Por PJ Rojahelis
Escuchar a Noel Gallagher es como escuchar una radio que toca canciones que parecen himnos ingleses de esos que se corean cuando juega el Manchester City, al menos se sienten como aquello, como una frase imparable, y una voz que ya suena a clásico.
El show comenzó con 10 minutos de retraso (eso de la puntualidad inglesa es mentira), con un VTR stage que se llenó y al pasar las canciones se repletó absolutamente.
La calidad del sonido fue notable, Hi-Fi totalmente, lo mejor de lo que me tocó escuchar estas dos jornadas en términos de sonido, daba gusto, todo perfecto, un sonido que nos deja la sensación de placer auditivo, sin importar si te gustan o no sus canciones, el sonido era alucinante por si solo.
Claro está que Gallagher no es un cantante al que le guste hablar mucho con la gente, pocos silencios, y mucha música, la flema inglesa se nota, pero a nadie le molesta, con el nivel exhibido… que cante no más.
La banda funcionó impecable, Hi-fi, y reluciente, con un bloque de tres vientos que nos hacían a ratos pensar en Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, o el Magical Mystery Tour, un absoluto deleite, y lo mejor de todo, apostando por un sonido que se reconoce como propio, y una reinvención de parte del de Manchester.
Los momentos más altos a mi parecer, más que nada por la reacción de la gente fue en primera instancia la versión de “Champagne Supernova” dedicada por Noel a la Luna, que a esa hora se veía brillar majestuosa frente al escenario, y por supuesto el cierre con una multitud emocionada, en algunos casos hasta las lágrimas, que corearon resonando con una fuerza increíble por todo el parque O´higgins la imperecedera “Don´t look back in anger”
Un show redondito, donde fue la música la que habló por el inglés, y el sonido el que conmovió a todos los que disfrutamos con envolvernos en un banquete sónico.
Fotos Lollapalooza Chile Día Domingo | Getty Images/Lotus Producciones
[gmedia id=334]