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A mi tampoco me enseñaron a querer la música chilena, ni al artista chileno

Por Mauricio Nader

 

Escribo esto desde el corazón, y basado en la experiencia de haber recorrido gran parte de Chile tocando y conversando con mucha gente, artistas, gestores y público chilenos.

Yo decidí ser músico gracias a Iron Maiden, Metallica, Angra y Nightwish, que son artistas británicos, estadounidenses, brasileños y finlandeses respectivamente. No fue gracias a la música de Violeta ni Víctor, ni a Los Prisioneros, ni a Criminal, ni a Los Tres ni a La Ley. Nunca tomé razón real de que existían artistas chilenos, y sólo tuve conciencia de ellos cuando por obligación me hicieron ir a conciertos nacionales como parte de un ramo de la carrera de música en la Universidad.

Y estoy seguro que existen muchos chilenos que hasta el día de hoy no toman esa conciencia.

¿Por qué ocurre eso, si siempre el artista chileno ha sido muy bueno, y es valorado en el mundo entero?

La culpa no es de la gente. Lo que ocurre es que a la gente, desde la cuna, nunca se le ha enseñado a querer, a apreciar al artista chileno y su música, independiente del estilo. Y eso viene de generaciones hacia atras. A mis padres, y a los padres de mis amigos tampoco les enseñaron ello, y así sucesivamente. Nunca en mi colegio me estimularon a ir a conciertos de artistas chilenos. Nunca vi en televisión un programa de artistas chilenos, un programa de verdad. Hoy existe solo uno, que es un episodio una vez al año: la entrega de los premios Pulsar. Quizá tangencialmente El Festival de la Una, Más Música o Sábados Gigantes intentaron hacer algo.

Llega a ser tan así, que se tienen que organizar “cumbres” de artistas chilenos o “aniversarios” para lograr el equivalente a lo que vende U2 en un par de horas, o tratar de acomodar el precio de esa “cumbre”, para que no complique la venta de un Meet & Greet de un artista extranjero por $40.000 por una selfie que ese artista foraneo se tiene que tomar obligado por contrato, lo sé porque lo he visto. Pensar que con esa plata, la gente se está farreando una cantidad de artistas chilenos espectaculares.

Para qué hablar del Festival de Viña, el “Festival de los Festivales” que es una muestra de la paleta de artistas mexicanos y centroamericanos de las compañías musicales transnacionales. Qué tiempos en que en ese evento había varios artistas chilenos en cada versión. Menos mal que este año Mon Laferte hizo patria, pero hasta por ahí nomás, ya que fue gracias a que se fue a México que se le toma en cuenta ahora acá, confirmando el argumento de este escrito.

En su gran mayoría en la gente, no existe el hábito, la necesidad de “vamos a ver quién toca hoy”, o “quiero conocer más música de mi país”, como sí existe para la selección chilena de fútbol, o el Colo Colo o la Universidad de Chile. Por cierto, recuerdo desde niño como en primero básico todos jugábamos en el recreo con las camisetas de nuestros clubes favoritos, con el nombre en ésta del jugador 9 ó 10 de turno. ¿Será que la ANFP siempre habrá hecho bien su trabajo, pese a todo? Y mientras me pregunto esto, el Teatro Caupolicán se llena con la pronta visita de Helloween (banda alemana de heavy metal), con función agregada porque la primera se agotó en 16 horas, (por cierto, yo ya tengo mi entrada) y de paso observo a mis colegas peleándose por un teloneo a algún artista internacional, porque ellos mismos creen que eso es lo máximo a lo que pueden aspirar.

Hago una pausa mientras escribo esto para revisar El Mercurio, La Tercera y Las Últimas Noticias: no sale nada de conciertos de artistas chilenos. Contrasta mucho con la cantidad de afiches en redes sociales de mis colegas promocionando sus propias tocatas. Pienso irónicamente: 5 lucas por una banda chilena es caleta, pero la tarjeta de crédito siempre va a estar disponible para lo que llegue al Movistar Arena, total son 12 cuotas nomás, y a precio contado. No tengo nada en contra de los artistas internacionales ni las productoras que los traen, porque tampoco es culpa de ellos.

Observo con envidia como en Argentina el Indio Solari, de los Redondos, un grupo de rock que jamás puso un anuncio escrito, tiene prohibido tocar en Buenos Aires, porque no hay estadio capaz de contener a la gente que los quiere ir a ver, ni siquiera el de River. Y el entusiasmo es el mismo por Fito, Charlie, Calamaro, Cerati, y un gran etc. Que ganas de que cuando tuve 12 años me hubiesen dicho: “mira, ellos son Lucybell, vamos a verlos”, o también: “ella es Nicole, y es mucho más que un tema en una teleserie”. Y ahí están mis colegas, peleándose los pocos fondos concursables que existen, mientras aumentan cada día las suscripciones a Netflix.

Haga usted el ejercicio: le invito a que escuche lo que suena en cada conglomerado de pubs, restaurantes, clubes. Casi pura música internacional, y usted no se da cuenta, porque insisto: no es su culpa, de verdad. A usted, al igual que a mí, no le enseñaron desde la cuna que existe la música chilena. Con esto no quiero decir que todo lo chileno es bueno, pero si se le da una oportunidad, hasta la crítica ayuda, ya que una opinión sincera siempre ayuda a mejorar. Yo también he visto artistas chilenos que no se esfuerzan, pero le aseguro que son los menos. Sé por experiencia propia y cercana, que el artista chileno es muy empeñoso y da siempre lo mejor de sí.

Soy solista en bajo eléctrico, he tenido la fortuna de hacer este año una gira por Chile, con 20 fechas en un mes y medio, ¿pero sabe usted gracias a qué? Gracias a que estoy promocionando mi último disco con adaptaciones de Antonio Vivaldi, sí, un compositor Italiano, porque seguramente si hubiese versionado las doloras del chileno Alfonso Leng, preciosas piezas de música por cierto, los gestores culturales y promotores de espectáculos no me hubiesen considerado ni en bajada. Tampoco es culpa de ellos.

Y así podríamos seguir y seguir.

La magnitud del problema, aunque usted no lo crea, es grande, porque un país que no reconoce a su propia cultura, es un país que no tiene identidad. ¿Y usted sabe lo que pasa cuando algo no tiene identidad? Busca una identidad afuera, con lo que hay afuera. Y hasta ahora lo hemos hecho bien comprándole todo a EE.UU. Somos su cliente estrella.

Sueño con el día en que la mayoría de los artistas chilenos puedan vivir de lo que hacen, y que no tengan que tener un trabajo paralelo para sustentarse.

¿Entonces de quién es la culpa? Dejemos tranquilo un rato a nuestros políticos, que ya bastantes problemas tienen, y en realidad no es culpa de ellos tampoco. La culpa es de una tradición, o más bien, de un prontuario que tenemos como país: el que nunca se nos enseñó desde la cuna a querer lo nuestro.

La verdadera solución radica en una unión como país, tal como ocurre cuando Alexis y los suyos juegan. Una unión que haga que a las generaciones futuras se les inculque desde su nacimiento que existen artistas chilenos, que la música chilena es buena, que es nuestra identidad, sea cual sea el estilo y el idioma que toquen; y así quizá en 20 años podremos ver los mismos logros que ahora tienen Inglaterra y Finlandia, que su cultura son ejes centrales en su desarrollo país. ¿Sabía usted que Iron Maiden, sí, la banda inglesa que me hizo ser músico, es la sexta empresa que más impuestos aporta a la corona británica? Porque aunque usted no lo crea, la cultura sí es una industria, y muy lucrativa si se logra desarrollar, que aporta mucho al PIB de un país, y su materia prima está siempre disponible y es inagotable: la creatividad del ser humano. Le paso el dato, porque le cuento que va a llegar el día en que nuestro querido cobre y demás recursos naturales se nos van a acabar.

Pero hay una solución más inmediata, que requiere de corazón, de compromiso, pero que es más simple de lo que parece: despierte el interés en usted y en los suyos, desde hoy, diciendo: “¿Que artista chileno toca hoy?”, “vamos donde haya música chilena en vivo”, “mira este grupo nacional que encontré en internet”, “hijo, hija: escuchen, ellos son de acá, y son buenos”, etc. Yo ya lo estoy haciendo.

Y así, quizá nos llevemos la sorpresa de empezar a querer lo nuestro en menos tiempo del que creemos.

Con amor, Mauricio Nader

 

 

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Noticia publicada por el área editorial.

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