Luego de un comienzo de año movido musicalmente, con shows que pasarían a la historia por su relevancia y peso, pocos imaginarían que lo de este martes 6 de mayo, con Beat en vivo en el Movistar Arena, entraría como una tromba directo a disputar el trono de lo mejor de este 2025. La superbanda que recrea al King Crimson de los 80’ y que reúne a Adrian Belew y Tony Levin como miembros originales, más Steve Vai y Danny Carey como compañeros de lujo, llegó a Chile con altas expectativas, las que no sólo se cumplieron, sino que fueron sobrepasadas con ferocidad.
La noche partió con el show de Jorge Campos, una leyenda del bajo y de la música en Chile, quien fue presentado por Rainiero Guerrero y “Lobo” Araneda de Radio Futuro, situándose al centro del escenario con su imponente bajo doble “Machi”, y algunos artefactos que lo ayudarían a crear ritmos y engrandecer atmósferas. Luego de “Kuyen”, Jorge comenta que esta noche celebrará la cultura mapuche y la resistencia indígena y dispara “Horrisono”, gran tema que abre su disco “Machi”. Le sigue “Melancolía”, y enseguida, la enorme carrera del maestro Campos le permite hacer un guiño a Fulano, con un extracto de “Convicciones”, composición suya del disco “El Infierno de los Payasos”, cantando y mostrando una maestría instrumental que impresiona, dejando ver toda esa arquitectura del sonido de vanguardia que él mismo ayudó a crear. Similar efecto se produce con “Teen Town”, homenajeando al icónico Jaco Pastorius.
Antes de despedirse, otro guiño: un par de segundos del inicio de “Elephant Talk” que desataron la euforia del público. Interpreta “A Marvada Carne”, saluda a sus compañeros músicos que lo han acompañado durante años, y se despide en grande.
De a uno, sin mayor aspaviento y ante una ovación enorme, ingresa Beat, con trajes tipo terno bien ochenteros, excepto Danny Carey que luce más casual. La expectativa es gigante, y es que los históricos Adrian Belew y Tony Levin prometen revivir una época venerada de King Crimson junto a compañeros que son leyendas por sí mismos. Adrian dejó claro en una entrevista que quería enseñarles a estos músicos lo esencial de los temas, dejándoles también espacio para que le den su sello. Y vaya que mezcla más explosiva resultó ser esa.
“Neurótica” despliega ritmos hipnóticos, con guitarras que se cruzan y un Steve Vai paseándose con locura por las figuras creadas por Robert Fripp. Desde el inicio probamos todos los sabores que queríamos encontrar. “Neal and Jack and Me” es una de las canciones más representativas de este período, y se celebra tanto como la melódica “Heartbeat”, con segundas voces de un impecable Tony Levin. “Sartori in Tangier” comienza con la belleza del stick, que se escuchó impecable, pasando a unas guitarras que vuelan y se elevan de forma épica sobre la base armónica y percusiva de Tony y ese muro infalible que moldea Danny. La guitarra que ahora se cuelga Adrian es de 1985, la época de estos discos, y da inicio a la sección del “Three of a Perfect Pair” con una celebrada “Model Man”.
El despliegue de recursos para recrear el sonido único del rey carmesí de esta época, nos hace escuchar sonoridades y timbres que nos remiten a esa fábrica maravillosa de ingenio que abrazaron Robert Fripp y Adrian Belew. Cuerdas que silban y sonidos que simulan animales, junto a solos frenéticos con ebow y pedales que cobran vida en los parlantes, mientras Tony Levin maneja el sintetizador y saca fotos de manera furtiva, antes de colocarse sus famosos “funk fingers” en “Lark’s Tongues in Aspic (Part III)”, donde Steve Vai nos hace delirar con su tappings y su mágico manejo del floyd rose. También pasaron “Dig Me”, “Man With an Open Heart” e “Industry”, antes de un descanso de 20 minutos.
Volvemos del intermedio, y vemos a Danny en el centro dándole a las percusiones, allí se une Adrian y comienzan la muy esperada “Waiting Man”, en un juego doble que se ha vuelto un clásico de esta gira. Luego de esto, comienza la era “Discipline”, y de aquí en más la intensidad sube y sube, la potencia se multiplica y lo que antes parecía un pensado respeto por las formas originales, va mutando en piezas que suenan a las que conocemos, pero con una fuerza imparable y una inyección de energía que emana principalmente de los azotes en plenitud que marca Danny Carey y los solos de Steve Vai, basados en la originalidad y maestría de Robert Fripp, pero pasados por la genialidad de este guitar hero que les da vida propia y los eleva con unos solos extendidos simplemente maravillosos, como el de “Sleepless” y “Frame by Frame”, donde las guitarras cruzadas desataron euforia y provocaron una ovación delirante que dejaba sordo. “The Sheltering Sky” pasó furibunda y “Matte Kudasai” nos hizo volar en su belleza. “Elephant Talk” trajo al frente toda esa imaginería sonora que imita animales, como el famoso elefante de Adrian, que terminó dándole nombre al tema y que sonó mágicamente impecable.
Vamos avanzando hacia el final y la maravillosa “Three of a Perfect Pair” se coreó, se vivió y se aplaudió a rabiar. La gente se para en cada intervención, porque la emotividad intensa inunda cada rincón. El show se ha convertido en algo majestuoso, con una entrega total de la banda y de un público extasiado y al borde de la locura. “Indiscipline” muestra a un Danny pleno, monstruoso, y da el fin. Para el encore, Adrian anuncia el único tema que no es de la época homenajeada, ni más ni menos que el imperecedero “Red”, tocado a la perfección a modo de homenaje, dando paso a la bailable y festiva “Thela Hun Ginjeet” cerrando el set. Alucinante y sobrecogedor.
Una noche redonda, que tuvo poquísimas fallas y nada que empañara la sensación de haber visto un show histórico, con una formación histórica, quizás irrepetible, que completó nuestra experiencia Crimsoniana en Chile. Una banda a plenitud, la voz de Adrian brillante y una interpretación realmente en llamas. Uno que se va directo a lo mejor del año, y que se vivió con el alma. Único e irrepetible.
