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HELLOWEEN: Imitados, jamás igualados

Cuando en Inglaterra la New Wave of British Heavy Metal dominaba la escena rockera con bandas de la talla de Saxon, Iron Maiden, Raven, Angel Witch, Satan, Diamond Head, etc., luego el posterior auge del thrash metal que en Estados Unidos surgía con Metallica, Slayer, Exodus, Anthrax, Megadeth, entre otros, la respuesta europea vendría principalmente desde Alemania con sendas agrupaciones como Kreator, Destruction o Sodom, la agresividad y lo más brutal del sonido metalero comenzaba a invadir el mundo, y parecía que nadie los detendría, paulatinamente el fanático exigía sonidos más furiosos. Entre todo ese cúmulo de ideas que se iban planteando dentro del metal, desde donde la evolución hacia algo más extremo se veía venir con las primeras bandas que catalogarían un subgénero como Death Metal u otros aún más brutales, hubo un grupo de músicos que nadaron contra la corriente, desde las tierras germanas.

Luego de varios intentos de formar una agrupación, entre miembros que desertaban y la búsqueda de un sonido propio, en 1984 el joven Kai Hansen recluta  a un adolescente baterista llamado Ingo Schwichtenger, y manteniendo a sus compañeros de la banda Iron Fist, Michael Weikath y Markus Grosskopf, bajo y guitarra respectivamente, dan inicio a Helloween, irrumpiendo en la escena con un sonido cuya familiaridad con Iron Maiden, Judas Priest u otros conjuntos del metal británico  era evidente, pero contrastaba porque aplicaron una fórmula que resultó perfecta en su primer álbum de estudio titulado “Walls of Jericho” cuyo lanzamiento está fechado en octubre de 1985. Esta fórmula estaba basada en arreglos de guitarra que apelaban a veloces riffs , sobre una base rítmica de compases que no dejaban aliento al oyente, se lograba aunar dos de las escuelas más significativas de ese periodo, primero la fuente melódica de la escena británica, y segundo, la velocidad impuesta por los estadounidenses que entregaban el thrash metal al mundo. Para los seguidores hubo instantes de discusión al momento de querer encasillarlos de alguna manera, puesto que aunque sonaran a heavy metal, no pertenecían al sonido ni a la estructura tradicional del movimiento, y la velocidad y la técnica que impregnaban, tampoco era la misma que Metallica  o Slayer habían planteado en Kill Em’ All o Show No Mercy iniciando el thrash metal.

La influencia de esas dos vertientes, más referencias a los inicios del rock con texturas neoclásicas liderados por Rainbow, llevó a los medios y a los fanáticos a hurgar en una denominación, debido a características que no encajaban en los géneros antes nombrados, nace así el término Power Metal, probablemente por la energía que desbordaba el conjunto o el grupo de conjuntos que iban surgiendo con estas características, también se les comenzó a encasillar con el término Speed Metal, debido a la velocidad que iban inyectando a las composiciones, etiquetas que generalmente terminaban confundiendo aún más a sus seguidores. Velocidad, técnica, líricas compuestas por contenidos ligados a batallas épicas o a historias insertas en la mitología europea, son las características que forman parte de la construcción de este subgénero, que desde la irrupción de Helloween, comenzó a ganar fuerzas y adeptos rápidamente. En 1986 la banda deja de ser un cuarteto e incluyen al cantante Michael Kiske, quedando Kai Hansen dedicado exclusivamente a poner atención en la guitarra y a las segundas voces. La poderosa calidad vocal de Kiske, le agrega un plus aun más cautivante a Helloween, quienes editan su segundo álbum de estudio en 1987, y con el título de “Keeper of a Seven Keys I”, la agrupación alemana logra convencer a sus seguidores, con un disco que muestra un avance sustancial en su evolución. Con composiciones mejor trabajadas y maduras que su antecesor, van consolidando el título de reyes del Power Metal, y Kiske se revela como la gran voz del metal en la época, poniéndolo en un lugar cercano a Bruce Dickinson que en esos años ya era admirado por millones de fanáticos alrededor del planeta. El disco en una primera instancia estaba pensado como una obra doble, pero por indicación de la discográfica, debieron postergar para 1988 la salida del disco II, cuyo éxito fue aún mayor, encumbrando a Helloween dentro de las bandas más admiradas de la escena metal a fines de la década del ochenta, conquistando transversalmente a los amantes del heavy tradicional y a los leales fans del thrash metal, estos segundos un público de más difícil llegada, por cerrar generalmente el círculo de sus gustos musicales muy radical en esos años, y Helloween logró llegar a esos oídos sin problemas. Keeper of  Seven Keys I y II, simplemente elevaron a la banda a una categoría inimaginable en sus comienzos, sentando las bases para un nuevo subgénero dentro del metal, el estilo fue creciendo con los años, surgiendo una infinidad de bandas desde fines los ochenta, hasta bien entrados los noventa, encontrándonos incluso algunos detalles afines en la gran camada de bandas de corte más gótico y progresivo de la última década del siglo XX. Helloween con sus tres primeros discos, llegó a tocar la cumbre, legando una verdadera revolución jamás superada por otra banda del estilo. Son muy pocas las agrupaciones que podrían jugar un papel de la importancia de Helloween, ¿Sus compatriotas de Blind Guardian podrían ser?, ¿Los suecos de Hammerfall? ¿O los finlandeses Stratovarious?. La pregunta siempre está ahí para analizarla, en lo personal, creo no hay banda del llamado power metal que haya superado lo que hizo Helloween en sus primeras obras, la gran mayoría termina siendo una imitación de lo creado por los alemanes, algunas pueden ser buenas y otras malas, pero finalmente es una fórmula que se repite una y otra vez. Quizá Helloween guardó esa fórmula bajo las siete llaves que la llevaron a convertirse en una banda única en su especie.

Con el paso de los años la banda fue sufriendo el desgaste de sus ideas, además del desmoronamiento de su formación que incluyó variados cambios. El conjunto ha visitado Chile en seis ocasiones con actos de irregulares características, pero que siempre despiertan el interés del fan power metalero, que en nuestro país cuenta con una gran comunidad. Ahora nos preparamos a vivir quizás su más ansiada presentación, puesto que su gira bautizada Pumpkins United World Tour nos trae a su formación histórica, con el regreso de Michael Kiske y Kai Hansen, alejados por años de la banda y que han prometido un show con un duración cercana a las tres horas, incluyendo canciones muy pocas veces, o probablemente nunca tocadas en vivo. Los padres absolutos del power metal regresan a nuestro país, y lo hacen en grande.

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Esta noticia fue publicada por el área editorial de iRock.CL

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