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[Live Review] Black Label Society: El atronador regreso de Zakk y sus secuaces

Nota: Freddy Véliz   Fotos: Cristian Carrasco

Black Label Society, 12 de abril 2019, Teatro Caupolicán, Santiago – Chile

Zakk Wylde no se detiene en su marcha, la última vez que lo vimos con Black Label Society en Chile fue el 2014, pero en estos cinco años, ha pasado por Chile con su proyecto tributo Zakk Sabbath (2017), el 2015 lo hizo en solitario y en formato acústico, y su más reciente paso por nuestra tierra, lo hizo con el hombre que lo lanzó al estrellato mundial, el implacable Ozzy Osbourne en su última visita del año pasado. Este 12 de abril lo tuvimos de vuelta con su banda más significativa, Black Label Society, para promocionar su última placa de estudio titulada Grimmest Hits, lanzada el 2018.

En esta cuarta visita con Black Label Society, la banda contó con apertura nacional, a cargo de los experimentados SAKEN, banda conformada por Carlos Quezada en voz, Alvaro Font en guitarra, Francisco Cruzat en bajo y André Bravo en batería. El cuarteto viene de editar recientemente su Ep “SKN c1-90”, y de esta recién nacida producción basaron principalmente su show, frente a una reducida audiencia, que paulatinamente fue creciendo mientras hacían su ingreso. Con un sonido aplastante y recurriendo a cortes de su anterior álbum como  “Fuck & Roll” o “13(Man in Black)”, canciones donde Quezada apunta a temas tan contingentes como el maltrato hacia la mujer y el abuso que invade a la iglesia, el público recibe con aplausos estos mensajes directos al hueso.

Versiones de clásicos como “Mejor No Hablar (De Ciertas Cosas)” de los argentinos Sumo  y “Corazones Rojos” de Los Prisioneros, captan el entusiasmo del público que corea junto a la agrupación, aprobando de alguna forma estas relecturas en clave metal, que son parte de su última placa. Un show compacto, pero demostrativo de lo que viene trabajando esta banda que con más de dos décadas de trayectoria, se mantiene firme sobre los escenarios nacionales.

Mientras los chilenos se despiden, rápidamente el equipo de técnicos prepara el escenario para recibir a Zakk Wylde y sus secuaces, se eleva el característico telón negro con el imponente logo de Black Label Society, y la espera comienza en medio de clásicos de Pantera, Dio o Black Sabbath, que resuenan por los parlantes del recinto. Cuando se apagan las luces y mientras el mashup de Black Sabbath y Led Zeppelin sirve de introducción para que caiga el telón y aparezca la banda en pleno en medio de columnas de humo y un rojo intenso que ilumina el ambiente, invitación tácita a introducirnos en un infierno de guitarras poderosas y el groove incesante de “Genocide Junkies” de ‘1919 Eternal’ (2002). Zakk sacude su cabellera, ataviado de un kilt (falda escocesa) y siempre destacando su imagen por sobre los demás integrantes de la banda. Es innegable que el guitarrista y cantante se come el escenario, al nivel de olvidar que Black Label Society es una banda en sí, y no un proyecto solista. Su imponente figura, de rudo motoquero, que él mismo se ha encargado de potenciar es acorde al peso y altos decibeles que caracterizan a su banda.

“Funeral Bell”, “Suffering Overdue”, la emblemática “Bleed for Me”, “Heart of Darkness” y “Suicide Messiah” van delineando un concierto sin mayores sorpresas, en un set que no ha cambiado demasiado desde su última visita, hasta la primera revisión de su última placa con la tripleta “Trampled Down Below”, “ll That Once Shined” y “Room of Nightmare”, una muestra de cómo el músico mantiene esa fuerza compositiva donde la guitarra es la gran estrella. Sus incansables y veloces licks se entremezclan con arrastrados acordes que lo hacen cruzar la frontera hacia el doom, y desde ahí puede saltar hacia caminos más rocanroleros con aromas sureños, siempre enmarcado en un atronador e intenso sonido que patea cráneos sin piedad alguna. Pero toda esa rudeza se matiza con el lado más sentimental del alguna vez joven apadrinado del Príncipe de las Tinieblas, cuando se sienta al piano para interpretar una aplaudida interpretación de “A Spoke in the Wheel” incluida en ‘Sonic Brew’, debut discográfico de BLS editado en 1998, para luego emocionarnos con “In This River” junto al montaje de dos lienzos con los rostros de Dimebag Darrell y Vinnie Paul, los fallecidos hermanos fundadores de Pantera.

La crudeza de las guitarras retornan para la parte final del concierto, primero con una coreada “The Blessed Hellride”, seguida de otro corte de Grimmest Hits, la densa y arrastrada “A Love Unreal” que en vivo se vive como una portentosa aplanadora que pasa por sobre nosotros, antes de sumirnos en los riffs galopantes de “Fire It Up” y “Concrete Jungle”, uno de sus más reconocidos e infaltables clásicos, para despedirse finalmente con “Stillborn” otra recurrente en el repertorio de Black Label Society.

Un concierto de esos a los que llegas predispuesto a vivir la intensidad de las guitarras, los solos eternos y la imagen  de Zakk siempre apelando a llevar la batuta en el frente, haciendo piruetas con su instrumento, parándose sobre el  retorno, golpeándose el pecho cual King Kong sobre el Empire State, él es el jefe y hace y deshace a su antojo, en una banda que  ya nos tiene acostumbrados a cumplir con su cometido, no defrauda y siempre llegamos a su ceremonia con la seguridad de que seremos golpeados por el estruendo de un motor bien ajustado.

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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