¿Qué más queda por hacer cuando el proyecto que armaste después de un primer fracaso alcanza la cima? No hay de otra, más que reinventarse. Perderle el miedo y la necesidad de agradarle a todo el mundo, y crear lo que siempre quisiste hacer. La banda sueca Ghost no tiene nada que perder, y a estas alturas de su trayectoria, pueden darse el lujo de ser disruptivos y dejar caer Skeletá.
Como una lluvia helada de huesos de esqueleto que caen desde el cielo, en el mejor sentido. Ghost trae una propuesta que le da duro a quienes más los detestan, y a quienes falsamente los aclaman.
Un viaje directo al pasado. Aparentemente en un ticket de ida y sin vuelta, por favor. El álbum saca lo mejor de estos fantasmas que al parecer se sentían bastante perdidos y sin rumbo hasta que cruzaron el velo y pasaron al más allá. Lo dejan más que claro: lo que conocían de Ghost quedó atrás. Solo sale ileso su núcleo de afinaciones que vuelven su música reconocible; del resto, despídanse de una vez.
Su esencia está cargada de clásicos setenteros y ochenteros, pasando por riffs, notas y melodías fácilmente reconocibles de los grandes en la época dorada del rock y el rock ‘n roll, tales como journey, queen, led zeppelin, deep purple, bon jovi y un sinfín de homenaje sonoro que cualquiera que haya crecido con esa música en casa podrá encontrar sin lugar a dudas en este LP.
El debate de si Ghost es o no metal puede quedar saldado y en pausa durante la era Skeletá, pues no hay duda alguna de que Tobias Forge y compañía decidieron tomarle la mano a la nostalgia y clavar los colmillos firmes en el rock.
Para muchos, la crítica no es positiva, al alejarse de el sonido más pesado, la apología a Lucifer y su característico Corpse Paint, que si bien ha evolucionado, por toda la trayectoria de la banda conocimos a Papa como una calavera en distintos grados de maquillaje. El cambio puede sentirse brusco, si nunca conociste al primogénito de la música pesada como lo fue el impacto del Rock en su momento, pero de no ser el caso, el cambio es incluso para mejor.
Ghost siempre ha sido teatral, no hay que olvidarse de eso. En esta oportunidad, Skeletá ofrece una era donde esa teatralidad tan vinculada al Glam puede ser explotada al máximo. Simplemente la música que proponen les abre las puertas para eso.
¿Cuántos nostálgicos extrañando ese rock lento? Ese que se siente en toda su duración, el que conecta con el presente y permite apreciarlo bajo el techo de un estadio con las galerías iluminadas o mientras miras los autos en tu trayecto devuelta a casa tras un largo día. Ghost lo trae de regreso en canciones como Excelsis o Guiding Lights, de esas que pegan y queman mientras cantas a coro abrazando al amor de tu vida o un amigo.
Pero no es solo nostalgia, es alegría, una celebración a la vida, a la liberación de las cadenas de las expectativas ajenas, un disfrute bailable del que se extrae lo mucho que puede llegar a valer la pena vivir. Ese power ochentero que sólo canciones como esas te podían hacer sentir: como si el mundo estuviera a tus pies y todo fuese posible. Así se sienten Cenotaph, Satanized, Missilia Amori, Peacefield y varias más, rescatando lo mejor de la mejor época que tuvimos como género, pero que va mucho más allá de cómo suena.
En un mundo sobresaturado de música, encontrar el vigor y alma de aquel entonces es cada día más difícil. Ghost rescata de la tumba y el olvido esas potentes melodías que, aunque les duela, las nuevas generaciones desconocen. Están haciendo más que componer, están pasando un legado que se había perdido, y eso es innegable. Mucha de la fanaticada de Ghost no tiene idea de quién fue Freddy Mercury, por ejemplo, y para ellos la música con la que crecimos es hoy anticuada.
Papa V Perpetua se para sobre el escenario y sermonea, subliminalmente y de manera indirecta: el rock no está muerto. Si lo vemos desde un efecto dominó, es muy probable que de Peacefield pasen a escuchar Separate Ways (Worlds Apart) de Journey. Porque el parecido entre Skeletá y el rock clásico no es arbitrario, es un manifiesto.
La nueva era de Ghost ha comenzado. El resurgimiento de lo que tanto anhelábamos también. Si creciste escuchando la música de tus papás, sería contraproducente no darle una oportunidad a Skeletá solo por la mala fama que rodea a la banda. Antes de descartarlo, intenta sentarte en tu habitación mirando tu álbum de fotos antiguas, ponle play al disco y verás como te transporta en el tiempo.
Tu pasado jovial está llamando, solo debes responder; del otro lado, melodías que te van a remecer, teclados y sintetizadores que vas a reconocer. Es 1980 otra vez, te enamoraste o tu corazón se rompió, pusiste el vinilo que acabas de comprar, todo está bien.
