3 de marzo 2018 | Teatro Caupolicán
Nota: Litta | Fotos: Cristian Carrasco
Este primer sábado del mes de marzo servimos de audiencia para uno de los hitos del metal femíneo más importantes en lo que va del año, y es que tuvimos en un mismo escenario dos grandes mujeres de la historia del género. Las voces más fuertes del mundo lírico, con una trayectoria que las convierte hoy en las pioneras y grandes mentes creadoras, que ayer estuvieron juntas por primera vez en tierra chilena. Hablamos de la versátil y amada Anneke van Giersbergen con su nuevo proyecto, Vuur, y de la magnánima soprano Simone Simons junto a Epica.
Vuur, hoy en día se encuentra deleitando al mundo con su primer trabajo en estudio, una verdadera joya de la nueva ola del progresivo. Hay algo muy excitante en escuchar a Anneke van Giersbergen al frente de una banda de metal por primera vez desde que dejó The Gathering hace más de una década. No solo, por ser a mi juicio, la mejor voz femenina de nuestro mundo, sino porque hablamos también de una compositora que posee sorprendente profundidad y habilidad, realmente se ha destacado en este nuevo entorno, con un álbum lleno de metal progresivo oscuro, dramático y dinámico que abarca tanto la variedad del cantante como su pasado, su larga asociación con Devin Townsend y el crujido del movimiento de metal técnico del siglo XXI. Las melodías altísimas, sutilmente sesgadas y vibrantes actuaciones en conjunto levantan “In This Moment We Are Free” muy por encima de la media, y así retumbó hasta la última alma del Caupolicán, al iniciar su show a las ocho en punto de la noche.
El momento más alto del show de los Holandeses se produjo cuando interpretaron, On Most Surfaces, pieza que se consagró en 1997 probablemente como la mejor canción del “Nighttime Birds”, con su fuerza en una guitarra deslumbrante y de fraseo agudo, su impulso inmaculado y un coro culminante. Es el equivalente sónico de la imagen de portada del disco, con un solo árbol en un campo de nieve intacta, que en esta oportunidad la banda exploró con toda la maravilla espaciosa de niños sabios a la deriva y solos en invierno, puesto que a pesar de que no se trató de los mismísimos The Gathering, esta versión sonó de forma majestuosa.
En la última parte de su presentación nos deleitaron con dos tremendas canciones, Santiago, perteneciente a su álbum debut, ofrece una interpretación contundente y optimista de la música progresiva moderna, canalizando el espíritu de nuestra ciudad bajo los ojos de nuestra querida Annie. Por otra parte una de las melodías de culto también se hizo participe en esta gran jornada, Strange Machines, tema con el que nos enviaron con nostalgia directo al corazón del concluyente “Mandylion”.
Es preciso enfatizar el amor mutuo que existe en el lazo que hemos construido con Anneke, durante años hemos cultivado una relación basada en reciprocidad, que ayer se dejó ver libremente entre las explícitas muestras de cariño en las palabras de ella y nuestra incansable ovación, sin lugar a dudas es una de las artistas que ha logrado tocar la fibra más sensible de una parte de nuestra sociedad, sencillamente maravillosa.
Es así como a medida que avanzaba el implacable tiempo la caída del gran telón rojo nos anunciaba el siguiente acto, uno que partiría minutos antes de lo establecido y que nos derribaría más de algún mito. Con una fuerza incalculable, Epica, subía a las alturas con una formación exquisita y que superarían al primer contacto todas las expectativas. Con un setlist que recorrió generosamente toda una existencia en tecnicidad y sabiduría, con algunos verdaderos regalos de los dioses, los holandeses más allá de mostrar su más reciente trabajo, “The Holographic Principle”, nos remontaron a nuestra temprana juventud, con temas como Sensorium y la bella pieza Cry for the Moon, con la que Simone dejó bien claro que su voz sigue intacta y trascendiendo en el tiempo de la línea del sonido, puesto que nos dio una catedra de la proyección de su coloratura.
Esta nueva presentación fue un paquete todo en uno, con un diálogo marcado por una enérgica y fuerte puesta en escena, junto a un despliegue de calidad que se mantuvo constante de principio a fin. Importante destacar que tuvimos el privilegio de escuchar por primera vez en vivo después de cinco años, Chasing the Dragon, canción perteneciente a la obra maestra “The Divine Conspiracy”, con el que sellaron toda duda respecto a los rumores mal infundados respecto a la voz de la cantante y los guturales del talentoso Mark Jansen.
Una inesperada sorpresa fue la que nos tenían preparada, cuando ya habíamos perdido la esperanza, Simone nos anuncia a su invitada Anneke para interpretar, -la excelente elección-, una de sus operas más oscuras, Storm the Sorrow, momento que dejó a su paso saciado hasta el último tímpano del teatro.
El espectáculo que brindaron estas deidades del metal sinfónico fue insuperable, y la mejor forma de materializar el elogio fueron los insaciables estruendos del público que finalmente con Sancta Terra, Beyond the Matrix y Consign to Oblivion, mutaron en gigantescos mosh pit e incluso en un perfecto wall of death solicitado por la agrupación, ¿qué mejor forma de posicionar una vez más a la audiencia chilena que con semejantes muestras? Hasta para celebrar actos de metal sinfónico somos bestiales, en donde la actitud del público no tiende a ser así de entusiasta, nosotros nos olvidamos de las reglas y formalidades para deleitar a los invitados con una gran respuesta.
En conclusión, una gran noche la que vivimos, en donde dos verdaderas valkirias descendieron del Vingólf, junto a sus titánicos acompañantes y nos llevaron a recorrer nuestra historia, con paradas que quedarán para siempre en nuestra memoria auditiva y que con ansias esperamos en un futuro no muy lejano volver a revivir.
[gm album=865 module=photobox]
