecho que confluye en integrar los nueve cortes sin sentir que algo falte o sobre. Las canciones no sobrepasan los cuatro minutos pero en cada una existe tal cantidad de detalles rítmicos, armonías vocales, texturas sonoras, que el disco fluye con un dinamismo e identidad admirable. Bien por Pierattini, bien por el rock chileno, aquí hay un trabajo serio y profesional, de un músico de vasta trayectoria, que mantiene vigente su carrera a punta de buenos riffs y magníficas composiciones.
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