¡Revisa la galería de fotos por @crisrock_photography al final de esta reseña!
Cuando se trata de festivales, especialmente de metal, que no son tan frecuentes en nuestro país, la expectativa, la ansiedad y la emoción son intensas desde el anuncio hasta el momento en que te escanean la entrada. En toda organización pueden surgir inconvenientes, pero el KnotFest 2022, producido por Transistor, sigue vivo en el recuerdo y el corazón de quienes asistieron, a pesar de sus fallos. Este año, el evento renació de las cenizas bajo la producción de Fénix, reconocida por espectáculos de alto calibre, lo que elevó las expectativas.
Sin embargo, esta reseña no busca comparar, aunque será inevitable en algunos puntos. Es, en esencia, un relato de lo que fue revivir un KnotFest, especialmente considerando que solo se han celebrado dos versiones de este festival en Chile desde su inicio en 2012. Así que, sin más preámbulo, aquí está lo bueno, lo malo y lo feo de KnotFest Chile 2024.
Lo bueno
La locación en el Parque del Estadio Nacional facilitó el movimiento, con áreas de descanso, múltiples baños, puestos de comida, y stands de merch nacional y de las bandas, lo que permitió a los asistentes elegir cómo disfrutar la jornada, al menos hasta el momento en que Slipknot tomó el escenario y el espacio se volvió insuficiente.
El miedo que dejó la versión anterior no ocurrió, pues las bandas nacionales Nico Borie, SVVVNT, Mawiza y Rama tuvieron el lugar que merecían en la programación, siendo de las primeras en tocar, tuvieron su espacio correspondiente en el escenario respetando su acordada participación y contando con el máximo apoyo de los presentes.
Uno de los grandes aciertos fue la cantidad de puntos de hidratación gratuitos, reflejando un esfuerzo por mejorar en este aspecto tan importante. Había más de ocho contenedores, cada uno con tres llaves, y puntos Tenpo donde distribuían agua de bidón con vasos. Además, durante todo el concierto lanzaron a cancha agua envasada en pequeños potes, sin interrupción, hasta el momento en que salió Slipknot. Esto fue muy valorado por los asistentes y demuestra una consideración esencial hacia el bienestar del público, aunque esto será discutible más adelante.
El criticado lineup resultó ir contra todo pronóstico. Bandas como Poppy o Baby Metal fueron las que más hicieron interactuar al público, dejando un disfrute total donde no parecía haber preocupación alguna, generando mosh impredecibles y la participación de mucha más gente de la prevista. La presentación de Disturbed se realizó sin disturbios, no hubo manifestaciones respecto a Palestina y el público coreó acompañando al vocalista sin limitarse. Para Mudvayne, los más esperados y quienes declararon “haber cometido un error al no decidir venir a chile en 24 años”, las energías estaban agotadas hacia el final de su show, haciendo ver a un público, al menos al sector VIP y las primeras filas de cancha general, bastante apagados. Orbit Culture y Amon Amarth hicieron saltar al público y seguirles la corriente en un éxtasis absoluto del mejor metal sueco. Y finalmente, el caos, la locura y la explosión cósmica se vivió con la salida de Slipknot al escenario, quienes sonaron brutalmente fuerte e imponente presentando de principio a fin su álbum homónimo de 1999 y que efectivamente, y tal como Corey mencionó al comienzo, “bienvenidos a 1999”, logró transportar a todos los presentes a esa época sin excepción.
El ambiente durante todo el festival fue familiar, de comunidad y alegría. Tal vez no fue el lineup que se esperaba, pero sin duda logró ser uno que reunió a muchas personas con una cosa en común: querer disfrutar de sus bandas favoritas. Todos los presentes eran muy diversos unos de otros y sin embargo lograron congeniar y encontrar el mismo escondite.
Lo malo
Tal vez era de esperarse una decoración mucho más producida. Los escenarios carecían de particularidad relacionada a la temática circense que rodea al evento, o de cualquier detalle en absoluto, y sólo contaba con un KNOTFEST con letras de madera delante de la carpa del museo, que generó largas filas con un gran tiempo de espera bajo el sol. De igual forma, pese a que se destaca la presencia de múltiples lugares de comida, estos se quedaron cortos para la cantidad de gente presente, y especialmente para aquellos con necesidades particulares como opciones de comida para celíacos o veganos; algo similar ocurre con el agua, a pesar de disponer de una gran cantidad de opciones, no fue suficiente. Algo pasa con los eventos en masa y quienes los producen que no realizan los cálculos matemáticos necesarios para suplir la cantidad de agua y alimento que va a requerir tener a miles de personas reunidas en un mismo lugar.
Problemas de sonido. Aunque es difícil vincularlo directa y exclusivamente con la productora a cargo, ya que cada banda trae a sus propios sonidistas, esa diferencia se notaba con bandas como Slipknot o Baby Metal que sonaron excelente y otras como Mudvayne que sufrieron en el aspecto técnico, pero cualquier inconveniente sonó mejor que el óvalo del Monumental.
El sector VIP poseía unas gradas con toldos protegidos del sol, pero la locación de ésta fue pésimamente escogida, alrededor de las 4 pm el recorrido de este a oeste de la estrella fogosa que estuvo ardiente el día de ayer generó que no hubiese escape alguno de sus rayos. Y a diferencia de general, VIP contaba únicamente con un stand de comida, generando largas y lentas filas de atención.
Lo feo
No existe organización alguna que le tome la seriedad suficiente a los peligros de la exposición UV prolongada. Definitivamente no se puede estar en un evento a más de 30 grados durante al menos 8 a 10 horas con todo el sol encima, más aún cuando los requerimientos no alcanzan la vara y son incapaces de mantener a sus asistentes resguardados de la deshidratación, y todo esto sin considerar a los trabajadores, de todo tipo, pero especialmente los camarógrafos, que no pueden abandonar su lugar por horas. Resulta inaceptable que tras los elevados precios de las entradas, más la incorporación de un sector VIP, no sea capaz de superar con creces las falencias ni aprender de los errores de la versión pasada.
Lo malo y lo feo, lejos de ser una crítica destructiva, es una determinada invitación a las productoras locales a pensar en sus asistentes y cómo sus experiencias en un evento van a definir sus decisiones de asistir o no a uno próximo. En teoría, debiese ser un sentido común del cuidado humano básico, pero desde la práctica, incluso al verse desde una arista monetaria y de ganancias es claro. Si el usuario no disfruta lo que experimenta, dejará de consumir lo que se le está ofreciendo. Es tiempo de que las productoras nacionales se pongan al nivel de las internacionales, pues el público chileno está para ser tanto o más potente y entregado que los europeos o norteamericanos.
KnotFest Chile 2024 deja opiniones divididas, algunos recuerdan con nostalgia, pese a todo el terror, su primera versión; otros, lo describen como la mejor experiencia de su vida. Lo único realmente cierto es que somos increíblemente afortunados de poder vivir este festival y por ello tenemos que cuidarlo, impulsar a las productoras a hacer mejor su trabajo, también a dejar de quejarnos por absolutamente todo y aprender a ver el vaso medio lleno al mismo tiempo. Si en algo podemos coincidir, es que todo aquel que logró asistir a esta fiesta del metal hoy está con el cuerpo molido descansando con una sonrisa de oreja a oreja, y los que se lo perdieron ven nuestra cobertura con un punzón en el pecho.
Esperamos que KnotFest siga, puliendo sus fallas y abriéndose al nuevo metal y a la diversidad dentro de la comunidad metalera. Y, por supuesto, seguiremos riéndonos de los reportes de SoSafe pidiendo que apaguen esa música demoníaca.