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ARTÍCULOS | El día en que LA RENGA hizo estallar el Víctor Jara por primera vez

LA ERA DEL ROCK:

El día en que LA RENGA hizo estallar el Víctor Jara por primera vez

Por Cristian Carrasco S.

@crisrock2112

La Renga - Teatro Caupolicán 2012

La Renga – Teatro Caupolicán 2012

Desde la primera vez que La Renga llego a Chile el 19 de octubre del 2002, se ha formado una familia de fieles seguidores de los trasandinos. Los argentinos se presentaban por primera vez en Chile en el Estadio Víctor Jara, tras un concierto a estadio lleno, donde los lienzos, bengalas y cánticos no estuvieron ausentes.

La Renga venia presentando su último trabajo en vivo llamado “Insoportablemente Vivo”, show que contaba con una gran puesta en escena, muñecos inflables y toda la energía desplegada por una banda que lo único que quería, era hacer estallar el Víctor Jara a punta del maldito rock.

Fue la primera vez que entre las manos de los asistentes pasaba “El Precipicio”, un pequeño folleto realizado por los seguidores de La Renga llamado “Los Mismos De Siempre”, el cual reparten gratuitamente en los conciertos de la banda. No había frontera entre Argentina y Chile, todos los que estaban presentes comparten el mismo sentimiento. Desde Argentina habían llegado dos buses cargados de seguidores coterráneos, pues ellos no querían estar ausente de este debut, su primer banquete en tierras chilenas.

En el interior de uno de los recintos más emblemáticos en la historia de Chile, junto con el Estadio Nacional, en el cual se vivieron horas, días, meses de terror, la gente coreaba las canciones de La Renga como una hinchada alentando al equipo de sus amores. Todo era “buena onda”, La Renga en Chile ya era una realidad.

Se apagan las luces y empieza la intro -con imágenes de violencia y guerras- donde se ve el lado animal del ser humano. En medio de

Tete - Teatro Caupolicán 2012

Tete – Teatro Caupolicán 2012

esto, el rugido de un león da comienzo a “PanicShow”, tema que abre el disco en promoción para continuar con “Tripa y Corazón”, ustedes entenderán la locura que había en ese momento en el Víctor Jara. “Recuerdo que mientras cantaba, miraba a los lados y vi a los pacos moviendo sus cabezas”, declara Rodrigo Muñoz, uno de los asistentes al show. “Son una masa” decía sonriente Chizzo, previamente a los himnos “Cuando Vendrán”, “Al que ha Sangrado”, “Bien Alto”, “En el Baldío” y “Veneno”, respectivamente.

El público saltaba desde las galerías hacia la cancha donde ya no cabía un alma más. Los artificios se encendían con los riff de “Desnudo para Siempre”, “A la Carga mi Rocanrol “y “En Pie”. Era tal la emoción de estar en aquel recinto viendo a unos del mejor exponente del rock callejero de Argentina, que los pelos se ponen de punta, por muy cliché que se lea. Cada uno de los asistentes abrazó a su compañero colindante entre saltos y cantos entre argentinos, chilenos, bolivianos, peruanos… ¡qué importa!, todos, esa noche eran una sola familia.

Con diez temas en una primera instancia, el reducto era euforia total en un show pensado para 3 horas: “¡Hey! Pibe… ¡Santiago es rock eh!, espero verlos en Argentina”, fue la frase de un trasandino que conversaba con un chileno, momento en que ya se hacía notar una buena relación en medio del concierto, tan así, que se agendaron asados y visitas para el otro lado de la cordillera. Volviendo al estreno, “El Terco”, “Arte Infernal” y el ya clásico “El Revelde”, quizás una de las canciones más coreadas de la noche y con la que muchos conocieron a La Renga, desplomó sentimientos por todo el recinto. Los clásicos de su primer disco no estuvieron ausentes, pues como remate, también interpretaron “Negra es Mi alma, Negro mi corazón”.

Contactamos a Felipe Reinoso, que en el 2002 y con 25 años, hace nostalgia de su primera vez: “Recuerdo la locura que había por los fieles seguidores de La Renga, empezamos con una previa, en un bar cruzando la Alameda, donde nos hicimos buenos amigos con unos Argentinos, ahora ellos me reciben cada vez que parto a Córdova a pegarme un banquete”, hace memoria. La Renga quizás logra más unión entre sus fans que otras bandas, sin hacer separaciones por acento, color de piel o religión. Es por eso que “la familia” es tan unida. Existe un respeto hacia la demás culturas que otros fans no la tienen, claro está el ejemplo de las burlas de los fans chilenos de Iron Maiden hacia los argentinos cuando se confirmó el DVD en Chile. Créanme que eso no hubiese pasado con La Renga.

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La Renga – Talcahuano

Después que sonaran un par de clásicos y luego de unas palabras de su frontman, empiezan a sonar los riff de “La Balada del Diablo y La Muerte”, otra de las más coreada de la noche, pues la banda dejo al Víctor Jara cantar solos una fracción del tema. Luego “El Viento que todo Empuja” y “El final es en donde Partí”, este último coreado con todo el alma por cada uno de los asistentes, da por visto bueno el dejar el escenario ante los cánticos de los rengueros.

“Como les gusta el rock acá en Chile” comenta Chizzo que previamente ha presentado “El Rey de la Triste Felicidad”. No se notaba cansancio, era realmente una verdadera fiesta en familia, que aumentaba su euforia aún más cuando empezó a sonar “Somos Los Mismos de Siempre” (tema de su álbum debut Esquivando Charcos). Hasta que llegó el momento de la despedida vía “Hablando de la Libertad”, tema que se ha transformado en un verdadero himno de la banda y el cual interpretan siempre al cierre del show.

Pero nadie se quería ir, parece que las casi tres horas no fue mucho para ellos. Así lo entendía la banda, y vuelven a escena invitando a Negro Hidalgo, Angelo Pierattini y Marcelo Da Venecia, miembros de la legendaria y potente banda Weichafe, para interpretar juntos “Nacido para ser Salvaje”, nombre en español para el clásico de Steppenwolf, “Born to be wild”. Angelo Pierattini nos describe su participación esa noche como “una gran fiesta, una hermandad potente…rocanrol”.

Carlos Costas, director de Radio Futuro, nos comenta como recuerda aquella noche: La impresión que me causó ver la fila de gente rodeando el estadio, bajo la lluvia….en verdad, nunca pensé que iba a llegar tanta gente. Hubo mucho estrés previo por los problemas en la frontera para internar los equipos, en algún minuto parecía que todo se venía abajo, pero salió increíble”, recuerda. Claramente el show salió mejor de lo deseado, no se esperaba que la gente reaccionara de esta manera con la primera visita de La Renga, ya que era una banda que recién se daba a conocer con canciones como “El Revelde” o “La Balada del diablo y La Muerte”. Al respecto Carlos agrega: “Un día antes llegaron al estudio de la radio, donde estaban los Weichafe, el Chizzo tocó con ellos “Born to be wild,  la gente  que hizo el precipicio… Bonitos recuerdos”. 

Así llegaba a su fin una noche cargada al rock que ganó nuevos seguidores y aumentó ese amor por la banda, así lo relata Rubén “Cototo” Pérez, uno de los fieles seguidores de la banda, el cual siempre programa viajes en masa para verlos en Argentina: La Renga son mi estilo de vida, la banda en si va mucho más allá de un par de músicos haciendo rock and roll. Se han formado amistades, parejas, lazos que se mantienen hasta el día de hoy… La Renga te los presenta en la ruta. No cualquier banda te da eso. Y también el tener la suerte de conocerlos como personas… el hecho de saber que abajo del escenario son los mismos que lo que son arriba de él, simples, humildes. Cada recital es diferente”.

Desde aquella noche del 19 de octubre del 2002, la relación con la banda ha sido de fidelidad, y esta vez podremos apreciar una nueva fiesta renguera, una reunión familiar en el Teatro Caupolicán, cuando La Renga salga este 13 de julio y nos diga: “¡Hola a todos! Yo soy el león…”.

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Noticia publicada por el área editorial.

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