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“ESTO NO ES METAL”: Disonancia en discordancia 

Una mirada a los nuevos sonidos del metal.

Por @pvpularmonster

Los metaleros arruinaron el metal: Un chiste interno dentro de la comunidad haciendo referencia al famoso meme de Los Simpsons, cuando el conserje Willie indica que los escoceses arruinaron Escocia, y que se ha tornado demasiado real. 

En los últimos 5 años se ha desatado un crecimiento exponencial y acelerado de las fuerzas del metal en el mundo, esto, a mano de las nuevas generaciones, que han vuelto a encender las cenizas de una escena que, nunca del todo muerta, estaba comenzando a apagarse. 

Los grandes históricos ya no son los jovencitos de 20 años que podían llevar la loca vida del Rock ‘N Roll. Poco a poco se han ido retirando de los escenarios, dejando este plano o simplemente decidiendo tocar un último acorde. Resulta casi impensable que una cultura tan amplia y con fuego vivo podría dejar de existir alguna vez, pero la realidad es que ese sería exactamente el destino al que nos enfrentaríamos, de no ser por la característica que está imprenta en la esencia del metal: resurgimiento, renacimiento y (r)evolución

No os preocupéis, aún nos queda un poco de tiempo con Iron Maiden, Metallica, la versión holográfica de Kiss, y los blackeros noruegos que parecen conocer la fórmula para la vida eterna. 

Remontándonos a la historia, en pocas palabras podemos establecer la siguiente línea de tiempo: la técnica vocal del gutural nace mucho antes que el metal, siendo utilizada por diversas culturas antiguas alrededor del mundo; en el siglo XX, por ahí por 1960, vino el Hard Rock y Proto-Metal, en el cual bandas como Blue Cheer, Led Zeppelin y Deep Purple exploraron con sonidos más pesados y distorsionados, sentando las bases para más adelante; en 1970 Black Sabbath lanza su álbum homónimo, el cual sería considerado para muchos como el primer álbum de metal de la historia, caracterizado por riffs pesados, letras oscuras y una atmósfera distintiva; ya luego en 1980 Iron Maiden, Motorhead, Judas Priest y Dio fueron los responsables de avivar el fuego con la Nueva Ola del Heavy Metal Británico. A partir de este momento comenzó a abrirse el árbol genealógico del género, en el cual comenzó a desarrollarse una extensa variedad de subgéneros como el thrash metal, black metal, power metal, y todos aquellos conocidos y por conocer.  

Únicamente conociendo esta breve parte de la historia nos bastaría para entender y razonar que el metal es más una cultura que una receta a seguir para crear el sonido propio de éste. En esencia, el metal nace, vive y evoluciona como el desarrollo de diferentes experimentaciones sonoras y atmosféricas que llegan a la culminación de su identidad. 

Pero si fuese tan simple, cualquier género tendría el impacto cultural, económico y social que ha tenido el metal a lo largo del tiempo. Entonces, ¿por qué es que el metal nunca muere? ¿es la comunidad? ¿es el sonido exclusivamente violento y agresivo? ¿son los íconos que han ido envejeciendo? 

La respuesta yace en el corazón de esta variante musical, el núcleo que llevó a su desarrollo, el combustible que lo mantiene ardiendo: la humanidad. 

Con todos los desarrollos tecnológicos, el uso de la inteligencia artificial y los aparatos electrónicos olvidamos con facilidad la cualidad única y exclusiva de todos nosotros, poder sentir. Es cierto que cualquier género musical puede entablar un discurso expresando un sentimiento, el cual puede resonar con muchas personas, ¿pero por qué el metal es tan distintivo, incluso para aquellos que no lo disfrutan? El metal ofrece darle cabida a sentimientos oscuros, que pocos se atreven a navegar y habitar, las puertas del infierno son abiertas en cada melodía y letra que expresa un encuentro demoniaco que trasciende lo literal y se apega a lo simbólico. 

A nivel antropológico, el surgimiento del metal remonta a la necesidad de ser representado en una sociedad en la que no eres visible. La ira es mal vista, las injusticias ignoradas, la tristeza es patética y los deseos sexuales son reprimidos. El ser humano requiere de una voz que grite a los cuatro vientos lo que está sucediendo dentro y fuera de sí, y en ello, los guturales significan mucho más que sólo ruido molesto. Junta los ingredientes y nace una comunidad que no está dispuesta a ser partícipe del circo, que no tiene nada que perder y no siente miedo a decírtelo en tu cara. Así, el origen del metal no es únicamente sonoro, sino también como una insurgencia lista para ocupar el espacio que le corresponde. 

Somos todo lo que no quieren ni pueden ver: emoción intensa, introspección, satanismo, oscuridad, atmósferas terroríficas, silencios largos, placer, verdad, rareza, marginación, y decididos a no ser como nos dijeron que teníamos que ser. No somos monstruos, pero tampoco encajamos en su definición de lo aceptable. Y para nosotros, su visión del mundo es inaceptable, mostrando todo a través de lentes color rosa cuando la realidad es justamente lo que plasman nuestras canciones. 

Cuando sumas la sensación de no pertenecer, la expresión de la ira y el dolor mediante melodías que sean congruentes con ello, los pensamientos fuera de lo esperado y una fuerte pasión por representar todo lo anterior, obtienes metal. Decir que se limita a sonar fuerte como en sus orígenes es reduccionista e ignora por completo su componente cultural. 

El género se ha mantenido vivo gracias a los fieles que no han fallado en llenar estadios y reproducir la música análoga o digital a lo largo de los años, devotos de una cultura que les dio un sentido de existencia y pertenencia. ¿Por qué el afán de privar a las nuevas generaciones de experimentar lo mismo, acorde a su propio avance cultural? 

La década de los 80 quedó atrás hace tiempo, junto con el pensamiento que le acompañaba. Muchas de las actitudes, discursos y puntos de vista de aquel entonces no son válidos hoy en una sociedad que ha evolucionado hacia nuevas formas de pensar y validar las distintas formas de vivir la vida. La sociedad avanza, y así lo hace también el metal. 

Mientras el Rock ‘N Roll planteaba la ovación a la bohemia vida de excesos como artista, una nueva ola surgida en la década del 2000 llegó para cuestionar lo que hasta el momento era aceptable. ¿suena familiar? El metal siempre ha existido para desafiar lo establecido, aún cuando provenga de su misma escena. 

Hoy contamos con nombres fuertes que están reactivando la industria, generando una alta demanda por las nuevas propuestas musicales que nos traen aquellos jóvenes que crecieron con la música de esos grandes a los que las generaciones más antiguas se aferran insistentemente buscando denigrar el avance propio del género. Estamos hablando de bandas con millones de reproducciones en línea, conciertos completamente sold out en importantes recintos y festivales internacionales, muchísimo alcance en redes sociales y que tiene a las productoras con el ojo puesto en la escena, como es el caso de nuestro país, en el cual hemos visto un incremento evidente en la cantidad de bandas que están trayendo y que están siendo éxito en ventas, sin dejar de lado a grandes como Iron Maiden, que finalmente logró establecerse con dos estadios nacionales. 

Una cosa no quita la otra. Los clásicos y legendarios seguirán existiendo, pero también deben ir entregando el mando, porque el cambio es inminente y deben abrirles paso a sus sucesores. Es tiempo de soltarle una mano al baúl de lo que fue y usar la otra para abrirle las puertas a lo desconocido, porque le guste o no a los más rígidos de pensamiento, el metal está más vivo que nunca y de las formas más inesperadas. El surgimiento del metal alternativo bajo la mano de Kim Dracula, Sleep Token, Bad Omens, Spiritbox, Ghost, TesseracT, Lorna Shore, entre otros, está llamando fuertemente la atención de los medios y hay que estar atentos, porque podríamos estar evidenciando el nacimiento de una nueva ola absolutamente significativa para la historia. No sólo nos traen nueva música, sino también una puesta en escena muy elaborada, característica e innovadora, en la cual podemos ver fuertes influencias del pasado y el futuro.

La invitación es a recordar que el metal es un movimiento cultural más que un conjunto estricto de sonidos. La evolución es necesaria para la supervivencia de una especie, y nuestra especie, la comunidad del metal, tiene una pasión ferviente por mantener la llama viva de este género que corre por sus venas. 

Te dejamos recomendados algunos temas por si te animas a conocerlos: 

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Noticia publicada por el área editorial.

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