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Opeth en Chile, la soberbia costumbre de brillar

Otra noche inolvidable de parte de los suecos, que espera repetirse este sábado 11.

Nota: Felipe Canales | Fotos: @crisrock_photography

El tiempo vuela, y el tan aplazado concierto de Opeth en Chile al fin pudo realizarse. Y lo mejor de todo, es que será por partida doble. Este viernes 10 de febrero se llevó a cabo el primer concierto y lo vivimos a concho.

Los encargados de abrir la jornada fueron los chilenos de Saken, banda que está pronta a cumplir 30 años de existencia, con un tremendo bagaje a cuestas y gracias al cual se paran de igual a igual con quien sea. El sonido es sorprendentemente bueno, lo que permite disfrutar de todas las ejecuciones y de temas llenos de riffs potentes y profundos con gran claridad. Canciones como “White Hell” enganchan rápidamente al público, que sigue el ritmo contagioso de Saken con satisfacción. El vocalista, Carlos Quezada, manifiesta su felicidad por estar abriendo este show, y en algún momento de la noche declaró: “¿y quién dijo que a Opeth no podía abrirle una banda de metal?”, esto ante los comentarios que pedían una banda con más progresivo como número de apertura. La verdad sea dicha: Saken hizo un tremendo papel, echándose a todos al bolsillo en una actuación de primer nivel. “Fuck and Roll”, “We Are here” y el himno “13 (Man in Black)” se escuchan potentes y atrapan a toda la audiencia. Tremendo show.

Saken

A las 21 hrs en punto, se apagan nuevamente las luces del Caupolicán, y Opeth, en una muy celebrada nueva visita, hace su aparición sobre el escenario. La partida no podía ser más aplastante, con “Ghost of Perdition”, una joya de su disco “Ghost Reveries”, que sonó clarísima en cada cambio, potente en cada riff y abrumadora en cada capa sonora. Sin descanso, sueltan la histórica “Demon of the Fall”, muy querido tema del elegante “My Arms Your Hearse”. El éxtasis es supremo. Luego de esta canción se produce el primer saludo, con Mikael Akerfeldt, como siempre con mucho sentido del humor, comentando que estaba vestido a lo Backstreet Boys, y que LATAM perdió su maleta durante el viaje. El querido “Miguelito” anuncia que la noche vendrá con 1 tema de cada uno de sus discos, lo cual es bastante. Se lanzan con “Eternal Rains Will Come”, de “Pale Comunion”, que suena bien, pero presenta problemas con el micrófono principal. Mikael y Friedrik comparten uno, pero al finalizar el tema, deben dejar el escenario unos minutos mientras todo se soluciona.

Luego de unos 10 minutos, la banda vuelve a escena. Mikael siempre hace gala de su buen humor, saluda, bromea, ríe de buena gana cuando el público corea el clásico “peluca, peluca” al buen Friedrik. Y seguimos. Sorprenden con la potente “Under The Weeping Moon”, y es que por primera vez en Chile, tocan una canción del disco debut “Orchid”. El sonido continúa de mil maravillas, ahora con micrófono a full y una muestra de la época más antigua de Opeth que muchos anhelaban. Acto seguido, se habla de una “balada”, soltando la clásica “Windowpane”, que suena hermosa, brillante y es coreada de principio a fin. Lo mismo para la siguiente, otra que fue esperada por años: “Harvest”, la preciosa y alucinante composición suave de “Blackwater Park”. Y para continuar, se anuncia una de “Morningrise”, ante el éxtasis de todos. “¡Pero si aún no saben de qué canción se trata!” dice Mikael. La verdad es que todos la presagiaban: “Black Rose Inmortal”, la composición más extensa en la historia de la banda, que habían tocado por primera vez en vivo el año pasado, y que nos hizo disfrutar de 20 minutos intensos, con una excelencia en la ejecución que hizo alucinar y compendiar distintos estados en que Opeth se ha sumergido en su historia, incluyendo tappings del gran Martín Méndez, emulando partes de bajo que en esta época eran muy protagonistas e ingeniosas.

Opeth

“Burden” representó a “Watershed” con profunda emoción, llena de un sentimiento bluesero que apreta el alma y que mostró que Friedrik Akesson no sólo toca guitarras infernales, sino que solea desde el corazón como los mejores. Del alucinante “Still Life”, “The Moor” sonó aplastante, con secciones calmas que fueron los cimientos del Opeth del nuevo milenio. Corte de cuerda y cambio de guitarra para Mikael, pero nada empañaba el show. “The Devil’s Orchard” hizo vibrar a todos, con sus secciones intrincadas, melódicas, diabólicas incluso. El “¡God is dead…!” quedó retumbando mucho rato después de terminar. Para el final (falso, obvio) dejaron “Allting Tar Slut”, una del último disco, “In Cauda Venenum”, y que fue interpretada en su versión en sueco, con juegos de voces muy bien logrados entre Mikael y Friedrik. Un tremendo tema, que la gente vio más en calma, a diferencia de los clásicos más conocidos de antes.

Despedida de cortesía, y regreso al escenario luego de unos minutos. Martín Méndez saluda y es ovacionado, momento en que Mikael aprovecha de presentar a todos. “El nuevo chico”, Waltteri Väyrynen, fue muy bien recibido, y es que su actuación ha sido demoledora y precisa, sin ningún ápice de ingenuidad o error. Por otra parte, Joakim Svalberg ya es más familiar para el público, y ha hecho un trabajo genial en teclados, en los temas de la última época, en los arreglos de temas antiguos y en segundas voces, para obtener una experiencia completa. Este último segmento comienza con “Sorceress” y toda su psicodelia prog, en donde el teclado toma protagonismo absoluto en el inicio, dando paso luego a los riffs duros de una excelente canción, que volvió a prender los ánimos, dejando la mesa servida para el clásico final, con la obra maestra que pone de rodillas a cualquiera. “Deliverance” toca el cielo con las manos en su majestuosidad, nos eleva con su intensidad que amalgama el mejor death metal con hermosas melodías y voces, reluciendo en su soberbia última sección, desde una previa misteriosa hasta el final lleno de baterías que se diseccionan en ritmos distintos, al son de riffs infernales.

La banda se entregó por completo, el público extasiado también. El sonido, con la excepción mencionada, fue arrollador en todo momento, y la voz de Mikael, que en su primera intervención gutural sonó algo débil, al parecer sólo necesitaba calentarse más, pues de ahí en adelante lució soberbia. Otra noche más para coleccionar y agregar a todas las anteriores jornadas inolvidables que nos han entregado los suecos. Siempre imperdibles, siempre para atesorar.

Written By

Veterinario de profesión, músico y periodista de corazón. Amante del rock y metal, me apasiona leer sobre música, escribir sobre música, escuchar y tocar. Bajista de la banda Bismuto. | Mail: felipe@irock.cl

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